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La intolerancia se convierte en arte
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TATE BRITAIN EXPONDRÁ OBRAS ATACADAS POR MOTIVOS RELIGIOSOS, POLÍTICOS O ESTÉTICOS

La intolerancia se convierte en arte

El 8 de octubre del 2012 el mundo del arte se colapsó durante un par de horas. Un mural de la serie Seagrams de Mark Rothko

El 8 de octubre del 2012 el mundo del arte se colapsó durante un par de horas. Un mural de la serie Seagrams de Mark Rothko fue atacado en la Tate Modern de Londres por un estudiante de arte que pintó en la esquina inferior derecha del cuadro la siguiente inscripción: “Vladimir Umanet, una potencial pieza de Amarillismo”. La galería tuvo que cerrar sus puertas ese día y confirmar que la pintura había sufrido un acto vandálico.

Ahora, la hermana del museo de arte contemporáneo, la Tate Britain, anuncia una exposición (con estreno el 2 de octubre) que reúne todo el arte británico atacado desde el siglo XV bajo el título de Art under Attack: Histories of British Iconoclasm. (Arte atacado: historias de la iconoclasia británica).

La obra de Rothko no se incluirá en la muestra, ya que sólo se exhibirán aquellas que hayan sido atentadas por motivos religiosos, políticos o estéticos, así como la obra de autores que han utilizado la destrucción como fuerza creativa. Lo que este acto vandálico dejó patente es que el ataque a las obras de arte sigue estando presente en la sociedad actual

Ahora, por primera vez, se mostrarán obras de arte mutiladas, pintadas o desmembradas por un solo motivo: la intolerancia. La Tate pone así de manifiesto un interesante debate sobre el mundo del arte: ¿valen más estas obras debido a los ataques sufridos? Lo que es evidente es que estas han trascendido su importancia artística para adquirir una relevancia como documento histórico.

Un periodo destaca por encima del resto en la exposición: el reformismo. En aquella época las doctrinas de Martín Lutero empiezan a calar en la gente y Reino Unido gira, a mediados del siglo XVI, del catolicismo a una sociedad protestante (surgiendo así el anglicanismo). Es por ello que los ideales de la sociedad comienzan a enfrentarse, dejando al arte de testigo de esta triste parte de la historia.

Como la comisaria de la exposición, Tabitha Barber, ha declarado a The Independent “a pesar de que sea difícil crear una estadística, los historiadores han estimado que más del 90% de las obras prereformistas se han perdido o han sido mutiladas”.

Una de las mayores muestras de obra atacada durante estos años es la Estatua del Cristo Yacente, única en Reino Unido y un importante ejemplo de escultura que ha conseguido sobrevivir la ira de los reformistas. Fue descubierta en 1954 enterrada bajo el suelo de la Mercers’ Chapel. La corona de espinas, los brazos y la parte inferior de las piernas no se encontraron ya que, muy probablemente, fueron arrancadas por los protestantes iconoclastas.Más del 90% de las obras prereformistas se han perdido o han sido mutiladas

Esta obra es la pieza central de la sección de la exposición que hablará sobre los ataques basados en motivos religiosos durante los siglos XVI y XVII y donde también se podrán disfrutarlas vidrieras de la Catedral de Canterbury, así como las pinturas de Thomas Johnson de su interior (1657) y que muestra la acción de los iconoclastas protestantes. Otras de las obras que componen esta sección son los fragmentos del crucifijo de la Catedral de Winchester y libros de la Biblioteca Británica pintados por reformistas religiosos.

Siglo XX

Con el comienzo del siglo XX surge un nuevo motor en los actos terroristas contra el arte: la política. Empieza una nueva oleada de ataques por motivos que ya no son religiosos, pero que son igualmente dañinos para las obras de arte. Son muy destacables los ocurridos en Irlanda, donde la estatua de Guillermo III fue constantemente cubierta de brea y alquitrán por los independentistas durante los primeros años de siglo para en 1928 ser volada por los aires. Los restos de esta estatua serán expuestos en la Tate, igual que se podrán ver fragmentos de la columna en honor al almirante Nelson, que fue destruida (también en Dublín) por una bomba colocada por los republicanos en 1966.

No sólo los irlandeses cometieron atrocidades contra el mundo del arte, también los sufragistas realizaron ataques luchando por sus ideas. En 1913 la obra de Edward Burne-Jones, Sibylla Delphica, sufrió su ira, en la galería de arte de Manchester, mientras que solo un año después rajaron la obra de John Singer Sargent dedicada a Henry James que se encontraba en la Royal Academy. En este caso también se podrán ver en la muestra las fotografías policiales tomadas durante los acontecimientos.

También por motivos políticos, pero más sutiles y realizados en la intimidad de su casa, Federico Duleep Singh, hijo del último maharajá del imperio Sikh, expuso en su cuarto de baño un retrato de Oliver Cromwell colgado boca abajo. Misma posición en la que la Tate Britain la expondrá en octubre. 

Pero no tenemos que remontarnos tan atrás en el tiempo para encontrar ataques a obras de arte. En 1986, la Silla, de Allen Jones, en la que una figura de mujer a tamaño real tomaba la forma de un asiento, sufrió las iras del movimiento feminista. Un poco antes, en 1976, encontramos en la escultura Equivalent VIII, de Carl Andre, uno de los pocos ejemplos que han ocurrido de un movimiento en contra de la obra solo por el rechazo estético que produjo. Popularmente conocida como ‘los ladrillos’ esta escultura minimalista fue adquirida por la Tate en 1972. La crítica destrozó de tal forma la obra que incluso los espectadores y asiduos del museo llegaron a manifestar a sus puertas el rechazo por una escultura que había sido comprada con sus impuestos.

Política, religión, estética… cualquier motivo ha valido para encender la llama de la violencia y arrasar todo lo que se pusiera por delante, ya fueran libros, pinturas o esculturas. Obras que han quedado marcadas de por vida por la huella de la intolerancia y que han redefinido la historia del arte en la actualidad.

El 8 de octubre del 2012 el mundo del arte se colapsó durante un par de horas. Un mural de la serie Seagrams de Mark Rothko fue atacado en la Tate Modern de Londres por un estudiante de arte que pintó en la esquina inferior derecha del cuadro la siguiente inscripción: “Vladimir Umanet, una potencial pieza de Amarillismo”. La galería tuvo que cerrar sus puertas ese día y confirmar que la pintura había sufrido un acto vandálico.