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Kanye West, fuera de control
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'YEEZUS' CONTIENE LAS LETRAS MÁS BRUTALES DEL RAPERO ESTADOUNIDENSE

Kanye West, fuera de control

Es uno de los mejores raperos de la historia. Sacudió la escena musical hace una década con su primer álbum: The College Dropout (2004), un febril

Foto: Kanye West, fuera de control
Kanye West, fuera de control

Es uno de los mejores raperos de la historia. Sacudió la escena musical hace una década con su primer álbum: The College Dropout (2004), un febril zapping de ideas, alimentado por su desbordante destreza verbal, capaz de combinar arrogancia y vulnerabilidad en el mismo minuto. Durante estos diez años, West ha hecho equilibrios para sacar jugo a sus potentes contradicciones. Quiere fundir hip-hop áspero con estribillos pop, ritmos callejeros con producciones delicatessen, gancho fashion con retórica de Pantera Negra. ¿Se pueden tener todo en el mismo disco? El reciente Yeezus, su séptimo trabajo de estudio, lleva la esquizofrenia al extremo. Nadie discute la grandeza de la música, más agresiva y adictiva que nunca, pero ha encendido el debate por sus letras. ¿Se ha pasado de vueltas el rapero más en forma de nuestra época?

Barra libre de ofensas

Los primeros en saltar fueron los grupos de apoyo a enfermos de Parkinson. Más que encontrar insultante una de sus rimas, la describieron como "de un nivel de estupidez inexcusable". La letra de la canción On Sight incluye esto: "en cuanto pare y aparque el Mercedes Benz/voy a ponerme a agitar a esa puta como si tuviera Parkinson". 

Por supuesto, solo es el comienzo. El blog Angry Asian Girls United le dedicó otra bronca por la frase "necesito salsa dulce y amarga/para comerme un coño asiático". La respuesta fue contundente: "No somos comida ni fetiches sexuales. Si intentas poner salsa en mi coño te vamos a llenar el culo de wasabi". West describe a los emigrantes de la India como "gente sin mocasines" y escoge la palabra "apartheid" para referirse a la habilidad para que su mujer no se cruce con su amante. El abuso de términos políticos de alto voltaje para describir conflictos sexuales es una de las constantes del álbum. Ahí comienza la verdadera polémica.

Conflicto racial y confeti

La canción más discutida es Blood On The Leaves, que contiene un sampler de Strange Fruit, clásico de Nina Simone donde se describe el tiempo en que la abundancia de linchamientos en el sur de Estados Unidos terminaba con decenas de esclavos colgados en árboles durante días. En vez de usar esta referencia para hablar de tensiones raciales actuales, Kanye entrega una letra bastante más frívola

La periodista Chal Ravens, de la revista Fact, lamenta el enfoque: "Me parece triste utilizar una canción como Strange Fruit, de enorme significado en la lucha por los derechos civiles, como un telón de fondo para hablar de "putas de segunda fila" que buscan cazar a un hombre para vivir de la pensión alimenticia. Es como tirar por la ventana toda la grandeza política de este himno. La lucha contra la esclavitud no se puede comparar con el odio de West hacia las cazafortunas. En general, sus referencias al black power son bastante gruesas: usa eslóganes raciales como si fueran confeti para venderse como la reencarnación de Malcolm X". 

Rebelde sin causa

El reproche más repetido: West intenta pasar por revolucionario sin renunciar a ningún privilegio de la vida VIP. Omar Burgess, editor de la web Hip Hop DX, destaca la siguiente imagen: "West presentó el disco en el programa Saturday Night Live bajo un cartel que decía "No estoy en venta", pero llevaba puestas las zapatillas Air Yeezy que diseñó para Nike. Su precio en las tiendas ronda los 300 dólares y probablemente fueron fabricadas por niños pobres que cobraron unos pocos centavos". 

También condena la idolatría que siente hacia el difunto Steve Jobs, defensor de la alianza de Apple con las factorías chinas de Foxconn, que imponen unas condiciones de trabajo semiesclavo (el ritmo de fabricación es tan duro que sus contratos incluyen una cláusula que impide a los empleados cobrar indemnización en caso de que decidan suicidarse). "Jobs era lo más parecido que existía al dueño de una plantación", señala Burgess, por lo que "pierden credibilidad" las rimas donde West hace referencia al sufrimiento de la esclavitud afroamericana. "West se está convirtiendo en una caricatura. En cuestiones de política merece la misma atención que Lady Gaga vestida de filete", opina en The Guardian el columnista David Dennis, afroamericano especializado en cultura hip-hop.

Fuera de control

I Am A God es otra canción que ha electrizado el debate. Sobre todo, por el narrador, una especie de millonario enajenado que mete prisa a sus empleados para que le preparen un masaje, le sirvan cruasanes y saquen el Porsche del garaje. La crítica está dividida entre quienes piensan que es un retrato de las paranoias del éxito, en la onda del American Psycho de Bret Easton Ellis, y quienes sospechan que a West se le ha ido definitivamente la cabeza de tanto champán Cristal, limusinas Maybach y ropa de Alexander Wang

El disco está salpicado de alusiones machistas y homófobas. En New Slaves dice que "hay gente que lidera/y gente que obedece/prefiero ser un gilipollas arrogante/que alguien que traga" (las palabras inglesas no admiten otra interpretación que la sexual). Hold My Liquor es una especie de bronca rebosante de tensión sadomasoquista. El narrador se dirige a una novia con la que rompió hace cinco años. "Un polvo más y seré tu dueño", suelta en el momento cumbre. Hay quien ve apología del machismo, otros solo inseguridad.

"Soy el nuevo Steve Jobs"

Un dato revelador: el disco ha encendido tantas polémicas que apenas se ha hablado de su título: Yeezus. Por supuesto, se trata de una referencia a Jesucristo, pero la herejía hace años que se ha convertido en previsible dentro del planeta pop. John Lennon abrió la veda al decir que los Beatles eran más famosos que Jesucristo, Madonna dedica un espacio en cada tour a la blasfemia y raro es el rapero que no se refiere a sí mismo como Dios (Nas y Jay-Z lo han hecho de manera explícita). 

La frase que más burlas ha despertado es esta respuesta de West al New York Times hace unas semanas: "Ahora que Steve Jobs ha muerto, ha llegado mi momento. Algún día seré el líder de una corporación valorada en billones de dólares. Yo tengo las respuestas. Yo entiendo la cultura. Yo soy el núcleo". Suena a delirio de celebridad pasada de cocaína (la droga que más cita en sus rimas). Tampoco podemos descartar el comentario como locura transitoria: cuando West habla de sus referentes, cita a Miles Davis o a raperos legendarios de los ochenta, pero sobre todo a ejecutivos de gran impacto en la vida cotidiana de Estados Unidos como Walt Disney, Henry Ford, Howard Hughes, Anna Wintour o David Stern. ¿Llegará tan lejos?

Es uno de los mejores raperos de la historia. Sacudió la escena musical hace una década con su primer álbum: The College Dropout (2004), un febril zapping de ideas, alimentado por su desbordante destreza verbal, capaz de combinar arrogancia y vulnerabilidad en el mismo minuto. Durante estos diez años, West ha hecho equilibrios para sacar jugo a sus potentes contradicciones. Quiere fundir hip-hop áspero con estribillos pop, ritmos callejeros con producciones delicatessen, gancho fashion con retórica de Pantera Negra. ¿Se pueden tener todo en el mismo disco? El reciente Yeezus, su séptimo trabajo de estudio, lleva la esquizofrenia al extremo. Nadie discute la grandeza de la música, más agresiva y adictiva que nunca, pero ha encendido el debate por sus letras. ¿Se ha pasado de vueltas el rapero más en forma de nuestra época?