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No hay esperanza
  1. Cultura

No hay esperanza

En muchos círculos literarios se consideran las últimas novelas de John Le Carré como las prototípicas de un escritor acabado, obras de relleno que surgen cuando

En muchos círculos literarios se consideran las últimas novelas de John Le Carré como las prototípicas de un escritor acabado, obras de relleno que surgen cuando la inspiración se ha agotado. Sin embargo, y más allá de los defectos que puedan aquejarlos, títulos como El jardinero fiel o Amigos absolutos poseen algunos valores notables y, en algún sentido, superiores a novelas más conocidas. Pero es comprensible que este nuevo Le Carré, que ha apostado por utilizar las armas de la ficción para contarnos algunas de las realidades que gobiernan nuestro mundo, moleste más que el antiguo. Sus obras, con mucha mayor carga política, son más sinceras, realistas y desesperanzadas. En esa línea, y con bastante acierto, se mueve El hombre más buscado.

 

Y, en gran parte, la novela funciona porque Le Carré no ha olvidado algunas de las viejas claves con las que construyó su éxito. Aquí también tenemos a unos personajes que se nos hacen más simpáticos a medida  que se nos aparecen sumidos en la contradicción, personajes que saben cómo funcionan las cosas, que saben que las grandes palabras no dan réditos en el mundo real y que, sin embargo, no renuncian del todo a ellas; que saben que a los perdedores se les identifica porque poseen ideales y que, sin embargo, no dejan de aspirar a que, por una vez en la vida, las cosas funcionen como deberían.

Hablamos de gente que, como el banquero Brue, se ha comportado siempre de forma pragmática, hasta que llega un instante en que no puede evitar rebelarse ante quienes le aprietan demasiado las tuercas, en que se niega a que los de siempre vuelvan a ganar sin pagar un precio. Y por eso nos caen bien, porque se nos muestran en toda su fragilidad frente a una situación que les sobrepasa por completo. Y es que, mucho más que por los argumentos en sí, lo que atrae de las novelas del escritor  británico es esa pelea desigual entre el  individuo  y una estructura todopoderosa (muy evidente en La canción del misionero o en El jardinero fiel); entre quienes juegan con las cartas marcadas y quienes deciden inesperadamente dejar de seguir las reglas, lo que suele acarrearles consecuencias muy negativas.

Y eso es lo que aparece aquí, en el triángulo formado por el banquero Brue, que sobrevive a la sombra de su padre, a un negocio en declive y a una esposa que no le echa nada de menos; por la joven y atractiva abogada Richter, chica bien que trata de utilizar las leyes en provecho de los que menos tienen, actuando en sentido contrario al de su familia, llena de letrados amigos de los poderosos; y por Isa, un ruso islamista heredero de una fortuna que ha sobrevivido a mil calamidades, tortura incluida, por no haberse prestado al destino que su progenitor dispuso para él.  El juego de atracción, afecto y amor entre los miembros del trío será es el motor de una novela que guarda una segunda intención. Porque a través suyo, Le Carré quiere hablarnos de lo que en realidad le importa, esto es, de cómo los servicios de inteligencia construyen situaciones que hacen pasar por reales, de cómo los políticos admiten esa manipulación y de cómo esa situación ciega toda posibilidad real de perseguir al terrorismo islamista. En fin, que quizá las novelas del joven Le Carré fuesen mejores, pero las últimas tienen más arrestos.

LO MEJOR: Que consigue que el lector se meta de lleno en el libro.

LO PEOR: Se echa en falta algo de desarrollo en la trama.

En muchos círculos literarios se consideran las últimas novelas de John Le Carré como las prototípicas de un escritor acabado, obras de relleno que surgen cuando la inspiración se ha agotado. Sin embargo, y más allá de los defectos que puedan aquejarlos, títulos como El jardinero fiel o Amigos absolutos poseen algunos valores notables y, en algún sentido, superiores a novelas más conocidas. Pero es comprensible que este nuevo Le Carré, que ha apostado por utilizar las armas de la ficción para contarnos algunas de las realidades que gobiernan nuestro mundo, moleste más que el antiguo. Sus obras, con mucha mayor carga política, son más sinceras, realistas y desesperanzadas. En esa línea, y con bastante acierto, se mueve El hombre más buscado.

CIA