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"Pensaban que el dinero crecía en los árboles": así es el decálogo de la derecha
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A FONDO: LOS ESTEREOTIPOS DE LAS DOS ESPAÑAS

"Pensaban que el dinero crecía en los árboles": así es el decálogo de la derecha

Por mucho que se empeñen en convencernos de que la derecha y la izquierda ya no existen, que todo es una cuestión de política económica, que

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"Pensaban que el dinero crecía en los árboles": así es el decálogo de la derecha

Por mucho que se empeñen en convencernos de que la derecha y la izquierda ya no existen, que todo es una cuestión de política económica, que las ideologías han muerto y todos estos tópicos, lo cierto es que si le damos unas cuantas vueltas, si ponemos la antena yendo en el metro, si nos sentamos en un café y nos dedicamos a esa cosa de tan mala educación que es escuchar las conversaciones ajenas, nos daremos cuenta de que hay una serie de frases, de ideas, de opiniones, que sí distinguen en España a la gente de derechas y a la de izquierdas. Y que la diferencia ideológica sigue existiendo.

En este reportaje nos vamos a centrar en la imagen de lo que peyorativamente llamamos “fachas”. Los de derechas, para los de izquierdas son fachas y los de izquierdas para los de derechas son progres, esto es bien sabido. El facha, normalmente, es fácil de reconocer. Puede pertenecer al perfil del recalcitrante, orgulloso de serlo, de toda la vida, con traje, corbata, camisa con sus iniciales bordadas, pelo engominado… En fin, ustedes saben. Y también tenemos una versión más joven, que pertenece al grupo de los neoliberales. Sus marcas favoritas son Ralph Lauren o La Martina, el pelo suelen llevarlo un poco más largo y a veces lo acompañan de una moderada barba, también incluyen los polos lacoste (nunca Fred Perry, que eso es más hipster o más gay o más skinhead; curioso que la marca aborde público tan amplio) y suelen llevar alguna pulserita entre la que, discretamente, suele incluirse una con la bandera de España. Ellas visten o con un aire varonil, de camisa, zapato plano y pantalón de marca u optan por el modelo vaquero, bota Hunter, camiseta ajustada. Predomina el rubio. Ellas inventaron las famosas mechas californianas que ahora todo el mundo usa. Y suelen estar bastante bronceadas porque la gente de derechas, en general, lleva una vida en la que el esquí y los deportes acuáticos son muy importantes.

La conversación tópica de la derecha

Para encontrarlos no hay más que darse una vuelta por el barrio de Salamanca de Madrid. Sí, es todo muy tópico, pero es de lo que hablamos. Los estereotipos funcionan hoy de un modo muy intenso, y la realidad suele captarse a través de ellos. La discusión política suele articularse a través de clichés, de modo que vamos a ellos. Es la hora del aperitivo, algo muy de derechas (los de izquierdas le llaman normalmente ir de cañas), bar José Luis. No hay más que elegir a un grupo de hombres y mujeres de unos 50 años. Acerquénse y esperen dos o tres minutos. El tema de conversación es la crisis. Bien. En eso no varía en el español medio, todos hablamos de lo mismo. “Sí, vale, todo va mal, pero también es que la gente no se esfuerza”, comenta uno de ellos, el mayor del grupo, camisa de algodón egipcio, blanca, iniciales bordadas, no a la altura del pecho, que es muy middle class, más abajo, donde los aristócratas. “Yo, cuando vi cómo empezaba a ir todo, pues dejé la constructora y di un cambio de rumbo total, me arriesgué, y ahora gano menos, pero no estoy en la ruina. Tengo mi marca de ropa, las dos tiendas van bien, me hago un viaje al año a India a fabricar y listo. ¿Qué pasa con la gente? Que estaba acostumbrada a que le dieran todo hecho, pues no, hay que reciclarse, reinventarse y ser responsable, no podemos echarle la culpa a los bancos de todo…”.

La gente de derechas, en general, lleva una vida en la que el esquí y los deportes acuáticos son muy importantesSeñora de unos 55, mechas rubias, melena por los hombros, acota: “Si el problema ha sido ese, bueno, dos. Uno que los bancos daban dinero fácilmente, sí, pero mi hija está de alquiler, ganaba su dinerito, pero no suficiente para meterse en una hipoteca de 1000 euros. Pero la chica dominicana que limpia en casa sí que se metió y ¿qué ha pasado? Que su marido se ha quedado sin trabajo y con el sueldo que tiene pues no llegan. Pero eso hay que pensarlo antes. Nosotros la estamos ayudando para que no le quiten la casa, pero la gente pensaba que el dinero crecía en los árboles y no es así. Y luego lo de hacer una carrera, qué manía. La hija de Gladys, igual, estudiando derecho. A mi me parece estupendo, pero, vamos, a lo mejor podía ponerse a trabajar ya y ayudaba a sus padres. Que tener una carrera no lo es todo”.

“Pues claro que no”, interrumpe una chica más joven, “yo porque no tengo hijos, pero si tuviera, les diría que estudiaran para ser fontaneros o electricistas. El  otro día, 500 euros me cobraron por arreglarme una fuga de la piscina. Vamos, eso sí que es una buena profesión”.

La reacción conservadora

El politólogo Lucas del Palacio afirma que esta forma de pensar, que en nuestro país es más o menos reciente, en otros, como Gran Bretaña, surgió hace años y tiene mucho que ver con una crisis económica fuerte, con un estado de bienestar más o menos asentado que debe empezar a sufrir recortes y con un un fenómeno de inmigración fuerte. “Estamos viendo reacciones que podemos aplicar a lo que siempre se ha considerado un pensamiento conservador o de derechas”, explica, “en gente que a priori no había tenido este tipo de reflexiones. Es exactamente lo que ocurrió en Inglaterra en la era de Margaret Thatcher. Ahora muchos se quejan de que los inmigrantes se benefician del paro, de las ayudas o la Seguridad Social, pero yo, que tengo 50 años, recuerdo perfectamente a toda una generación de jóvenes españoles que iban a Inglaterra a vivir en casas okupas, que eran prácticamente legales porque pertenecían al Gobierno y que engañaban al sistema de Seguridad Social de allí para cobrar el paro. Los habitantes de países menos evolucionados en ese sentido a veces tienden a abusar y surgen fenómenos de un racismo encubierto. Por otra parte, los que no sufren realmente las consecuencias de la crisis, siempre ven a los que han “caído” por encima del hombro, como si fueran vagos, no tuvieran iniciativa y sus desgracias fueran merecidas. El tópico de “que viva de alquiler en vez de comprarse una casa o que vaya en metro en vez de tener coche” siempre ha existido, pero con la crisis se acentúa y es más la gente que se apunta a ese pensamiento”.

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Y si la crisis es un tema esencial para relacionarse en una reunión en nuestro país, otro, y más estos días, es el cambio climático. La primavera no acaba de llegar, nos llegan noticias de que este verano va a hacer un frío que pela… Alfonso Álvarez, estudiante de un MBA en la universidad de Georgestown, está pasando unos días en Madrid. Comentamos el asunto del frío y afirma que eso del cambio clímatico es una falacia para hacer negocio y para hundir las grandes empresas. “A ver, lo de los transgénicos y lo del cambio climático son la misma cosa”, afirma, “un invento de la izquierda más radical para atacar las grandes multinacionales. Los alimentos transgénicos tienen unos controles de calidad brutales, mucho mayores que los llamados de agricultura biológica y no hay un sólo estudio que demuestre que son cancerígenos. Y con el cambio climático igual. Hombre, pero si de lo que hablaban era del calentamiento global y mira el frío que hace. ¿Inundaciones? Pues claro, como siempre, mis padres y mis abuelos, que siempre han vivido en cortijos, me lo dicen, que siempre han pasado estas cosas, pero ahora como hay más medios de comunicación se entera uno más de todo esto, pero eso es una mentira total. En Estados Unidos ya lo tienen muy claro”.

Moral de derechas

Y dejando a un lado temas más generales, vayamos a lo ético. A asuntos como, por ejemplo, el matrimonio gay. Hay otros, como el aborto, en el que las medias tintas no existen, pero el del matrimonio gay es especialmente interesante porque entre la población de derechas menos radical, los liberales que conviven con la homosexualidad con normalidad, hay cosas que no toleran y recurren a razones filológicas con una facilidad pasmosa.

Muchos de esos niños a los que ahora se les dice que ser homosexual es normal van a tener muchos problemas en el futuroMarta G. de 35 años, casada con un ingeniero industrial, dos hijos, ahora de baja por maternidad. Una persona abierta, tolerante, que visita el barrio gay de Madrid, Chueca, con cierta asiduidad porque “adoro los restaurantes de cerca de la plaza y si voy con amigas me siento muy segura, sé que no nos va a molestar nadie y es muy divertido salir por allí”. Pero ¿qué opina del matrimonio gay? “A mi me parece fenomenal que una pareja de hombres o de mujeres se una y tenga unos papeles que faciliten que si uno fallece el otro herede y tengan todas las facilidades legales ante la ley”, explica. “Pero lo que no veo es que a eso le llamemos matrimonio. No sólo por una razón religiosa, que también, pero si nos abstraemos, el matrimonio está hecho para que dos personas formen una familia o si no la forman, al menos, tengan opción a hacerlo. A mi los gais me caen genial, uno de mis compañeros de trabajo es gay y a las fiestas de empresa siempre viene con su novio y mi marido y yo hemos estado cenando en su casa, tan tranquilamente. Pero eso es una cosa y otra que los consideremos un matrimonio y puedan adoptar hijos o tenerlos con vientre de alquiler… Yo no veo normal que un niño tenga dos padres. Necesita una figura femenina, no es bueno que un niño desde pequeño vea como lo normal que dos señores sean pareja y tengan relaciones sexuales. Creo que nos estamos pasando de modernos y que muchos de esos niños que ahora educan como si ser homosexual fuera lo normal y heterosexual una cosa rara, van a tener muchos problemas en el futuro”.

Una forma de pensar que coincide con la de los gobiernos de derechas más evolucionados. Esa dicotomía y un punto de incoherencia que afecta tanto a la derecha más convencida como a la izquierda menos tolerante.

Y a continuación algunos de los patrones mentales que dominan el discurso de la derecha española. El decálogo de la derecha.

  1. El 15-M es una mamarrachada, nunca se ha sabido bien qué pedían y por eso no ha funcionado.
  2. Afortunadamente hay gente con dinero que gasta. Si no fuera por ellos, la crisis iría peor.
  3. Qué manía con estudiar carreras tiene la gente, mucho mejor estudiar para ser fontanero o electricista, que es más productivo; no todo el mundo tiene que tener una carrera.
  4. Lo de las hipotecas es culpa de la gente, que se metía, sin poder, en el coche, la casa, los muebles... Todo el mundo no puede tener un Audi, hombre.
  5. Lo de Urdangarin y el fin de la monarquía viene porque se casan con gente que no es aristócrata. Al final, Marichalar, con sus defectos, era al menos decente, porque era aristócrata
  6. A mi me parece muy bien que le legalice una pareja gay, pero de ahí a llamarlo matrimonio o dejar que adopten niños, pues no. A ver si nos estamos volviendo locos y pasándonos de modernos.
  7. Yo no voy a decir que las pobres niñas tengan culpa de que las violen o les pase algo. Pero es que vas por la calle y las ves vestidas de una forma que… Yo si fuera su madre no las dejaba salir así. Y encima luego beben y, no es por nada, pero a veces te escandalizas de lo que ves.
  8. Tengo un primo que dice que el cambio climático no existe, que es todo un invento. Siempre ha habido inundaciones en verano.
  9. La crisis ha sido culpa de Zapatero.
  10. Si quieres cobrar más, trabaja más. Si no tienes trabajo, es por tu culpa, porque no te has reciclado.

*La segunda parte de este reportaje se publicará mañana.

Por mucho que se empeñen en convencernos de que la derecha y la izquierda ya no existen, que todo es una cuestión de política económica, que las ideologías han muerto y todos estos tópicos, lo cierto es que si le damos unas cuantas vueltas, si ponemos la antena yendo en el metro, si nos sentamos en un café y nos dedicamos a esa cosa de tan mala educación que es escuchar las conversaciones ajenas, nos daremos cuenta de que hay una serie de frases, de ideas, de opiniones, que sí distinguen en España a la gente de derechas y a la de izquierdas. Y que la diferencia ideológica sigue existiendo.