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Sal de tu zona de seguridad: tres caminos para ser como quieres ser
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NO TE SABOTEES, ATRÉVETE A CAMBIAR

Sal de tu zona de seguridad: tres caminos para ser como quieres ser

Para entender muchos de los problemas que asolan al hombre moderno tenemos que estudiar la manera en que nuestra especie ha evolucionado a lo largo del

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Sal de tu zona de seguridad: tres caminos para ser como quieres ser

Para entender muchos de los problemas que asolan al hombre moderno tenemos que estudiar la manera en que nuestra especie ha evolucionado a lo largo del tiempo. Hoy en día la mayoría de nosotros vive en un entorno más o menos seguro, en el que no es necesario preocuparse gran cosa por la intendencia diaria, y menos aún por acabar la jornada con vida. Pero hace no tanto tiempo el hombre estaba a merced de los depredadores, las hambrunas o el clima y su principal preocupación, o más bien su única preocupación, era sobrevivir.

Este peligro constante fue crucial para el desarrollo de la especie, como lo es para el resto de animales, y una norma básica quedó escrita a fuego en nuestros genes: debemos estar siempre protegidos. Esta máxima, que era fundamental para nuestra supervivencia hace 10.000 años, hoy puede convertirse en una carga, si no sabemos modularla para adaptarla a los tiempos que nos ha tocado vivir.

El ser humano busca, por su propia configuración genética, mantenerse siempre en un lugar seguro, no sólo a nivel físico, también emocional. Es por ello por lo que aceptamos las normas sociales que se nos han impuesto, procuramos estar siempre en nuestra zona de confort, evitando al máximo la inseguridad, y estamos siempre atentos a lo que los demás piensan de nosotros, pues la historia nos ha enseñado que no se puede sobrevivir en solitario.

Así creamos dificultades donde no debería haberlas

Todos estos mecanismos pueden ser beneficiosos, pero si se llevan al extremo, como nos ha ocurrido a todos alguna vez que otra, hacen que seamos incapaces de aceptar los cambios que necesita nuestra vida. Quizás crees que es más seguro seguir saliendo con una persona que te amarga la vida, o continuar trabajando en una empresa en la que no te sientes realizado, ¿pero es de verdad bueno para ti?

El autosabotaje es un fenómeno tan común que permanece oculto en lo más profundo de nuestro acervo culturalEstas actitudes, por las cuales nos obligamos a nosotros mismos a permanecer en una situación que no es la más adecuada para nuestro desarrollo personal, se conocen en el mundo de la psicología como comportamientos de autosabotaje (un fenómeno también conocido como desregulación conductual).

Dice el refrán que “más vale malo conocido que bueno por conocer”. ¿En serio? El sentido común debería decirnos que no, que lo bueno es bueno, aunque no lo conozcas, pero el autosabotaje es un fenómeno tan común que permanece oculto en lo más profundo de nuestro acervo cultural. Y por ello es tan difícil de combatir.

El entorpecimiento de nuestro día a día

El gran problema del autosabotaje es que en la mayoría de ocasiones lo hacemos de forma inconsciente, como una reacción defensiva ante situaciones que queremos evitar. Hay miles de ejemplos.

En el entorno de las relaciones sentimentales es muy habitual, sobre todo entre las personas que hayan tenido alguna ruptura dolorosa (casi todo el mundo a partir de cierta edad), que pongamos dificultades a nuestra relación actual pensando que no deben repetirse los errores del pasado. El problema es que, con demasiada frecuencia, acabamos trasladando a nuestra pareja una serie de condiciones imposibles de cumplir, que creemos funcionan como un mecanismo de defensa, pero en realidad pueden acabar saboteando una relación a priori satisfactoria.

No nos atrevemos a hacer cosas distintas por miedo a que las cosas salgan mal y acabamos repitiendo una rutina insoportableEste tipo de mecanismos de autosabotaje pueden trasladarse a todas las facetas de la vida. Entre los estudiantes, por ejemplo, es muy común escuchar el siguiente razonamiento, un autosabotaje de manual: “como el examen va a salirme mal de todas formas, no importa que me vaya hoy de fiesta”. Esto tiene varias consecuencias. Nos ponemos la zancadilla dificultando la consecución del objetivo real (aprobar el examen), para que, cuando llegue el suspenso, podamos echar la culpa a un obstáculo que hemos creado nosotros mismos (salir de fiesta).

En el trabajo ocurre muchas veces algo parecido, no nos atrevemos a hacer cosas distintas por miedo a que las cosas salgan mal y al final acabamos repitiendo una rutina insoportable que no beneficia ni al trabajador ni a la empresa. Nuestra búsqueda primitiva de seguridad nos la acaba jugando. Por eso es tan importante saber en qué momento nos estamos saboteando a nosotros mismos, para ser conscientes de ello y cambiar de actitud.

Herramientas para superar el autosabotaje

Dado que el autosabotaje se suele dar de manera inconsciente, debemos trabajar en el conocimiento de nosotros mismos para acabar entendiendo a qué responden ciertos comportamientos que, claramente, no nos benefician. Al fin y al cabo, el autosabotaje es parte de la naturaleza humana, y no se puede eliminar por completo, pero hay ciertas cosas que se pueden hacer para minimizar el impacto negativo de este tipo de comportamientos.

1. Ser conscientes de lo que hacemos con nuestra vida

Como ya explicamos en un reciente reportaje de El Confidencial, muchos de los problemas psicológicos a los que nos enfrentamos a diario vienen dados porque hemos soltado las riendas de nuestra vida, y pasamos por ella de acuerdo a una rutina que no nos planteamos cambiar. Lo ideal para combatir esta automatización es adaptar una filosofía de vida orientada a la consecución de objetivos y prestar atención de forma consciente al momento presente. ¿Estás haciendo realmente lo que quieres hacer? Si la respuesta es no, es hora de cambiar algo en tu vida.

2. Identificar y regular nuestros mecanismos de defensa

Los mecanismos de defensa que utilizamos a diario para evitar inseguridades pueden tornarse en algo negativo cuando sirven para sabotearnos. Hay mecanismos más beneficiosos que otros. Por lo general, a modo de ejemplo, es preferible la asertividad o la compensación a la violencia. Para enfrentarse a un peligro siempre es necesario identificar la reacción adecuada, si nos pasamos (o nos quedamos cortos), tenemos un problema.

3. Cambiar la percepción de nuestras habilidades

En una reciente investigación sobre autosabotaje, el psicólogo de la Universidad de Toronto, Jason Plaks, llegó a la conclusión de que la gente que veía sus habilidades como algo mejorable, o al menos modificable, sufría menos ansiedad en momento de tensión, aprovechaba mejor las oportunidades y superaba mejor las amenazas. Saber de qué somos capaces, pero a la vez estar dispuesto a mejorar nuestras habilidades, nos permitirá ser permeables ante los cambios necesarios. La rigidez es la forma más sencilla de ponernos la zancadilla. 

Para entender muchos de los problemas que asolan al hombre moderno tenemos que estudiar la manera en que nuestra especie ha evolucionado a lo largo del tiempo. Hoy en día la mayoría de nosotros vive en un entorno más o menos seguro, en el que no es necesario preocuparse gran cosa por la intendencia diaria, y menos aún por acabar la jornada con vida. Pero hace no tanto tiempo el hombre estaba a merced de los depredadores, las hambrunas o el clima y su principal preocupación, o más bien su única preocupación, era sobrevivir.