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“Lobos no”, aunque su labor sea fundamental en el campo
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VOLVERÁN A CAZARSE EN PICOS DE EUROPA

“Lobos no”, aunque su labor sea fundamental en el campo

La semana pasada, la directora general de Desarrollo Rural del Principado de Asturias, Tomasa Arce, anunció que se va llevar a cabo una batida contra el

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“Lobos no”, aunque su labor sea fundamental en el campo

La semana pasada, la directora general de Desarrollo Rural del Principado de Asturias, Tomasa Arce, anunció que se va llevar a cabo una batida contra el lobo en terrenos del Parque Nacional de los Picos de Europa. Las declaraciones llegaban tras diversas peticiones de colectivos ganaderos asturianos, que no quieren tener lobos cerca de sus explotaciones y que no aceptan la protección que les concede el Parque Nacional. Según recoge El Comercio, el regidor de pastos de la Montaña de Covadonga José Antonio Álvarez, dedicó todo un discurso a este tema en el Concejo Abierto de pastores que tiene lugar cada año durante la Fiesta del Pastor, en la Vega de Enol. En su opinión, “en la vertiente norte del parque nunca hubo lobos”, y mientras sus compañeros gritaban “lobos no”, Álvarez reclamó a la administración que el animal volviera a ser considerado especie cinegética en los parques nacionales. Reclamación que ha sido bien vista por el Gobierno de Asturias y que ha puesto a las asociaciones ecologistas en pie de guerra.

WWF España ha pedido al ministro de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Miguel Arias Cañete, que impida las batidas de lobos en los Parques Nacionales, ante la “evidente falta” de una política de conservación de esta especie basada en un control científico riguroso e independiente. Según la asociación, las decisiones sobre la gestión de las poblaciones se están tomando “en función de la presión ejercida por determinados intereses ganaderos y cinegéticos locales”, y no cuentan con un aval científico adecuado.

Un debate de largo recorrido

El lobo es fundamental para mantener el equilibrio en las cadenas tróficas de los espacios naturalesAunque parece una discusión propia de otra época, lo cierto es que la guerra entre ecologistas y ganaderos sobre el control de las poblaciones de lobo ibérico es dura, encarnizada, y constante. Una de las últimas batallas se libró en 2011, cuando el Ministerio de Medio Ambiente, y Medio Rural y Marino (ahora integrado en la cartera de Cañete) convocó un grupo de trabajo sobre el lobo que reunió a representantes de todas las Comunidades Autónomas afectadas. Su conclusiones echaron más leña al fuego: por un lado se constató una ralentización de la expansión poblacional del lobo ibérico, pero también se reconoció la preocupación por los daños causados a la ganadería extensiva. En su opinión, habría que establecer “indemnizaciones compensatorias” adecuadas para los ganaderos y trabajar en nuevas tecnologías que hagan compatibles la presencia del lobo con los aprovechamientos ganaderos. Más de un año después, no se ha hecho ni una cosa ni la otra.

¿Qué importancia tiene la presencia del lobo en nuestros ecosistemas? Según los expertos, y tal como se puede leer en el propio informe que elaboró el grupo de trabajo del lobo, al haber “co-evolucionado” con los ungulados silvestres, este mamífero es “fundamental para mantener el equilibrio en las cadenas tróficas de los espacios naturales”. Su labor es fundamental en áreas de escasa presión cinegética, donde las sobrepoblaciones de caza mayor causan grandes pérdidas económicas en cultivos agrícolas y “plantean muy serias amenazas al estado sanitario de la ganadería extensiva”. Algo que no parece preocupar a los ganaderos, que siguen viendo al lobo como una amenaza.

Aprendiendo a convivir con los predadores salvajes

Los sentimientos hacia los depredadores pueden ofrecer información decisiva para lograr proteger a estas especiesDe forma simultánea al resurgir de la polémica sobre el lobo en Picos de Europa, un equipo de investigadores de la Universidad Estatal de Michigan (EE.UU) propone abordar la problemática convivencia entre hombres y depredadores salvajes desde la psicología. En su opinión, y tal como explican en la nota de presentación del estudio (Utility of a psychological framework for carnivore conservation), para proteger a un animal en peligro, pero peligroso –ya sea un tigre de Nepal o un lobo de España–, lo que realmente se debe hacer es preguntar a los habitantes de las zonas donde habitan qué sienten acerca de su vecino depredador. Según el estudio, estos sentimientos pueden ofrecer información decisiva para lograr proteger a estas especies.

Según Neil Carter, uno de los autores del estudio, “la gente tiene unas relaciones psicológicas complejas respecto a la fauna, y comprender en qué se basan es la mejor manera de conseguir conocer por qué no se tolera la presencia de estos animales”. Para investigar esto, Carter se desplazó con su equipo al Parque Nacional de Chitwan, en Nepal, donde habitan en torno a 125 tigres que viven muy cerca de las poblaciones humanas. El conflicto en esa zona es inevitable y mucho mayor que el de Asturias: entre 1998 y 2006, 65 personas murieron por ataques de tigres que, además, atacan al ganado. No es de extrañar por tanto que, pese a estar prohibido, la gente responda violentamente a estos ataques matando a los tigres.

Gestionar cinegéticamente las poblaciones no es una opción viable para las especies protegidasTras entrevistar a 499 habitantes de la zona, los investigadores descubrieron lo complicada que es la relación con estos animales protegidos. “No puedes simplemente acabar con todos los tigres, los osos, u otros carnívoros que puedan suponer un riesgo para la gente”, asegura Carter, “gestionar cinegéticamente las poblaciones no es una opción viable para las especies protegidas. Es imperativo encontrar formas para que las personas y los carnívoros puedan llevarse bien”. En su opinión, las leyes y la persecución policial no son suficientes, pues si la gente se siente amenazada seguirá matando a estos animales protegidos y protegerá a los cazadores furtivos.

Es necesario resaltar los beneficios de los predadores

Aunque los investigadores reconocen que hay que realizar más estudios al respecto, este nuevo trabajo asegura que no es el miedo lo que empuja a las personas a rechazar la presencia de depredadores cerca de sus casas y explotaciones, sino una combinación de respuestas psicológicas entre los beneficios y costes pragmáticos de tener animales salvajes cerca.

Carter afirma que antes de realizar el estudio pensaban que las experiencias reales con los tigres (ataques al ganado, a personas, o incursiones en los poblados), serían lo que más influiría en su tolerancia. Pero no es así. “Si estás expuesto a algo todo el tiempo”, explica Carter, “el miedo deja de ser algo importante”. Los investigadores descubrieron entonces que la gente que habitaba en esta zona de Nepal desconocía por completo los beneficios asociados a la presencia de tigres, como el control que realizan de las poblaciones de ciervos y jabalíes, que sin su presencia harían un daño terrible a los cultivos. En definitiva, según Carter, para lograr que los humanos acepten tener depredadores cerca, hay que dejarles claro cuáles son sus beneficios. De lo contrario, “se habrá perdido la mejor de las oportunidades para conservar este tipo de fauna”. 

La semana pasada, la directora general de Desarrollo Rural del Principado de Asturias, Tomasa Arce, anunció que se va llevar a cabo una batida contra el lobo en terrenos del Parque Nacional de los Picos de Europa. Las declaraciones llegaban tras diversas peticiones de colectivos ganaderos asturianos, que no quieren tener lobos cerca de sus explotaciones y que no aceptan la protección que les concede el Parque Nacional. Según recoge El Comercio, el regidor de pastos de la Montaña de Covadonga José Antonio Álvarez, dedicó todo un discurso a este tema en el Concejo Abierto de pastores que tiene lugar cada año durante la Fiesta del Pastor, en la Vega de Enol. En su opinión, “en la vertiente norte del parque nunca hubo lobos”, y mientras sus compañeros gritaban “lobos no”, Álvarez reclamó a la administración que el animal volviera a ser considerado especie cinegética en los parques nacionales. Reclamación que ha sido bien vista por el Gobierno de Asturias y que ha puesto a las asociaciones ecologistas en pie de guerra.