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“Los economistas tienen que dejar de tomar medidas y pararse a reflexionar"
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ESTAMOS EN LA ERA DEL 'TOTALISMO FUNNY'

“Los economistas tienen que dejar de tomar medidas y pararse a reflexionar"

“Se les ha enseñado a los economistas que si sabían de economía y de empresa, sabían de todo y podían hablar de todo. Están equivocados. Las

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“Los economistas tienen que dejar de tomar medidas y pararse a reflexionar"

“Se les ha enseñado a los economistas que si sabían de economía y de empresa, sabían de todo y podían hablar de todo. Están equivocados. Las escuelas de negocios tienen que dejar de enseñar esto. No pueden tomar la matemática, la etnografía, la música, la física, la historiografía, la sociología, la pedagogía o incluso la psiquiatría como ciencias auxiliares sino ponerse a su servicio y que llevan a otra concepción diferente de cómo vivir para el ser humano. El nuevo discurso económico tiene que ponerse al servicio de otras ciencias.” Así de contundente se muestra respecto a la situación actual de las ciencias el filósofo y escritor Óscar Scopa en una entrevista exclusiva con El Confidencial. “La razón economicista habla de cualquier cosa. Por ejemplo, de la confianza, cuando no es un tema que les competa, por lo que deberían guardar silencio o leer a Adam Smith, algo que no hacen y se nota”.

Óscar Scopa, profesor argentino de la Universidad Carlos III, acaba de editar El fin del mundo ya no tuvo lugar (esto no es una crisis) (Akal), en el que traza un breve recorrido satírico por los discursos de la economía y la crisis, de forma despiadada y lúcida. Scopa es también autor de Cavas y Miñangos (1985), Camporégano (1997) y Nostálgicos de aristocracia (2005). Ya que Scopa es experto en Sociología de la moda, ¿cuándo se planteó la necesidad de escribir este ensayo? “Lo empecé a escribir creo que a los dos meses de la caída de Lehmann Brothers. Venía escribiendo sobre este tema desde 1994, cuando publiqué un artículo en el que hablaba del “Pit stop”, este momento en que entran en boxes los autos de Fórmula 1. Pedía a los economistas que se demoraran ocho segundos en pensar lo que iban a hacer. Las investigaciones que vengo realizando llevan décadas y surgió la necesidad de ponerme a producir escritura a partir de ellas”.

El discurso económico ya no es discurso, sino consignas ligadas a cifras indescifrablesUno de los términos más recurrentes que aparecen a lo largo este obra es de “totalismo”, que se deriva de “totalitarismo” y que alude a ese sistema en el que se aspira a la suma absoluta, al todo, volátil, al que aspira la sociedad de los últimos treinta años. “En un libro anterior explico cómo los totalitarismos a partir de los años ochenta se convirtieron en totalismos funny, es decir, divertidos. Ya no tienen un señor gritando con un bigote chiquitito desde un balcón sobre la raza superior, sino que son amables, simpáticos, divertidos e incluso agradables, lo que es un peligro mayor para las democracias”.

¿Crisis o colapso?

Una de las tesis principales del ensayo es que la llamada crisis no lo es tal, sino que más bien es un colapso. “El hecho de que yo sostenga esto es porque no es sólo un problema de la economía sino del discurso económico y de la Razón económica, con “r” mayúscula, en el sentido en que hablaba el maestro Goya: los delirios de la razón”, señala Scopa. “No es una crisis como la de 1929, pongamos, o la de 1971, sino otra diferente que se inscribe en el momento de traspaso de una vía civilizatoria como fue la modernidad a otra era que aún no ha empezado”.

“Soy proclive a no pensar que las cosas son tan planificadas como se suponen. A veces salen así simplemente”, prosigue cuando se le pregunta cómo ve el futuro. ”En ese sentido, creo que no será hasta que cambie la posición del economicismo como centro de nuestras vidas, porque tenemos otros problemas muy graves que están siendo desatendidos, como el poblacional, el energético o el medioambiental”.

El fin de la burguesía

Uno de los protagonistas principales de este libro son esos cooligans de los que dice que no pertenece a clase ninguna, la ciencia los respalda, buscan la eliminación de las pulsiones humanas a favor de la ingeniería social. ¿Tenía a alguien en cabeza cuando los definió? “No pensaba en nadie en concreto, sino más bien en toda la decadencia que en los últimos treinta y cinco años venimos padeciendo del mundo del espectáculo, donde se ha dejado claramente marginadas a las manifestaciones importantes de la cultura. Igual que fricción y catástrofe y totalismo sí lo defino, quería que el personaje colectivo del cooligan se dibujase a partir de distintos rasgos, porque es una colectividad”.

El desgaste del sistema se produce porque se desgasta el propio discursoSon precisamente esos cooligans los que parecen estar ocupando el lugar de la burguesía, la clase más importante durante los últimos dos siglos, que se encuentra en mitad de un proceso de extinción cuyo final aún no se ha producido. “Precisamente ese es el problema principal del libro, que aún está por resolver. Por primera vez en la historia de nuestra civilización, al menos de la que ha producido escritura (es decir, desde el año 1000 ó 1200 a.C.) no tenemos una clase social referente y concreta que ostente el poder. Con la desaparición de la burguesía a través de la creación de lo transnacional, su poder desapareció. El capital está en manos anónimas. El problema es que entre la desaparición de la burguesía y lo que se puede suponer que ocurrirá por la vía totalista, que sería la emergencia de una clase tecnocrática, el sostén de ese proceso de cambio es el personaje colectivo llamado cooligan”.

Parar, reflexionar, no actuar

Una de las defensas que realiza Scopa se refiere a la pausa, pero no como una forma de detenerse a tomar un pequeño respiro, sino coma forma de salir de la rueda en constante girar de la acción continua.  “Cuando hablaba del pit stop, esos ocho segundos para pasarse a pensar, pensaba que sería suficiente. Pensaba entonces que eran más inteligentes, porque creo que con ocho segundos ya no basta. El problema de los últimos treinta y cinco años, a partir del proyecto Peterson, Kissinger y Nixon es que todo se ha volcado a  una filosofía de acción continua, que es verdad que tiene su origen mismo a fines del siglo XVII con la modernidad. Pero esa acción, ese acting out permanente, como se dice en inglés, hace que no se pueda reflexionar”.

Y prosigue realizando una petición: “Yo lo que les estoy pidiendo es que se paren, por favor, que reflexionen sin actuar y sin seguir aquello que la acción les exige que a lo único que conduce es a no poder resolver los problemas nucleares con que nos encontramos”. Recuerda que por mucho que atravesemos un momento de crisis complicada en lo económico donde el sujeto debe reaparecer. “Creo que en este momento de colapso es buen momento de preguntarnos qué quiere hacer cada uno con su vida, por mucho que padezcamos situaciones económicas complicadas: ¿quién quiero ser, quién quería hacer, a dónde quiero ir? Un poco al estilo de los pensadores antiguos”.

El discurso económico ante el abismo

Lo que me preocupa es que tanto los economistas conservadores como los socialdemócratas han perdido el norte“El problema surge a partir del año 1975, con la segunda crisis del petróleo. Ya no es discurso, sino que son consignas ligadas a cifras ilegibles para la sociedad, pero también para los propios economistas”. Y Scopa prosigue sin dar nombres concretos, pero señalando inequívocamente a algunos culpables. “Hace poco encontraba en tres artículos de medios estadounidenses, dos de ellos firmados por premios Nobeles, el tercero, un experto, hablando sobre un mismo tema, uno hablaba de 45.000 millones de dólares, otro de 35.000 y otro de 55.000… Entre los autoproclamados expertos se produce el efecto de que ni ellos mismos saben de lo que están hablando. Es la caída misma del discurso económico. El desgaste mismo del sistema se produce porque se desgasta el discurso, esto es así”.

De hecho, Scopa se muestra especialmente crítico con los portavoces globales del discurso económico, en cuanto que son los que han contribuido a dicho colapso del discurso. ¿Se puede decir que son los profetas de un nuevo sistema de creencias? “Es un sistema de espectacularidad, no es la profecía en el sentido de los oráculos griegos. Se produce una lucha por quién toma una posición que se transforme en la dominante. Los que sabemos de música sabemos quela dominante tiene que caer”, señala con sorna aludiendo a la armonía musical.

“Lo que me preocupa es que tanto los economistas conservadores, de derechas, como los socialdemócratas o liberales, han perdido el norte. Se nota que están confundidos porque obviamente les produce una sensación muy profunda de abismo tener que renunciar al sistema que han mantenido durante los últimos treinta y cinco años. Es el fin de una época, y como todo fin, produce la sensación de abismo, como la muerte de un ser querido, la ruptura de una pareja, etc. Hay que hacer duelo y empezar de nuevo democráticamente”.

“Se les ha enseñado a los economistas que si sabían de economía y de empresa, sabían de todo y podían hablar de todo. Están equivocados. Las escuelas de negocios tienen que dejar de enseñar esto. No pueden tomar la matemática, la etnografía, la música, la física, la historiografía, la sociología, la pedagogía o incluso la psiquiatría como ciencias auxiliares sino ponerse a su servicio y que llevan a otra concepción diferente de cómo vivir para el ser humano. El nuevo discurso económico tiene que ponerse al servicio de otras ciencias.” Así de contundente se muestra respecto a la situación actual de las ciencias el filósofo y escritor Óscar Scopa en una entrevista exclusiva con El Confidencial. “La razón economicista habla de cualquier cosa. Por ejemplo, de la confianza, cuando no es un tema que les competa, por lo que deberían guardar silencio o leer a Adam Smith, algo que no hacen y se nota”.