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La importancia de las palabras
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La importancia de las palabras

El otro día, mi padre trajo de la biblioteca un dvd de Stephen Hawking. Pensé que sería un ladrillo, la verdad, pero como hay que pasar

El otro día, mi padre trajo de la biblioteca un dvd de Stephen Hawking. Pensé que sería un ladrillo, la verdad, pero como hay que pasar tiempo juntos en familia, me animé a verlo con él. Flipé. Literalmente.

Ahí tienes a un tipo, retorcido sobre una silla de ruedas, que no puede hablar y que va y te suelta: "Although I cannot move and I have to speak through a computer, in my mind I'm free". Y te quedas clavado a la pantalla. Algunos pensarán que no es importante cómo lo dice, porque no tiene lenguaje no verbal y todo eso. Pero yo creo que sí. Que lo que importa precisamente es cómo lo dice.

Llevo toda la vida estudiando en el colegio y este hombre, en apenas 50 minutos, es capaz de meterme en la cabeza cómo funciona el universo, por qué los elementos son como son y tienen el peso atómico que tienen (por Dios, cómo no lo explican así en el colegio!!!!!), de qué están hechas las estrellas y nosotros mismos. Te cambio todos los cursos de Conocimiento del Medio de mi vida, por diez documentales de Hawking.

¿Y todo por qué? Porque dice las cosas para que se entiendan. Porque si un concepto es complicado, te pone un ejemplo de la vida real para que lo pilles. Igualito que nuestros libros de texto. ¿Quién los escribe, un experto en códigos cifrados?

No sé cómo será una clase de Hawking, la verdad. Pero sus documentales son geniales. Ves a ese hombre, reducido prácticamente a su cerebro, y cuesta creer que pueda tener tanto conocimiento en la cabeza y sea capaz de transmitirlo así de bien. Pese a que le cuesta un montón “articular” cada palabra.

Sólo tengo que buscar en Google

Al día siguiente, mi padre trajo otro de un tal Carl Sagan. El tipo es cursi y amanerado como sólo se podía ser en los años ochenta, pero es todo lo contrario de Hawking: un rey del lenguaje no verbal. Curiosamente, ambos consiguen el mismo efecto, te dejan enganchado a la pantalla. Uno sin moverse ni gesticular. El otro, apoyando sus palabras con gestos.

Los dos hablan de lo mismo, del universo, de las estrellas, de los planetas, de los agujeros negros… Y lo hacen con imágenes, con animaciones hechas por ordenador.

¿Y en el colegio qué hacen? Nos dan un libro. Increíble. En el siglo XXI seguimos estudiando como hace doscientos años. Todos con la espalda destrozada por kilos de libros y cuadernos, en lugar de dejarnos llevar un portátil. Leer, aprender de memoria y repetir en un examen absurdo. Deberían dejar que lo vayamos descubriendo por nuestra cuenta, que lo busquemos en Internet y razonemos, que hagamos un trabajo… o mejor aun, que seamos NOSOTROS los que hagamos un documental!!! ¿Te imaginas?

Todo esto lo escribo entre empollada y empollada de cosas que seguro que son interesantes, pero están mal contadas. Cosas que olvidaré, porque además no tengo ningún interés en recordarlas. Y si alguna vez las necesito, sólo tengo que buscar en Google.

¿Cuánto queda para las vacaciones?