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El cambio horario no genera beneficios ni perjuicios, pero no hay quien lo suprima
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El cambio horario no genera beneficios ni perjuicios, pero no hay quien lo suprima

El cambio horario es cada vez más cuestionado por una población que no acierta a entender cuáles son los motivos que llevan a mantenerlo y por

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El cambio horario no genera beneficios ni perjuicios, pero no hay quien lo suprima

El cambio horario es cada vez más cuestionado por una población que no acierta a entender cuáles son los motivos que llevan a mantenerlo y por un entorno científico que no ve grandes beneficios en él. Sin embargo, no parece que la costumbre vaya a desaparecer, al menos a corto plazo.

Según Ricardo Martínez Morillo, responsable del departamento de Neurobiología molecular del CSIC, los cambios que genera en nuestro cuerpo no son graves, ya que reprogramar el ritmo circadiano es una tarea para la que estamos preparados. Cuando se produce un cambio exterior, se provocan modificaciones funcionales en nuestro cerebro, alterando determinados niveles de sustancias que nos ayudan a dar respuesta a los cambios en el ambiente. Cuando las transformaciones son bruscas, como ocurre cuando eliminamos una hora al día, se somete al organismo a una adaptación acelerada, pero no traumática. “Nuestro cuerpo es muy plástico, y se adapta rápidamente. Del mismo modo que con el jet-lag nuestro organismo necesita tres días para recuperarse, el cambio de hora también requiere de un tiempo, aunque escaso (más o menos una semana), para adecuarnos totalmente a él. Eso sí, hay individuos más sensibles a los cambios y, al igual que los bebés o las personas mayores, requieren una adaptación más lenta, en la que suelen sufrir trastornos de alimentación y de sueño. Pero son efectos que desaparecen pronto”. Son necesarios, según un informe de la Comisión Europea, de uno a siete días para que la temperatura y la calidad del sueño se adapten al nuevo horario.

Esta medida supone un ahorro, según la Comisión Europea, de 250 millones de euros en gasto energético en los hogares españoles, además de evitar la emisión de entre 890.000 y 1.068.000 toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera- Sin embargo, los beneficios económicos de la medida parecen escasos, ya que el ahorro es irrelevante en estos términos. Algunos críticos señalan que ese ahorro no se produce en realidad o que sólo beneficia el consumo de las empresas a costa de perjudicar la factura de los particulares.

Para el presidente de la Asociación Española de Fabricantes de Iluminación (Anfalum), Rafael Barón, el cambio horario permitió “reducir un 9,8% el consumo de iluminación en los hogares (unas 250 horas), lo que supuso un ahorro energético de 1.780 Gwh/año”. Esta clase de ahorro, señala Barón, está muy por encima de los resultados económicos”. Y ello porque, como señala Martínez Morillo, la medida produce un enorme beneficio en lo que se refiere a la mejora en los niveles de contaminación ambiental. “El mínimo trastorno corporal que sufrimos es un coste asumible, dados los grandes beneficios que provienen de disminuir esa clase de contaminación”, asegura. Sin embargo, el problema fundamental a la hora de suprimir esta medida no parece provenir tanto de una mala relación coste-beneficio, como de las crecientes dificultades burocráticas para poner de acuerdo a los países europeos.

El cambio horario es cada vez más cuestionado por una población que no acierta a entender cuáles son los motivos que llevan a mantenerlo y por un entorno científico que no ve grandes beneficios en él. Sin embargo, no parece que la costumbre vaya a desaparecer, al menos a corto plazo.