La atracción por lo prohibido es común a la mayoría de seres humanos. Sociedades secretas, lugares alejados de la civilización y áreas radioactivas marcan las fronteras de los más aventureros, ya sea por el bien de su salud o porque guardan información confidencial.
Uno podría pensar que las bases militares son los lugares más inaccesibles del mundo, pero existen muchos otros donde el acceso de personas está terminantemente prohibido: desde yacimientos arqueológicos a islas habitadas por civilizaciones ancestrales.