Los atentados terroristas de París, más allá de sus víctimas, van a tener consecuencias muy duraderas en los modos y los ritmos de vida de los occidentales en general y de los europeos en particular
Salah Abdeslam, el denominado octavo terrorista de la masacre de París de la semana pasada, estaría escondido en algún lugar de la capital con suficientes explosivos