Dani Domínguez (PorCausa.org)

A espaldas de la memoria histórica

Cuando el viajero desciende del ferri en el puerto de Melilla, después de varias horas de travesía, se encuentra de bruces con la efigie de Francisco Franco.

Su escultura de cuerpo entero y ubicada sobre un pedestal junto a la muralla da la bienvenida al viajero a África. Lo esculpieron ataviado con uniforme de comandante, gorro, prismáticos colgados al cuello y bastón. Es la última estatua del dictador que queda en un espacio público en España.

En 2015, más de 20 miembros de los Grupos Rurales de Seguridad (GRS), los antidisturbios de la Guardia Civil, se fotografiaron junto a esa escultura. Este vestigio incumple la Ley de Memoria Histórica, que entró en vigor en diciembre de 2007.

Un monumento de cinco metros rinde homenaje a los vencedores de la Guerra Civil

Pero no se trata de la única obra conmemorativa de la Guerra Civil y del régimen franquista que permanece presente en las calles de Melilla. A escasos cinco minutos a pie del puerto, se sitúa el Monumento a los Héroes de España, un conjunto escultórico de cinco metros de altura que rinde homenaje a los vencedores del conflicto nacional. Fue erigido por el artista Vicente Maeso en 1941. ¿Sus símbolos? Los esperados: soldado, león, escudos varios y una gran cruz en el reverso. El presidente de la Ciudad Autónoma, Juan José Imbroda, prometió en 2015 “constitucionalizarlo”. El monumento continúa presidiendo la plaza Héroes de España. La única intervención realizada consistió en despojarlo del yugo y las flechas de la Falange y de la inscripción “Una, grande y libre”.

Monumento a los Héroes de España

La efigie de Franco y el Monumento a los Héroes de España solo representan dos de los vestigios conmemorativos que prohíbe la Ley de Memoria Histórica. Hay muchos más. El texto legislativo ratificado por el rey Juan Carlos indica que “las administraciones públicas, en el ejercicio de sus competencias, tomarán las medidas oportunas para la retirada de escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación, personal o colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la Dictadura”.

Ya en octubre de 2016, un fallo de un juzgado de lo contencioso administrativo instó al Gobierno de la Ciudad Autónoma de Melilla a cumplir la ley. Un año después, el consistorio remitió al juez un inventario de los vestigios franquistas que todavía se podían encontrar por sus calles. Sin embargo, lo cierto es que el dictador y varios monumentos preconstitucionales más siguen allí. Como si el tiempo no hubiese pasado y las leyes no se hubieran sancionado, como si Melilla siguiese aún viviendo en otra época.

Aún se puede pasear por la calle José Millán Astray, fundador de la Legión y de RNE

En la ciudad norteafricana, aún se puede pasear por la calle de José Millán Astray, fundador de la Legión y de Radio Nacional de España. Hasta hace unos meses, la ciudadanía podía caminar por la calle del fundador de la Falange, José Antonio Primo de Rivera, o sentarse en la plaza Onésimo Redondo, fundador de las JONS. Las placas de ambos lugares se cambiaron en 2018 en cumplimiento de una sentencia de 2017 que instó a aplicar la Ley de Memoria Histórica.

En febrero de 2019, la Dirección General de Memoria Histórica, dependiente del Ministerio de Justicia, remitió una carta a 656 ayuntamientos por la que se les instaba a que retiraran todos “los vestigios de exaltación de la Guerra Civil u homenaje al franquismo”. “Muchos de ellos han respondido, pero Melilla, concretamente, no lo ha hecho”, explica a este diario una portavoz del ministerio que encabeza Dolores Delgado.

Efigie de Franco: bien de interés cultural

A pesar de algunos intentos de lavado de cara, el senador por el Partido Popular y presidente el Ejecutivo melillense, Juan José Imbroda, aboga por mantener la estatua del dictador. Defiende que la efigie está dedicada a la figura del comandante Francisco Franco y no a la del Generalísimo. En el pedestal de la figura del dictador se lee: “Melilla al comandante de la Legión D. Francisco Franco Bahamonde, 1921-1977”.

“Se recomienda su conservación por evocar exclusivamente la llegada de uno de los grupos militares que, al mando del citado comandante, llegan a la ciudad en el año 1921, cuando esta estaba a punto de ser invadida por las tribus rifeñas de Abdelkrim”, según se expresa el Gobierno melillense en un catálogo elaborado en 2017. Recuerdan, además, que el monumento está declarado bien de interés cultural, lo que le otorga una mayor protección.

“Melilla es difícil de explicar”

Efigie de Francisco Franco a la entrada del puerto de Melilla

Sin embargo, esos argumentos no se sostienen. Así lo explica a este medio Vicente Moga, director del Archivo Histórico de Melilla. Su construcción fue solicitada durante un pleno del consistorio el 21 de abril de 1977 con la intención de realizar un monumento “al generalísimo Franco”. Durante la construcción, fue cuando se decidió cambiar el motivo, y se pasó a conmemorar al "comandante Francisco Franco, héroe de las campañas de África y liberador de Melilla”, asegura Moga. En el verano de 1976, la comisión permanente del ayuntamiento se reúne y propone, textualmente, “la instalación del monumento que se erigirá al Caudillo de España Francisco Franco”. Luego se tramitó un expediente para “la construcción de un monumento al generalísimo Franco, por lo que no hay duda de a quién iba dirigido”, señala el director del Archivo Histórico de la ciudad.

“Melilla es difícil de explicar —asegura Vicente Moga—. Un profesor me dijo una vez que Melilla era un cuartel con calles, y es cierto. Existe una especie de devoción por el ámbito castrense y eso tiene que ver con las campañas militares de finales del siglo XIX y principios del XX”. A ello se une lo que el jefe de archiveros denomina “el miedo al moro”, un discurso soterrado que justificaría la estatua de Franco en el puerto.

Cinco metros de honra a los caídos

La escultura de Franco es el símbolo conmemorativo a la dictadura más importante, pero no es el más imponente. El Monumento a los Héroes de España, de cinco metros de altura, es un claro ejemplo de arquitectura que honra el régimen pasado. “En la plaza había un quiosco donde se reunía la intelectualidad progresista y fue tildado de ‘infecto’ por las fuerzas sublevadas. Y por eso fue arrasado, y su dueño, Julio Caro, fue fusilado”, explica Vicente Moga.

En el documento remitido al juez, el Gobierno de Melilla afirma que la parte realizada en bronce es “de calidad artística” por haber sido realizada por Vicente Maeso, “un autor de prestigio”, aunque admite “la importante carga ideológica” del resto del conjunto escultórico. En agosto de 2017, el Ejecutivo local acordó la retirada, pero ahí sigue, ubicado a 50 metros de la céntrica plaza de España.

Monumento a los Héroes de España

“Los habitantes de Melilla no son franquistas”

Los monumentos no son las únicas huellas que recuerdan al franquismo en Melilla, sino también los actos.

Hace apenas dos años, en marzo de 2017, El Confidencial informó del entierro del general golpista José Sanjurjo (1872-1936) en el Pabellón de Héroes Regulares del Cementerio de Melilla, en secreto y con representación de altos mandos militares y políticos. Los restos habían sido exhumados del Mausoleo de los Caídos de Pamplona después de un fallo judicial y con la complicidad del Ministerio de Defensa.

Un mes después del acto fúnebre, se supo que el propio Juan José Imbroda y el comandante general Fernando Gutiérrez Díaz de Otazu habían acudido a las exequias de José Sanjurjo. El presidente de la ciudad autónoma subrayó en rueda de prensa que él “nunca había sido franquista”, pero que justificaba su asistencia al entierro porque el general Sanjurjo había defendido Melilla en la guerra contra los rifeños de 1921.

“Los habitantes de Melilla no son franquistas”

Cementerio de Melilla

Los habitantes de Melilla no son franquistas y la mayoría repudia que el dictador tenga una estatua en el puerto, pero el poder cultural de la vida castrense es muy fuerte y hemos vivido una remilitarización de la sociedad en la última década”, señala el director del Archivo Histórico. “Aquí hemos cambiado a la iglesia por los militares y a los actos culturales, en lugar de acudir el obispo rodeado de curas, va el comandante general con toda su cohorte. Melilla es difícil”, sostiene Vicente Yoga.

Melilla tuvo el ‘honor’ de exhibir la úlitma estatua ecuestre de Franco

En Melilla, sin embargo, el franquismo no es palpable solo en las calles, en los cuarteles, en las instituciones y en las iglesias. La ciudad tuvo también el ‘honor’ de contar con la última estatua ecuestre del dictador, retirada en 2010, la cual se encontraba en el Acuartelamiento Millán Astray de Melilla, sede del Tercio Gran Capitán I de La Legión.

En 2010, aprovechando un resquicio legal, la estatua ecuestre fue cedida a la Fundación Gaselec, perteneciente a la empresa del mismo nombre, principal distribuidora de electricidad de la ciudad. Fue ubicada en el patio de la sede de Gaselec. A su lado, se encuentra un conjunto escultórico dedicado al general Juan Yagüe (1891-1952). La mencionada fundación restauró la obra después de que fuese retirada en 2009 del pueblo soriano de San Leonardo de Yagüe, lugar de nacimiento del militar golpista.

* El Ejecutivo de Juan José Imbroda no contestó a las cuestiones enviadas por este medio

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