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Conducimos el Mercedes GLC Fuel Cell

Mercedes lleva trabajando desde mediados de los años ochenta en la tencología del hidrógeno. El GLC Fuel Cell es su gran novedad, un coche que también

Solo pudimos recorrer unos 20 kilómetros, pero fue una prueba interesante porque supone un nuevo paso adelante hacia la movilidad del futuro.

Además de los modos de conducción, este GLC Fuel Cell permite cuatro modos de uso de su sistema de gestión de la energía.

Mediante esta pantalla se puede gestionar el flujo de energía en todo momento, cuándo funciona la pila de combustible, cuándo recarga la batería cuándo emplea electricidad de la batería.

Nuestra prueba con el GLC Fuel Cell la hicimos cerca de Fráncfort dentro de una prueba programada de toda la gama GLC.

Es la solución definitiva, pero requiere una infraestructura del hidrógeno que de momento es muy escasa en Europa y casi nula en España.

Parece un GLC más, pero en realidad es un coche que ofrece un gran potencial. La sociedad demanda vehículos todocamino y cero meisiones y este cumple con las premisas.

Lo que me parece más destacable es que no es una unidad de pruebas, un coche de desarrollo, sino que es un vehículo que se vende a empresas y que utilizan conductores de esas empresas.

Casi no se aprecian cambios en cuanto a su aspecto exterior. Tan solo el anagrama Fuel Cell y en la parte inferior derecha la tapa con el punto de recarga para sus baterías.

 

Mercedes lleva trabajando desde mediados de los años ochenta en la tencología del hidrógeno. El GLC Fuel Cell es su gran novedad, un coche que también es enchufable, que ofrece hasta 478 kilómetros de autonomía y que se conduce como un coche eléctrico más. Es el futuro de la movilidad sostenible, si llegan las infraestructuras de hidrógeno necesarias.

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