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Esto es lo que hay dentro de la caja fuerte del fin del mundo

En 2008 se inauguró en el archipiélago de Svalbard –a 1.300 kilómetros del Polo Norte–, el Banco Mundial de Semillas, una enorme caja fuerte que pretende mantener

La caja fuerte del fin del mundo está situada en tierra firme, y a más de 130 metros sobre el nivel del mar, lo que asegura su superviviencia ante un posible deshielo del Polo. Es impermeable a la actividad volcánica, resistente a los terremotos e, incluso, a la radiación de un posible cataclismo nuclear. (Foto: REUTERS/Heiko Junge/NTB Scanpix)

Según la fundación a cargo del Banco Mundial de Semillas, The Crop Trust, Svalbarb es el lugar más al norte del mundo al que llegan vuelos regulares. (Foto: Google Maps)

Su situación en pleno Ártico no es casual: en caso de que se estropeara el sistema de refrigeración, el permafrost que rodea la instalación mantendría las semillas a una temperatura adecuada. Se trata de una zona que tiene además poca humedad. (Foto:Jens Büttner/dpa/Corbis)

El almacén guarda semillas de más de 60 instituciones y cientos de países, casi todos los del mundo, recogidas de entre más de 1.500 bancos genéticos. (Foto:Visuals Unlimited/Corbis)

Las semillas se almacenan en Svalvard para contar con repuestos de seguridad en el caso de que los banco locales sean dañados. Y es algo que ocurre. En sólo una década se ha ido al traste el banco de semillas de Irak, el de Afganistán, el de Filipinas y un banco de Egipto(Foto: Massimo Brega/Visuals Unlimited/Corbis)

En el almacén de Svalbard la diversidad genética de los cultivos mundiales se mantiene a salvo, bien cuidada por los técnicos del complejo y correctamente clasificada. Este es Cary Fowl, el fundador del complejo. (Foto: REUTERS/Bob Strong)

Las muestras de semillas se envían a Svalbard en grandes cajas, que pasan por un escáner de rayos X antes de introducirse en el almacén, para asegurarse de que no contienen más que los granos. (Foto: REUTERS/Heiko Junge/NTB Scanpix)

La azotea y parte de la fachada están diseñados a modo de obra de arte, algo obligatorio en todos los edificios públicos de Noruega. En la entrada hay una escultura de hielo de un oso polar. (Foto: REUTERS/Bob Strong)

Para acceder al almacén hay que atravesar cinco puertas con cerraduras codificadas. Siempre hay guardas controlando el edificio. (Foto: REUTERS/Bob Strong)

La bóveda está, además, rodeada de osos polares, que exceden en número a los humanos en la isla. Según The Crop Trust estos animales suponen una capa extra de seguridad. (Foto: REUTERS/Balazs Koranyi)

La temperatura dentro del almacén se mantiene a menos 18 grados centígrados, el suficiente frío como para mantener a las semillas en buenas condiciones para ser utilizadas durante miles de años. (Foto: Jens Büttner/dpa/Corbis)

El depósito alberga ya más de 865.000 variedades, que representan en torno a la mitad de los cultivos que se conocen en el mundo. Cada muestra contiene unas 500 semillas. (Foto: REUTERS/Bob Strong)

El edificio tiene capacidad para almacenar entre sus tres depósitos principales unos 4.5 millones de muestras, lo que supone más de 2.000 millones de semillas. (Foto: Massimo Brega/Visuals Unlimited/Corbis)

Las semillas se mantienen a buen recaudo en cajas selladas para prevenir cualquier extracción no autorizada. (Foto: Massimo Brega,/Visuals Unlimited/Corbis)

El pasado septiembre, debido al conflicto bélico en Siria, se extrajeron por primera vez las muestras de varias semillas, que habían sido dañadas tras un ataque al banco genético de Alepo. (Foto: Visuals Unlimited/Corbis)

Según las previsiones de la ONU, en 2050 habitaremos en el mundo nueve mil millones de personas, un 34% más de los que somos ahora. Y algo tendremos que llevarnos a la boca. ¿Aguantarán las semillas que usamos hoy las condiciones del futuro o tendremos que recurrir a algunas de las variedades que abandonamos años atrás? Sólo el tiempo dirá si ha sido útil invertir tanto dinero en la caja fuerte del fin del mundo. (Foto: Jens Büttner/dpa/Corbis).

 

En 2008 se inauguró en el archipiélago de Svalbard –a 1.300 kilómetros del Polo Norte–, el Banco Mundial de Semillas, una enorme caja fuerte que pretende mantener a buen recaudo, y para siempre, las más preciadas variedades de semillas que conoce la humanidad, que descansan listas para ser cultivadas en caso de que tuviéramos que enfrentarnos a cualquier desastre.

El almacén no suele abrirse para depositar nuevas semillas más de tres veces al año, y sólo el donante tiene acceso a éstas. Por suerte, en algunas de estas visitas, se ha permitido el acceso a fotógrafos, gracias a los cuáles conocemos que hay dentro de esta caja fuerte del fin del mundo. Este es un recorrido gráfico entre sus paredes.  

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