Las demoliciones controladas, en las que se hace implosionar un edificio, son una mezcla milimétrica de ingeniería y explosivos. Este método se utiliza generalmente para derribar grandes construcciones, como rascacielos, chimeneas, torres... Cualquier error de cálculo puede ser fatal, ya que el tiempo que tarda la estructura en venirse abajo es de apenas unos segundos.
Si la situación de los explosivos no es la correcta, es posible que la estructura no se derrumbe sobre sí misma, lo que puede ser fatal para los edificios colindantes. También hay que calcular cuál será la trayectoria de los escombros: pueden salir despedidos a grandes distancias poniendo en peligro la vida de las personas.
Hay otros dos riesgos adicionales de estas explosiones controladas: uno, cuando el edificio no se derrumba por completo, quedando inestable y peligroso incluso para una demolición manual; el otro es el de la onda expansiva. Si no se calcula bien la cantidad de explosivos y su ubicación, la onda puede causar enormes daños materiales en las zonas cercanas.
En la galería de imágenes puedes ver algunas de las mayores demoliciones controladas de los últimos años: desde casinos y fábricas a chimeneas y enormes hoteles.