La otra pandemia tras el covid-19: patologías asociadas a la salud mental

Por Alberto G. Luna

La epidemia del SARS que tuvo lugar en 2003 causó, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), 774 muertos en todo el mundo. Pero este virus que originó el llamado Síndrome Respiratorio Agudo y Grave dejó otras víctimas que no aparecieron reflejadas en ningún índice. Y todas con un denominador común: trastorno depresivo.

Hoy, el mundo ha sido golpeado a una escala mucho mayor por el covid-19. Más de 3,5 millones de contagiados y 245.000 muertos. Una nueva peste de cuyas secuelas psicológicas nadie, ya se encuentre confinado en una idílica casa con jardín y despertares de periódico en la puerta o una humilde vivienda de 40 metros cuadrados, está a salvo.

Desde EC Brands continuamos con el mapa de los riesgos que amenazarán a los distintos sectores durante este 2020. Centrándonos ahora en el de la salud y, según ha reconocido a este periódico la Fundación Española para la Prevención del Suicidio, "la nueva pandemia que se aproxima". Si tienes interés en saber más, puedes consultarnos aquí.

¿Quién cuidará a los cuidadores?

Apoyado sobre un respirador artificial y metido en una bata que probablemente haya conocido días mejores, el doctor Jesús Malverde (nombre ficticio), nos recibe en la UCI de un conocido hospital madrileño donde trabaja como jefe de Medicina Interna. Con el dedo índice de su mano señala en una pizarra la lista de los pacientes. En verde los admitidos. En rojo los aspirantes a serlo. Pero esto tan solo es la teoría porque "cada día es un mundo", recita casi de memoria. Desde la distancia de su escritorio cubierto de informes amontonados, nos describe qué tuvo que hacer para no sucumbir frente al virus con una única condición: que no le citemos.

"Desestimamos a varones de edad media con sobrepeso simplemente porque eran los que peor iban"

"No podíamos tratar a todos porque no teníamos los medios para ello. Faltaban respiradores, camas y medicamentos. Compramos Hidroxicloroquina en farmacias en las que aún quedaba. También se nos acabaron otros tan básicos como el Paracetamol. Un día dejamos de tener suficientes y tuvimos que decidir". ¿Qué criterios seguisteis? Preguntamos. Y nos mira con la desconfianza del que muerde una moneda de oro y no las tiene todas consigo. "Llegamos a desestimar a varones de edad media con sobrepeso simplemente porque comprobamos que eran los que peor iban. No eran candidatos a UCI. También a los más mayores o con Síndrome de Down. Al final, en lo que te fijas es en la esperanza de vida que salvas. Había momentos en los que el volumen de pacientes era inasumible y tuvimos que tomar decisiones muy rápido con la poca información que teníamos".

Los trabajadores de la salud que cuidaron a los pacientes con SARS en Hong Kong (región donde se cebó especialmente con 297 muertes), mostraron estrés postraumático, además de ansiedad y depresión. Incluso dos años y medio después de la tragedia. Los mismos síntomas que ya están experimentando los primeros que se enfrentaron al coronavirus en Wuhan. Las pésimas condiciones de trabajo, el hecho de tener que decidir qué pacientes reciben el tratamiento o no, el miedo a contraer el virus (el nuestro es el primer país en sanitarios infectados) o, peor aún, llevarlo a sus casas son algunas de las razones que alimentan estos traumas.

"Había momentos en los que el volumen de pacientes era inasumible y tuvimos que tomar decisiones muy rápido"

En sus peores días Malverde llegó a firmar hasta diez defunciones, algo que, reconoce apesadumbrado, no descarta le haya podido hacer desarrollar algún tipo de mecanismo de defensa. "No se afronta. Sigues trabajando porque no tienes otra alternativa. De eso depende que otros vivan". La sala en la que nos encontramos, hace escasos días no admitía a más pacientes. Hoy está tan concurrida como la línea 10 del metro un domingo a las doce de la noche. "Menos de la mitad que los peores días de la crisis", apostilla el jefe de Medicina Interna.

Algo parecido ocurrió en el hospital de campaña de Ifema, que se clausuró el pasado 1 de mayo y los primeros días tuvo que asumir más enfermos de los previstos. María del Carmen se enteró de que había contraído el coronavirus cuando le hicieron la prueba, pero en realidad ella ya lo sabía. La noche anterior la había pasado con 38 de fiebre y tenía tos seca. Es una de las sanitarias de refuerzo que llegaron a Ifema en lo peor de la pandemia y ahora, con la curva aplanada, no le garantizan renovar su contrato. "Cuando llegamos no todos teníamos epis (equipos de protección individual), ni mascarillas. Tuvimos que utilizar bolsas de basura recicladas y gafas de bucear para protegernos".

"Tuvimos que utilizar bolsas de basura recicladas y gafas de bucear para protegernos"

¿Cuál es el impacto psicológico que tendrá el covid-19 en los trabajadores de la salud? Ningún experto se atreve a decirlo. Quizás porque nadie lo sepa con certeza. Pero todos se remiten al mismo paralelismo: una catástrofe o la guerra. "El principal problema de esta crisis es que es crónica, no sabemos cuándo va a terminar. A diferencia del 11-M que tuvo un principio y un final. Ahora no son conscientes, pero pueden terminar desarrollando ciertas patologías como el síndrome del superviviente, abandono del trabajo o dificultades a la hora de tomar decisiones". El propietario de esta voz que suena cansada (tan solo es mediodía y su teléfono no ha parado de comunicar en toda la mañana), es Jesús Linares, psicólogo y coordinador del dispositivo de emergencia del Ministerio de Sanidad y la Comunidad de Madrid. Y estos días precisamente, no le falta trabajo. "Algunos de ellos siguen trabajando en los mismos lugares donde vivieron esas experiencias, lo que puede provocar recuerdos traumáticos. Sin embargo, suelen ser reacios a buscar ayuda psicológica. Principalmente los médicos. Y más ellos que ellas", recalca.

Ya existen teléfonos de ayuda a los trabajadores de la salud e iniciativas como por ejemplo Mediahoracontigo, una plataforma con sesiones de media hora de 'coaching' por teléfono. Pero no es suficiente. La conciencia temprana con grupos de terapia, la evaluación precisa del trauma y sus efectos, además de las acciones oportunas pueden reducir la huella del covid-19. Si ignoramos la urgencia de estos esfuerzos ahora, los sistemas de salud pueden pagar un alto precio en el futuro. De la misma forma que Juvenal (y más tarde Watchmen) se cuestionó la integridad de las autoridades con su Quis custodiet ipsos custodes?, el sector sanitario está obligado a hacer lo propio con sus trabajadores. ¿Quién sino, cuidará a los cuidadores?

"La pandemia del futuro se llama depresión. Cualquier factor que la aumente nos preocupa ya que se encuentra detrás del 60% de los suicidios"

Depresión, la pandemia del futuro

Según la OMS, las medidas de confinamiento por el covid-19 incrementarán los índices de depresión y suicidio en la ciudadanía. Algo que ya está ocurriendo en China y que, sin embargo, a Andoni Anseán, presidente de la Fundación Española para la Prevención del Suicidio, no le pilla por sorpresa: "La pandemia del futuro se llama depresión. Cualquier factor externo que la aumente a nosotros nos preocupa ya que se encuentra detrás del 60% de los suicidios".

En España, el suicidio lleva siendo la primera causa de muerte no natural durante los últimos 12 años. Y sigue creciendo: en 2017 la tasa aumentó un 3,1% respecto al año anterior. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), 3.679 personas se quitaron la vida y se estima que más de la mitad sufría algún tipo de trastorno depresivo. Una cifra que, según los expertos, se queda corta ya que en muchos casos se falsean los partes de fallecimiento con intoxicaciones, ahogamientos o incluso caídas 'accidentales'.

No podemos saber si durante el confinamiento se están produciendo más o menos porque esos datos están custodiados por el INE, que no los publicará hasta 2022. Los expertos consultados auguran que serán menos, ya que el suicidio generalmente es un acto íntimo que se lleva a cabo en soledad. Dentro o fuera de casa (en lugares idolatrados incluso, asociados con la muerte y la tragedia) siempre y cuando estés solo. Pero, ¿y después? "Se producirá un incremento de los trastornos mentales, depresión y conducta suicida", sentencia Anseán. "Ya ocurrió en el pasado, tras la crisis económica. La tasa de desempleo guarda una estrecha relación con el suicidio.Y volverá a ocurrir lo mismo. Es por esto que se antoja necesario reforzar el sistema sanitario".

"La tasa de desempleo guarda una estrecha relación con el suicidio. Y volverá a ocurrir lo mismo"

El distanciamiento social, la incertidumbre y la economía (el Gobierno prevé que el derrumbe sea del 9,2% en 2020) son factores que también pueden generar una ansiedad difícil de manejar. Estudios apuntan a esta última como una de las principales causantes de la depresión. En la última crisis económica que tuvo lugar en España sin ir más lejos, se incrementaron los trastornos del ánimo un 20% , los de ansiedad un 8% y los de abuso de alcohol un 5%.

Por otra parte, la depresión también puede amplificar los síntomas de las enfermedades crónicas y causar una mayor disfunción inmunológica. Sin embargo y lejos de visitar al médico, los pacientes están desarrollando un temor generalizado a acudir a consulta o urgencias por miedo a contraer el virus. Según Malverde "se ha producido un descenso de asistencias en patologías graves, lo que evidencia que muchas personas están pasando estos episodios agudos en sus domicilios. Hasta hace poco hemos tenido camas ocupadas por pacientes fallecidos más de 24 horas porque no había funeraria que los recogiera. Hoy están vacías. Y yo me pregunto, ¿dónde están todos los pacientes crónicos que acudían a consulta o llenaban las urgencias?"

"Hasta hace poco hemos tenido todas las camas ocupadas. ¿Dónde están los pacientes crónicos que acudían a consulta o llenaban las urgencias?"

Otro problema es el estigma social. Muchos pacientes llegan con problemas a la atención primaria y no los cuentan. ¿Cómo prevenir entonces los posibles casos de suicidio? Algunos médicos apuestan por incluir un psicólogo en esa fase temprana. La Inteligencia Artificial (IA) por su parte, ya ha demostrado ser capaz de predecir el riesgo de una persona con problemas de salud mental mejor que los estudios clínicos tradicionales. Por desgracia, son muy pocos los hospitales que están aplicando estos avances tecnológicos y tampoco hay un plan nacional para la prevención del suicidio. Según Andoni Anseán: "No ha existido Gobierno en España que cuente con uno. Carmen Montón estuvo cerca, pero su fugaz paso por el Ministerio de Sanidad dio al traste con el proyecto. Sin embargo, sí lo tienen algunas comunidades como el País Vasco, La Rioja, Galicia o ahora las Islas Baleares, entre otras".

La primera causa de muerte no natural en España, la primera en el tramo de edad entre los 15 y 29 años, solo ocupa unas pocas líneas y un paréntesis en la inmensidad de los programas electorales de los grupos políticos. Es hora de que esta lacra silenciada sea considerada una prioridad para el Gobierno.