Estas son las crisis que afectarán a las energéticas en 2020 (y cómo afrontarlas)

C.O/A.S

En un mundo que no para de cambiar, la única certeza que existe es la incertidumbre. Actualmente, son muchos los sectores que se están enfrentando a cambios importantes: el financiero, sanitario o tecnológico, pero también el energético, que se estaba moldeando a la entrada de las renovables y a un futuro más verde. Unos cambios que el covid-19 ha multiplicado de manera exponencial.

Estas son algunas de las amenazas que pueden poner en entredicho la reputación de las compañías de este sector, y las claves para reforzarla. ¿Quieres saber más? Puedes consultarnos aquí.

1. Caída de la demanda de energía

La demanda energética se encuentra especialmente afectada por el coronavirus. Como registra el Global Energy Review 2020, elaborado por la Agencia Internacional de la Energía (IEA, por sus siglas en inglés), la totalidad de los países ha visto cómo su demanda energética ha caído en picado durante los últimos meses.

El informe compara la demanda energética del primer trimestre de 2019 con la del primer trimestre de 2020. El resultado es un hundimiento del 6,1%. Y la razón, según este estudio, radica en el notable descenso de la actividad económica en sectores de alta demanda energética.

Sin embargo, esta caída no se debe exclusivamente al coronavirus. También han influido las condiciones climáticas, ya que la mayor parte del invierno ha registrado temperaturas mucho más suaves, lo que hace que la demanda de la energía asociada a esta época (calefacción, sobre todo) baje sustancialmente.

También cabe destacar la disminución de demanda del gas, que cayó un 5% de un año para otro. Una cifra que podría haber sido aún mayor si no fuera por sus bajos precios, que atenuaron esa caída. Según el World Energy Outlook 2019, tampoco es culpa únicamente de la pandemia. Es más, de aquí a 2040 Europa será la única región en la que la demanda de gas para el consumo doméstico baje hasta los 79.000 millones de metros cúbicos al año, una caída achacable a la progresiva descarbonización del sector en nuestro continente y al aumento de las energías renovables en el mix energético, como refleja el informe ‘Decarbonization and industrial demand for gas in Europe’ elaborado por el Oxford Institute for Energy Studies.

¿Hay alguna buena noticia derivada de este descenso en la caída? En realidad, sí. Para el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, la caída de varias fuentes energéticas es “una oportunidad” para que los gobiernos prioricen las energías limpias en sus paquetes de recuperación económica poscovid-19 con miras a cumplir los objetivos del Acuerdo de París. Así queda reflejado en el informe ‘Global trends in renewable energy investment 2020’. Precisamente las renovables están en pleno ascenso y han conseguido crecer cerca de un 1%, aupadas también por el innegable cambio climático, y es por eso que las energías renovables reciben “prioridad en la red” y no se les pide que ajusten su producción para satisfacer la demanda, “aislándolas de los impactos de una menor demanda de electricidad”, afirma la IEA.

Ante esta realidad en la que la demanda de energía no parece que vaya a recuperarse al menos a corto plazo, el futuro de las empresas energéticas pasa por acelerar sus proyectos de energías renovables, cuya energía resiste mejor las coyunturas del consumo.

“Europa será la única región en la que la demanda de gas para el consumo doméstico, baje”

2. El frenazo de la energía solar

Durante los dos meses más duros del confinamiento en España (marzo y abril), las energías renovables llegaron a unos porcentajes del mercado eléctrico del 70-75% en toda la energía que se consumía en esos momentos. Así lo ha registrado un informe del Observatorio de la Sostenibilidad (OS): en abril se alcanzó el máximo histórico de penetración diaria de estas energías limpias con un 70,9%. Durante más de siete horas, el porcentaje de electricidad que procedía de renovables fue mayoritario. La generación fotovoltaica “logró atender al 27,6% de la demanda, un hecho que se produce por primera vez desde que existen datos”, deja claro el doctor en Ecología y miembro del OS, Fernando Prieto.

Dentro de las energías renovables, hay una con especial relevancia, la energía solar, que registró en 2019 números nunca antes vistos. El año pasado se estableció un récord en la instalación de plantas fotovoltaicas en suelo, con 4.201 MW de nueva capacidad, y también en autoconsumo, con 459 MW. La Unión Española Fotovoltaica ha destacado que por primera vez desde 2008 nuestro país se situó como líder en el mercado europeo de este tipo de energía y sexto a nivel mundial. También ha puesto de relevancia esas cifras otro informe, el ‘EU Market Outlook 2019-2023’ de Solar Power Europe, que lo ha calificado como “el inicio de una nueva era”.

Con esas cifras a cierre del año pasado, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) auguraba un gran despegue hasta 2024. Sin embargo, la pandemia del coronavirus ha rebajado esas expectativas. La AIE cree que este 2020 caerá la capacidad de instalación de energías renovables, en parte debido a los retrasos en la construcción de los medios de generación por los problemas en las cadenas de suministro. También por las nuevas medidas de distanciamiento que encarecen los costes o las dificultades financieras. En la instalación de fotovoltaicas, la Agencia Internacional de la Energía estima que la caída a nivel global será del 18% con respecto a 2019.

En nuestro país, la Unión Española Fotovoltaica (UNEF) también cree que no se repetirán los números del año pasado aunque el impacto de la pandemia en los proyectos de las grandes plantas no será “dramático”. “Quizá aquellos que se iban a conectar este año a la red lo harán a principios de la que viene”, explica José Donoso, director de UNEF.

Las consecuencias más duras estarán en la pequeña y mediana industria, así como en el sector servicios. Golpeados por la crisis económica, el dinero que tenían para invertir en energía solar irá destinado a otras partidas pero no a inversiones en renovables. La otra cara de la moneda está en el sector doméstico. “Las economías familiares que no han perdido el trabajo han ahorrado durante el confinamiento y han tenido tiempo de pensar en este tipo de proyectos sostenibles”, aclara Donoso.

En 2020 caerá la capacidad de instalación de energías renovables, en parte debido a los retrasos en la construcción

Para las grandes energéticas, el impacto del coronavirus deja sobre la mesa un reto que no es nuevo: adecuarse a este nuevo ‘statu quo’, “con la entrada de nuevos actores, un mercado micro, de autoconsumo, nuevos modelos de negocios que surgen con esa capacidad disruptiva”, en palabras de Donoso. Además, que las energías renovables sustentaran parte de la red durante el confinamiento deja más patente la necesidad de renovar el sistema de precios de la electricidad para adecuarlo a estos actores.

El covid ha acelerado procesos ya marcados en la agenda y, lejos de constituir un revés, puede también significar una oportunidad. Así lo cree el Real Instituto El Cano que apuesta por intensificar la transición energética y el Pacto Verde Europeo. Estiman los autores de este artículo, que acelerar el Pacto Verde tendrá efectos positivos sobre la actividad “que pueden hacerse sentir a corto plazo, pero también prolongarse en el futuro con un cambio del modelo energético europeo”.

La crisis económica que ha dejado la pandemia ha puesto en evidencia que es necesario apostar por sectores en auge para generar empleo y riqueza, y las energías renovables —y en concreto la fotovoltaica— están en buena posición en esta carrera. No solo por el beneficio para el planeta o por su auge, sino porque existen objetivos que cumplir: el sector eléctrico deberá ser 100% renovable en 2050.

3. Emisiones y contaminación

La UE se ha comprometido a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en, al menos, un 40% de aquí a 2030 con respecto a 1990 y alcanzar la neutralidad de carbono en 2050. El objetivo de España impuesto por Europa es de un 26% respecto a niveles de 2005. Esta es su evolución:

Los datos provisionales de 2019, publicados por el Gobierno en julio, estiman que las emisiones brutas de CO2 han disminuido un 6,2% respecto a 2018, un descenso que ha sido posible por la reducción del carbón y la apuesta por las renovables. La buena noticia es que la emisión de gases ya no va asociada al crecimiento económico; antes, cuanto más crecía el PIB más aumentaban los gases contaminantes. Ahora son números dispares: las emisiones de CO2 descendieron el año pasado mientras el PIB creció un 2%. El Gobierno también destacó que 2019 rompió la tendencia de asociar un mal año hidráulico con una subida de gases de efecto invernadero.

Los sectores que más gases de efecto invernadero emiten son transportes, industria, generación de electricidad y la agricultura y ganadería

Según este informe, los sectores que más gases de efecto invernadero emiten son transportes (29%), industria (20,6%), generación de electricidad (13,5%) y la agricultura y ganadería (12,5%). La generación de electricidad redujo sus emisiones en casi un 29% con respecto al año anterior debido a la descarbonización, la reducción de un 64,9% de la producción eléctrica a partir del carbón.

Según el último informe del Observatorio de la Sostenibilidad, seis de las diez empresas más contaminantes de España por emisiones de CO2 son energéticas. “Tan solo estas seis empresas son responsables del 16,2% del total de gases de efecto invernadero del país, y del 44,3% del total de las emisiones sometidas al mercado de emisiones y, por ello, son responsables en gran parte de las emisiones totales de CO2”, explica Fernando Prieto, doctor en Ecología y uno de los autores del informe.

Pese a ello, el esfuerzo de las eléctricas por desprenderse del carbón ha sido importante en el último año. Algunas han llegado a reducir el 46% de sus emisiones entre 2018 y 2019, como Endesa; Naturgy, con un 32% o EDP, con un 23%. Otras han aumentado en el último año dichos porcentajes. Para Prieto, existen dos tipos de energéticas, las que producen electricidad “y que se están descarbonizando hace años” y las grandes petroleras, “que apenas han reducido sus emisiones en España desde que existe información”.

Este 2020 es clave para todas las empresas de producción de energía. El Gobierno aprobó en mayo el proyecto de Ley de Cambio Climático con el objetivo de la descarbonización de España en 2050 y como eje sobre la que “pivote la reconstrucción social y económica del país”. Dice el Observatorio de la Sostenibilidad que la década entre 2020 y 2030 será importante para cambiar el modelo productivo, “y poder empezar a solucionar el cambio climático”. Para ello, las energéticas son “parte de la solución como ahora son parte del problema”. “Tienen el deber de seguir descarbonizábdose hasta llegar a las cero emisiones”, apunta Prieto.

El miembro del Observatorio de la Sostenibilidad también pone el foco en el punto de inflexión que ha supuesto el covid-19, ya que ha acelerado “de forma vertiginosa” los proceso de transformación hacia una producción de energía más sostenible. “Ha sido el año del despertar del ciudadano, exigiendo escenarios más seguros. Después de aplanar la curva del covid-19 será necesario aplanar la curva del clima”.

Según el último informe del Observatorio de la Sostenibilidad, seis de las diez empresas más contaminantes de España por emisiones de CO2, son energéticas

Las emisiones diarias de CO2 cayeron durante el mes de abril de media un 17% a nivel mundial y un 31,9% en España debido a las restricciones de movilidad y actividad económica, según un estudio publicado en la revista científica ‘Nature climate Change’. Por sectores, esa lista lo encabeza el transporte terrestre, con una reducción del 43% en el pico del confinamiento mundial (7 de abril), industria (25%), la generación de energía (19%) y aviación (10%). España mostró unos datos por encima de lo normal: si la media de emisiones en cada país en el pico del confinamiento llegó al 26%, en nuestro país se alcanzó casi el 32%.

Prieto explica que abril fue “el mes de la inflexión, donde el sector eléctrico tocó el suelo en emisiones mensuales, siendo las más bajas desde 1990”. Y para el experto es el camino a seguir. “Los ciudadanos no van a permitir que las energéticas, por no cambiar una serie de procesos, nos lleven a un futuro más incierto e insostenible”.

Es evidente que los datos de emisiones de un confinamiento no pueden ser la referencia, pero sí la tendencia hacia la que deben ir las grandes compañías para reducir las emisiones de CO2 y cumplir con los compromisos del Acuerdo de París. Solo con la reducción de los gases de efecto invernadero de quienes más contaminan se podrá dar el primer paso para no aumentar la temperatura del planeta más de un grado y medio, algo imprescindible para frenar el cambio climático. Y aquí la pelota está en el tejado de las eléctricas que necesitan completar su proceso de descarbonización. Un riesgo reputacional que deberán asumir en el caso de no hacerlo.

Si la media de emisiones en cada país en el pico del confinamiento llegó al 26%, en nuestro país se alcanzó casi el 32%

4. Ataques a infraestructuras críticas

El pasado mes de marzo, la empresa española de ciberseguridad Tarlogic descubrió una grave vulnerabilidad en varios contadores inteligentes de la luz y demostró cómo podían dejar sin luz a un barrio entero en apenas unos minutos. El sistema eléctrico español es hackeable, y quienes quieren atacar una infraestructura crítica (sistemas eléctricos, redes de agua, centrales energéticas…) nunca reparan en gastos ni en recursos.

La firma de ciberseguridad Check Point, en su estudio de predicciones para 2020, sitúa los ciberataques a este tipo de infraestructuras en el primer lugar. De hecho habla incluso de “una nueva guerra fría que se está intensificando y tiene lugar en internet a medida que las potencias occidentales y orientales separan cada vez más sus tecnologías e inteligencia”. El propio World Economic Forum, en la edición de 2020 de su Global Risk Report, sitúa los ciberataques a infraestructuras a la cabeza de los riesgos tecnológicos emergentes: el 76,1% de los directivos encuestados vaticinaba que este año aumentará este tipo de ciberataques.

Otras grandes auditoras de ciberseguridad como ControlRisks o la española S21SEC señalan las infraestructuras críticas como uno de los mayores objetivos del cibercrimen en 2020. ¿Es España una excepción dentro de este contexto? Ni mucho menos. “Aquí ha habido intentos de ataque a infraestructuras críticas y en algunos casos han sido exitosos”, cuenta Román Ramírez, consultor de ciberseguridad, en El Enemigo Anónimo. “Esto no se comenta en abierto, pero haberlos los ha habido. Yo he visto en directo cómo se entra a una infraestructura crítica donde puedes hacer determinadas cosas”. Según el Estudio sobre la cibercriminalidad en España, elaborado por el Ministerio del Interior, el Incibe-CERT gestionó un total de 107.397 incidentes de ciberseguridad durante el año 2019, de los cuales 818 se dirigían a infraestructuras críticas.

¿Cómo afecta esto al sector energético? Para empezar, acumula el 18,46% de los incidentes. Y en los últimos años el número de amenazas dirigidas a su actividad no ha hecho más que crecer, con especial importancia el pico de 2017.

Para Javier Rodríguez, de Tarlogic, esta situación “es grave y, si dejas sin electricidad a todo el mundo, tiene un impacto brutal. La industria tiene que ser consciente de que la inversión en ciberseguridad evita estas cosas”. Ramírez apunta en la misma dirección y, además, recuerda que no hablar del riesgo de ciberataques no hace que este desaparezca: “No creo que sea una buena política pretender que esto no sucede. La seguridad a través de la oscuridad se acabó hace ya muchas décadas, ahora cualquier ingeniero en tres minutos te saca muchas vulnerabilidades. Ataques a infraestructuras críticas los ha habido y los habrá”.

Las empresas energéticas están más expuestas que nunca a posibles ciberataques a sus infraestructuras críticas, e incluso puede que a veces dichos ataques no puedan ser sofocados. Por ello deben de estar preparadas para que, en caso de que hubiera un incidente, su imagen corporativa se vea lo menos afectada posible merced a una gestión efectiva y transparente de la comunicación de dicho incidente.

La firma de ciberseguridad Check Point, en su estudio de predicciones para 2020, sitúa los ciberataques a este tipo de infraestructuras en el primer lugar

Energéticas y su reputación: claves para reforzarla

Una reputación nunca se puede controlar al 100%, pero sí que hay varias claves que pueden ayudar a reforzarla, a minimizar riesgos y, sobre todo, a unir los ingredientes para que la compañía en cuestión tenga la mayor y mejor visibilidad posible.

1. Transparencia y comunicación

Si las empresas energéticas españolas van a optar por la protección del medioambiente y por el desarrollo de modelos más sostenibles, deben demostrar a la sociedad que esos son sus caminos. Para ello deberán ser transparentes a la hora de que los usuarios sepan lo que están haciendo (e incluso no haciendo). Los ciudadanos cada vez demandan más transparencia a las empresas, así que serán esas las que consigan generar una mayor confianza en el grueso de la sociedad. Una confianza que se verá reforzada con las acciones de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) que acompañen a la estrategia global.

Por otra parte, cuando surjan las crisis también habrá que ser transparentes: hay casos como los de los ciberataques en los que los incidentes acaban siendo inevitables, de modo que cualquier empresa deberá contar con un plan de comunicación de crisis para reaccionar de manera rápida y transparente ante cualquier incidencia a la que se pueda enfrentar.

Las compañías energéticas deberán apoyarse en las nuevas tecnologías y, si es necesario, en las empresas emergentes que mejor las dominan

2. Transformación

El sector lleva varios años experimentando una transición progresiva: los hábitos de consumo cambian, las preferencias de los usuarios también y las necesidades sociales y corporativas van encontrando nuevos objetivos. Las energéticas tienen dos retos básicos por delante: por un lado, contribuir a la construcción de un modelo de desarrollo sostenible; por otro, construir nuevos modelos de negocio en su industria, para lo cual deben apoyarse en las nuevas tecnologías y, si es necesario, en las empresas emergentes que mejor dominan dichas tecnologías.

3. Agentes del cambio

Si los mejores embajadores de una empresa son sus clientes, los mejores embajadores de una apuesta por la sostenibilidad son sus prescriptores. Si las empresas energéticas están comprometidas con el desarrollo sostenible, con la innovación y con las nuevas tecnologías, deben luchar por convertirse en el medio de comunicación de referencia en estos factores. Ya sea a través de su web oficial, de blogs dedicados o de su estrategia de marketing de contenidos.

Según un informe de la consultora Capgemini, el 86% de los directivos de varios países (entre los que se encuentran EEUU, Reino Unido, Francia, Alemania o China) admite haber observado prácticas éticamente cuestionables en relación a la IA en sus empresas en los últimos dos o tres años. Una encuesta del State of IA refleja que el 70% de los directivos se inclina a favor de la creación de un comité ético. Un ejemplo sobre esto son las iniciativas que han tomado tecnológicas como Google o Microsoft al adoptar unos principios éticos sobre el uso de la IA. Pero, ¿qué principios éticos deben seguir las empresas?

Todos estos ingredientes son complementarios y tienen un objetivo final: fortalecer la imagen de las compañías energéticas españolas. ¿Quieres saber más sobre cómo reforzar tu reputación? Puedes consultarnos aquí.