Son fotografías que golpean nuestra conciencia como un martillazo. El drama de la inmigración, el rastro de muerte que éste deja, frente a la vida cotidiana, que sigue con su quehacer diario sin inmutarse, en las costas europeas. La desesperación de quienes llegan, a la vista de todos.

Ahora que los ministros europeos de Interior se disponen a abordar este martes por primera vez la propuesta de la Comisión Europea (CE) para repartir entre estados miembros a 40.000 demandantes de asilo llegados a Italia y Grecia desde el pasado 15 de abril –con más de una decena de delegaciones en contra de la medida–, cabe rescatar imágenes que deberían haberse quedado grabadas en nuestra memoria. Muestran la llegada de refugiados e inmigrantes ilegales a las costas de España o Francia, pero también a Israel.