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En el corazón del nuevo Chinatown de Valencia

Entramos en el Chinatown de Valencia (Vea aquí el reportaje completo), una pequeña Beijing, Sanghai o, para ser más exactos, Hangzhou, capital de la provincia de Zhejiang,

Xuemei, Jiang y Ran, con el escaparate de su empresa de impresión y publicidad detrás. Llevan en España desde hace ocho años. Igual diseñan la presentación del menú de un restaurante chino que las cartelerías del Kebab del barrio. (Marga Ferrer)

De compras en uno de los varios supermercados repletos de productos chinos de importación que hay en el barrio. Hasta aquí vienen chinos de poblaciones del área metropolitana de Valencia a comprar alimentos y otros productos. (Marga Ferrer)

Una de las inmobiliarias de la calle Pelayo dirigida a clientes chinos, poco dados al alquiler y sí a la propiedad. Los que ya viven en España buscan preferentemente buenas ofertas de pisos con ejecuciones hipotecarias. Desde fuera también se compran casas de más de 500.000 euros para obtener la residencia. (Marga Ferrer)

Xinghai llegó a Valencia hace seis meses. Obtuvo un permiso de residencia temporal no lucrativa al acreditar una renta superior a los 2.130 euros mensuales. Tiene negocios inmobiliarios en China. (Marga Ferrer)

María y Pepe (no nos dicen sus nombres reales) llegaron a Valencia hace 15 años y montaron el restaurante Don Pepe con comida típica de Zhejiang. Aquí no hay tallarines tres delicias, pero la botella de ron Cacique sí que no falta. 

Son numerosos los restaurantes en los que se sirve comida china de verdad. Nada que ver con los wok o los restaurantes de rollitos de primavera. En el Chinatown de Valencia cada vez son más los españoles que hacen cola para probar la versión china del ramen o los fideos de arroz. Don Pepe, Frenazo, Felisano o Min Dou son los locales con mayor demanda. (Marga Ferrer)

A Qiang presume de títulos de peluquero homologados. Su local es de los más antiguos en el barrio y está abierto de lunes a domingo. La estética está de moda entre los chinos más jóvenes y las peluquerías están a tope, también de los muchos españoles que acuden a ellas atraidos por sus bajos precios. (Marga Ferrer)

José Manuel Méndez es un español entre chinos. Amante de la cultura asiática, montó su agencia de viajes con dos socios chinos. Asegura que los que viven en España viajan a su país hasta tres veces al año. Cada vez más hacen turismo interior por España. Marina d'Or les chifla. (Marga Ferrer)

En el Chinatown de Valencia también hay clases. Desde los negocios más modestos hasta los que presumen de coches de lujo. A los chinos les gusta el dinero y a algunos les va muy bien. (Marga Ferrer)

Este supermercado nutre de productos a particulares pero también a propietarios de restaurantes del barrio. Está pegado a la Estación del Norte de Valencia y ofrece todo tipo de referencias de importación, además de las básicas españolas para la cesta de la compra. Venden sacos de arroz de hasta 25 kilos (literal). (Marga Ferrer)

Nuestra guía en el recorrido. Keran Chang es la única abogada colegiada nacida en China en Valencia. Su despacho-asesoría resuelve todo tipo de entuertos legales a sus cerca de 200 clientes chinos, la mayoría del barrio. Su familia también gestiona una inmobiliaria con oficina en Valencia y Madrid en la que pueden encontrarse casas de más de 2 millones de euros. (Marga Ferrer)

Algunos (no todos) comerciantes de toda la vida no llevan nada bien la proliferación de locales y comercios chinos en el barrio. Eugenio tiene un bar desde hace cuarenta años. Sostiene que la competencia no es leal y pone en duda algunos comerciantes chinos cumplan con todos las normas, especialmente en lo que se refiere a legislación laboral. (Marga Ferrer)

 

Entramos en el Chinatown de Valencia (Vea aquí el reportaje completo), una pequeña Beijing, Sanghai o, para ser más exactos, Hangzhou, capital de la provincia de Zhejiang, la región de donde provienen el 70% de los chinos que viven en España. En apenas un lustro, un céntrico barrio de la capital valenciana se ha convertido en el vibrante polo neurálgico de la comunidad china. Aquí compran, comen, se arreglan el pelo y se relacionan. Olvídense de las mafias de polígono industrial, del arroz frito tres delicias y de la ternera con salsa de ostras. Los chinos de las calles Pelayo o Convento Jerusalem son el antídoto contra los tópicos y los prejucios, empezando por el de que no gastan y no viajan. Su destino preferido: Marina d'Or.

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