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Los secretos de los mejores retratos de Alberto Schommer

Españoles: Alberto Schommer ha muerto. El fotógrafo, nacido en Vitoria en 1928, ha pasado a la historia del imaginario español por sus retratos “psicológicos” de los

 

Españoles: Alberto Schommer ha muerto.

El fotógrafo, nacido en Vitoria en 1928, ha pasado a la historia del imaginario español por sus retratos “psicológicos” de los protagonistas sociales y políticos del tardofranquismo, la Transición y la democracia.

Tiempo pues para recordar la intrahistoria de alguna de estas fotografías.

Todo empezó cuando el diario ABC le encargó (1972) unos retratos de “chicas guapas”. El fotógrafo tomó una decisión que cambiaría el rumbo de la fotografía española: no hacer caso al encargo/hacer una cosa completamente diferente a lo que le habían pedido, como un retrato de Gregorio López Bravo, ministro de Asuntos Exteriores vinculado al Opus Dei, con un bebé en brazos. Al ABC le gustó la idea y publicó las fotos. Había nacido la leyenda de Schommer.

“Un día, caminando por la calle Serrano, vi cómo un coche enorme, oficial, se paraba junto a mí y de él bajaba López Bravo. Me contó que, al acabar un Consejo de Ministros, Franco les había dicho que, mientras ocuparan el cargo, no podían posar para 'ese fotógrafo extranjero'", contó una vez Schommer.

"Franco sabía que estaba metiendo el dedo en la llaga", añadió en otra ocasión.

De esa época es otra fotografía para la historia: la del cardenal Tarancón. "Le hice sujetar una soga a Tarancón y me dijo: '¿No vendrás a ahorcarme'?".  

Luego llegarían sus retratos para El País. Fotografías de los personajes relevantes del país que funcionaban, a su vez, como retrato psicológico de las luces y sombras de la democracia española.

“Cuando ponía la cámara frente a ellos, ya sabía lo que pensaban y cómo eran porque había preparado mucho las sesiones. No es el caso de Mario Conde, porque me citó él y me llevaron a su despacho. Preparé todo y cuando acabábamos de empezar le llamaron por teléfono. Estuvo hablando como media hora y al regresar dijo que no quería hacer la sesión. Tuve que arreglarme con las pocas que había hecho antes, en las que aparece apoyado en una silla con una tela detrás. No es una imagen crítica, es la foto de un hombre que quería ser mimado e intentó embaucar al Rey. Y si no es por Sabino Fernández Campo, lo habría logrado. Pero le diré que no es posible engañar a la cámara. Podían venir sonrientes, pero poco a poco les hacía ponerse serios y terminaba por aparecer su rostro real”, zanjó el fotógrafo.

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