4. London East Academy
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Más importante aún, la Mezquita de East London gestiona su propia escuela, la London East Academy. Se trata de un centro privado para educación secundaria, solo para varones. En marzo, el 'Evening Standard' informó que Zubair Nur, uno de sus estudiantes, supuestamente se había unido al ISIS.
Fachada del colegio Bethnal Green Academy.
Según Stand for Peace, el colegio también está controlado por el IFE. En octubre de 2014, el regulador educativo Ofsted ya alertó de que los alumnos tenían “influencias extremistas”. Entre los miembros de la directiva de la escuela se encuentran Gulam Robbani, que dirigió la campaña a la alcaldía de Rahman, y Abdul Qayyum, imán de la mezquita y signatario de la Declaración de Estambul, un documento que aboga por los ataques contra las comunidades judías y las tropas británicas.
Al terminar la jornada escolar, espero en la puerta. Los jóvenes salen con sus mochilas y ataviados con el 'thawb' (túnica). Las pocas madres que se acercan a recoger a sus hijos evitan hablar en cuanto se menciona la palabra radical.
Bethnal Green Academy
La situación se repite en Bethnal Green Academy. Al colegio tan solo le separan unas calles de Brick Lane, uno de los barrios de moda. Al dejar atrás la avenida principal con destino al metro de Old Street, uno vuelve a meterse en otro Londres paralelo. Las estudiantes también llevan velo de un negro intenso.
Esta escuela acaparó todos los titulares en febrero de 2015 cuando tres de sus estudiantes, de 15 y 16 años, decidieron escaparse de sus casas para viajar hasta Siria y allí poder casarse con un yihadista del ISIS. Seguían los mismos pasos realizados meses antes por otra compañera. En marzo del mismo año, las autoridades retiraron el pasaporte a otras cuatro chicas del mismo centro que mostraban idénticas intenciones.
En el colegio Madani Islamic School, el 'niqab' es obligatorio para las niñas a partir de los 11 años.
¿Qué lleva a ocho jóvenes del mismo colegio a querer unirse al Estado Islámico? La propaganda 'online' fue la explicación que se dio en su momento. Sin embargo, más tarde salió a la luz en el 'Daily Mail' un vídeo donde se podía ver al padre de una de las menores atendiendo a una marcha encabezada por el clérigo radical Anjem Choundary. También estaba Michael Adebowale, el mismo que asesinó a plena luz del día al soldado Lee Rugby con un chuchillo al grito de “Alá es grande”.
El director de Bethnal Green Academy, Mark Keary, asegura que la policía ha confirmado que no existen evidencias de que la radicalización de las menores se llevara a cabo en el centro. “Los estudiantes no pueden acceder ni a Facebook ni Twitter en los equipos del colegio”, matiza.
Sin embargo, distintos profesores parecen albergar puntos de vista extremistas. Tasif Zaman, responsable de orientación, ha expresado a través de las redes su apoyo a Babar Ahmad, un islamista británico condenado por cargos de terrorismo por un tribunal de Estados Unidos en 2014. También ha pedido la liberación de Shaker Aamer, a quien el líder de Al Qaeda Abu Zubaydah describió una vez como un reclutador “muy activo” para el grupo terrorista.
Una mujer en los aledaños de una escuela londinense.
Por su parte, Nabila Akthar, coordinador de eventos, es también responsable de Red Leaf. Se trata de un grupo islámico que da cobijo a activistas extremistas como Muddassar Ahmed, de la secta Tabligh, o Anas Al-Tikriti, de los Hermanos Musulmanes.
“Los escolares de Tower Hamlets crecen bajo la sombra de la ideología extremista, en gran parte financiada por el contribuyente británico. Mientras tanto, los medios de comunicación y los políticos están ocupados debatiendo las causas de la radicalización”, explica Westrop.
“¿Cómo es posible que diferentes 'think tanks' especializados hayan llegado a las mismas conclusiones y el Gobierno, con más medios, no vea esta realidad?”, pregunto. El experto asegura que los diferentes ejecutivos han trabajado con grupos radicales, ya que suponían “que los extremistas no violentos eran un aliado útil en la lucha contra el terrorismo”. “Es ahora cuando finalmente están empezando a entender que los extremistas no violentos, de hecho, juegan un papel clave en la radicalización de los jóvenes musulmanes y son, a menudo, parte de las redes terroristas más grandes”, matiza.