Mucho antes de James Cameron y su Avatar ya existían las tres dimensiones. De hecho, antes del cine fue la fotografía quien experimentó con la sensación de profundidad gracias a las imágenes estereoscópicas. El truco consiste en engañar al cerebro. Presentarle dos imágenes muy parecidas, con una ligera variación, una para cada ojo.
A la hora de juntarlas, la sensación de que existe una tercera dimensión aparecerá por arte de magia, en ese principio se ha basado toda la tecnología posterior.
En España también tuvimos foto estereoscópica, de hecho ahora, el Ministerio de Cultura libera tres archivos fotográficos datados en las primeras décadas del siglo XX y conservados en el Instituto del Patrimonio Cultural de España. Las imágenes fueron realizadas por fotógrafos aficionados y recogen patrimonio monumental, paisajístico e inmaterial.