Antonio Villarreal

Michael Mcloughlin

Javier Jorrín

Carmen Castellón

Sandra García

Pablo Narváez

r o b o t s

que nos quitarán el trabajo

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Antonio Villarreal

Michael Mcloughlin

Javier Jorrín

Carmen Castellón

Sandra García

Pablo Narváez

N

o importa lo alta que esté la tasa de paro. En España siempre hay ofertas de trabajo que se quedan sin cubrir, principalmente aquellas no cualificadas: camareros, albañiles, jornaleros o personal de limpieza.

Siempre se ha temido a la robotización por la cantidad de puestos de trabajo que podría destruir, ¿pero cuántos de estos trabajos que los españoles no queremos puede llegar a ocupar?

Al igual que sucedió en la revolución industrial del siglo XIX o en la automatización de las últimas décadas, los empleos de baja cualificación —manuales y repetitivos— son los más vulnerables a ser sustituidos.

El progreso es irreversible, pero nunca es una operación de suma cero: los empleos destruidos, ocupados en muchos casos por inmigrantes o personas de pocos ingresos, difícilmente serán reubicados.

"Los empleos destruidos, ocupados en muchos casos por inmigrantes o personas de pocos ingresos, difícilmente serán reubicados"

Además, a diferencia de los avances industriales de los siglos XIX y XX, la robotización ya no solo afecta a actividades industriales, sino también a empleos que tienen lugar en el hogar y cuya robotización era, hasta hace poco, impensable.

Cuidadores de niños o ancianos, dos tipos de trabajo que emplean a decenas de miles de personas en España están ahora en la rampa hacia la robotización. “Los trabajos automáticos que no necesitan creatividad o razonamiento desaparecerán con el tiempo”, explica Pablo Lanillos, doctor en inteligencia artificial, “pero surgirán otros empleos, lo que está claro es que los países que son punteros en tecnología, también lo son en crecimiento económico”.

La industria de la robótica ha pasado del B2B (Business to Business) al B2C (Business to Consumer), es decir, donde antes solo una empresa podía comprarse un robot estamos llegando al siguiente escenario, donde las personas también podrán hacerlo.

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¿A qué empleado desea reemplazar?

¿A qué empleado desea reemplazar?

albañil
reponedor
panadero
camarero
asistente de ancianos
recepcionista
repartidor
guarda de seguridad
E

ste artículo es un buen ejemplo del futuro que promete la robotización: un mundo en el que los trabajos más duros los hagan las máquinas y, además, se logre un gran avance de la productividad que derive en mayor bienestar para los humanos. Sin embargo, al mismo tiempo se está produciendo una discusión en paralelo sobre el ‘estancamiento secular’. Los datos de crecimiento de la productividad en el mundo son realmente pobres y han llevado a muchos expertos a plantearse si estamos ante una época de bajos crecimientos que se prolongarán en el tiempo.

¿Entonces, quién tiene razón? Es posible que ambos. Es cierto que en la actualidad existe un problema de baja productividad y que es probable que se prolongue durante un tiempo. La robotización y automatización del trabajo está todavía en una fase inicial, por lo que no se pueden esperar grandes cambios inminentes. Hoy todos tenemos un teléfono móvil en el bolsillo, pero el primer dispositivo se desarrolló en la década de los setenta.

No se pueden achacar los problemas actuales de baja productividad al escaso impacto de la robotización y la automatización, ya que está todavía en una fase temprana de maduración. “Estamos al 1% del potencial que tiene este desarrollo tecnológico por lo que todavía no percibimos los efectos que va a tener”, explica Pedro Diezma, founder partner en Acuilae, “veremos un gran aumento de la productividad, pero no ocurrirá hasta dentro de 10 años, cuando la tecnología esté plenamente implantada”.

"Estamos al 1% del potencial que tiene este desarrollo tecnológico por lo que todavía no percibimos los efectos que va a tener "

Los estudios iniciales que se han realizado sobre cadenas de montaje muy robotizadas apuntan en esa misma dirección. Un estudio elaborado por Deloitte en 2018 lo muestra claramente: un 95% de las empresas que han implementado sistemas de automatización con robots han conseguido ganancias de productividad. El 81% indica que ha logrado reducir costes y el 77% asegura que han logrado mejorar sus resultados gracias a la gestión de los datos conseguida.

Toda tecnología necesita un periodo de maduración y los robots no serán diferentes. Primero por el desarrollo tecnológico necesario para llegar al pico de eficiencia. Segundo porque necesita que los robots se fabriquen a escala industrial para que el precio unitario se reduzca. Y tercero, porque hace falta un cambio social para integrar la nueva tecnología, un cambio que afecta a toda la sociedad.

Las empresas tienen que transformarse para incorporar estas vías de automatización, lo que supone un cambio integral en muchas organizaciones. “Ahora mismo estamos en una fase de ‘evangelización’ a las empresas sobre el potencial de la inversión en robótica”, explica Diezma, “la segunda fase será la del experimento, todavía falta un tiempo para que su implantación sea masiva”.

LAS PROFESIONES QUE ESTÁN EN RIESGO

Porcentaje del tiempo dedicado a estas actividades que puede ser automatizado

En España la implantación de los robots en el tejido productivo se prevé especialmente lenta dada la atomización del mercado en pymes y microempresas. Su capacidad para invertir es muy baja, algo que se evidencia ya en sus pobres niveles de productividad. Todas ellas tardarán mucho tiempo en utilizar estas nuevas tecnologías y muchas acabarán desplazadas por grandes empresas con un músculo financiero muy superior.

Además, la implantación de los robots no puede ocurrir al margen de la formación. Las empresas necesitan mano de obra cualificada que sea capaz de instalar y utilizar estos robots. Precisamente este es uno de los problemas de España, ya que cada vez existen más plazas vacantes que las empresas no consiguen cubrir por la falta de profesionales con las capacidades requeridas. Actualmente hay ya 130.000 puestos sin cubrir por la ausencia de personal. Esto significa que la robotización no solo destruye puestos de trabajo, también los crea, pero hace falta que puedan ser ocupados.

De ahí que el futuro económico de los países pase obligatoriamente por su capacidad para generar capital humano adaptado a las nuevas tecnologías. El capital humano siempre ha sido el factor diferencial: ocurrió con la primera revolución industrial y ocurrirá con todas las demás revoluciones de producción. De esta forma, el capital humano y el tecnológico volverán a liderar el crecimiento en las próximas décadas. En palabras de Lanillos: “Lo que está claro es que los países que son punteros en tecnología, también lo son en crecimiento económico”.

"Un 95% de las empresas que han implementado sistemas de automatización con robots han conseguido ganancias de productividad"

La escasez de perfiles profesionales con la formación necesaria para gobernar estos nuevos escenarios laborales plagados de máquinas no es el único problema. Tanto en la industria como en el sector servicios nos hemos encontrado empresas que han incorporado en mayor o menor grado -gran parte de ellas han apostado por un modelo experimental- robots a sus flujos de trabajo.

Sin embargo, hay casos en los que se ha intentado sustituir las tareas de la mayoría de la plantilla. El caso más mediático fue el del hotel perteneciente a la cadena nipona Henn-na. En 2015 el establecimiento cosechó titulares por todo el mundo debido a su plan para tener un alojamiento solo atendido por tecnología. Un escenario idóneo, sobre el papel, para comprobar hasta qué punto somos imprescindibles.

Desde la cafetería hasta la jardinería. En la recepción, una máquina se encargaba del ‘check-in’ mientras un brazo robotizado hacía las veces de portamaletas. Un año más tarde, ya eran 250 las máquinas en el hotel. Y no parecía un caso aislado. El grupo pretendía, en un lustro, abrir un centenar de establecimientos con el mismo modelo.

PORCENTAJE DEL TRABAJO QUE HARÁN LOS ROBOTS EN 2022

Sin embargo, a principio de este año todo cambió: decidió ‘desenchufar’ a la mitad de sus nuevos empleados. En tres cursos muchos se habían quedado obsoletos y empezaban a dar problemas en lo más básico.

Los asistentes de las habitaciones despertaban a los huéspedes al confundir ronquidos con peticiones, la recepción acumulaba colas porque no se podía fotocopiar un pasaporte sin intervención humana…. Las quejas se multiplicaron, se echó marcha atrás y las personas volvieron a ser la cara visible en zonas claves del hotel.

No es el primer caso que la robotización se convierte en un camino de ida y vuelta. Toyota decidió hace unos años sustituir robots por personas. No, no han leído mal. La industria automotriz ha sido una de las más receptivas a la incorporación de estas novedades.

En España la implantación de los robots se prevé especialmente lenta dada la atomización del mercado en pymes y microempresas pymes y microempresas

Sin embargo, el fabricante nipón resolvió en 2014 que no podía fiar la construcción de sus vehículos únicamente a máquinas que ejecutasen una y otra vez el mismo proceso. El resultado fue que se redujeron los desperdicios y los residuos de las líneas de producción tras la incorporación de operarios. El programa, que empezó en la planta de Honsha, se extendió a otras factorías del país. “Debemos conseguir experiencia suficiente como para poder enseñar a esas máquinas y convertirnos en sus maestros", afirmaba la dirección de la empresa al tomar esa decisión.

Un proceso de aprendizaje. De prueba y error. Así se presenta la incorporación masiva de robots a la industria. Es el caso de Amazon. La compañía puso varias de estas máquinas a funcionar en sus 25 de sus centros logísticos para ayudar en ciertas tareas, como el traslado de mercancía. Sin embargo, rápidamente surgieron los ‘primeros’ roces. Cuando un operario debía entrar en la zona de actuación de estos ‘mozos de almacén 2.0’ para arreglar se veía obligado a un engorroso proceso en el que debía marcar las zonas donde iba a pasar. Si no lo hacía, se arriesgaba a un choque con los autómatas, interrumpiendo su trabajo y el movimiento de sus compañeros robóticos. Pues bien, la multinacional acabó diseñando un chaleco con sensores para evitar estos incidentes. Un parche para solucionar ineficiencias de un sistema aún en pañales. Un parche que demuestra la viabilidad para que unos y otros convivan pero que pone otra pregunta sobre la mesa: el trabajo del futuro... ¿se diseñará en función de las necesidades de las máquinas o de los humanos?