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Los 18 de Madeleine McCann: denuncias, libros, una habitación y muchos recuerdos
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Los 18 de Madeleine McCann: denuncias, libros, una habitación y muchos recuerdos

La niña británica desapareció en Portugal hace 14 años, tiempo en el que sus padres no han dejado de buscarla. Aquel 2007 ellos pedían ayuda, pero la policía los convirtió en culpables

Foto: Madeleine McCann. (EFE)
Madeleine McCann. (EFE)
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Hace ya 14 años de aquel mayo caluroso en el que Madeleine McCann desapareció. Hoy cumpliría 18. En su escuela en Rothley, Leicestershire, todavía mantienen abierta su ficha por si vuelve un día. Como en casa, donde su habitación sigue intacta. La de una niña de casi cuatro años. Sus padres y sus hermanos gemelos se sienten una familia incompleta desde aquella noche de 2007. Kate y Gerry McCann dicen que viven en la esperanza y que necesitan saber qué le pasó a su pequeña.

Semanas después de aquel fatídico 3 de mayo de hace 14 años, los McCann abandonaron el Algarve portugués, donde su hija había desaparecido durante las vacaciones. Regresaban a casa con sus gemelos de poco más de un año para intentar recomponerse y dejar que la policía hiciera su trabajo. Pero a los pocos meses tuvieron que volver: les declararon sospechosos del secuestro de su hija. La policía portuguesa los interrogó durante más de 16 horas y la familia tuvo que permanecer durante semanas en Praia de Luz.

placeholder Kate y Gerry McCann. (Reuters)
Kate y Gerry McCann. (Reuters)

Ese pueblecito blanco, de calles serpenteantes, era aterrador aquel verano. Los turistas, ajenos a la desgracia que había sacudido el lugar meses antes, seguían en los pueblos cercanos con sus juergas, sus baños y sus vacaciones como si nada hubiera pasado. Y Praia de Luz era un páramo, el escenario de un secuestro o de algo peor. Los McCann, una pareja de médicos, se habían convertido en personajes públicos y pasaron julio y agosto organizando actos a cada momento para pedir que les devolvieran a su hija.

Tensión y asfixia

Con su acento galés característico, hablaron con quien esto escribe para pedir ayuda a toda la prensa, fuera de donde fuera. Ella era una mujer muy delgada y fibrosa, que hablaba con la tensión marcada en todos los poros de la piel. Como asfixiada. Gerry rezumaba derrota y su discurso se rompía. Vestidos siempre de negro paseaban por los actos que se organizaban en honor a Maddie como muertos en vida.

Foto: Los padres de la menor desaparecida. (Reuters)

A pocos kilómetros, Gonçalo Amaral, inspector de policía de la comisaría de Portimâo, les señalaba con fiereza. Aquel hombre de aspecto rudo y mirada oscura dejó el cuerpo de policía y se dedicó después a ir de televisión en televisión a contar el porqué de sus acusaciones. Nunca pudo demostrar nada, pero sus palabras se grabaron en el imaginario colectivo como tantas otras veces, en tantos otros casos, cuando la verborrea de una parte gana al silencio de la otra.

El policía conflictivo

Con Amaral tuvo quien esto escribe un encuentro un año después, en 2008, en Madrid, en un hotel cerca de los platós de Antena3, donde iba a dar a una entrevista para presentar su libro, ‘Maddie: la verdad de la mentira’ (Esquilo, 2008), un bestseller en el que insistía en que los padres eran los culpables. Ellos lo demandaron y fue condenado en primera instancia a pagar más de 600.000 euros por los daños causados. El expolicía, que ha ganado más de medio millón de euros con el libro, recurrió la sentencia y ganó, y ahora los McCann esperan que la decisión del Tribunal de Estrasburgo les dé la razón. Si pierden, serán ellos quienes deban pagar a Amaral.

placeholder Gonçalo Amaral, con su libro 'Maddie: la verdad de la mentira'. (EFE)
Gonçalo Amaral, con su libro 'Maddie: la verdad de la mentira'. (EFE)

Alto y muy moreno, llegó vestido con un traje gris perlado, una camiseta de pico, sudoroso y envuelto en el humo de sus cigarrillos. Nos decía que sí, que los padres eran culpables, una teoría imposible de comprobar y difícil de creer. Según él, el padre hizo desaparecer a la niña tras un accidente y después, como si nada, se sentó a la mesa con sus amigos. Se lo comunicó a su mujer en secreto, y ambos hicieron ver que todo estaba bien.

Foto: Madeleine McCann. (EFE)

Sus versiones eran variadas y variopintas: desde que la había escondido en una nevera hasta que la había metido en el maletero de su coche, o que todos los amigos con quienes los McCann pasaban las vacaciones eran cómplices porque sus versiones no encajaban del todo. La noche de autos cenaban en el jardín de la piscina del hotel mientras los niños dormían en sus habitaciones. Bebieron una botella de vino por persona y sus recuerdos no eran claros.

Era el paraíso

Aquel complejo turístico está situado en una colina y desde cerca se veían las maravillosas playas de Praia de Luz. Las habitaciones, de paredes encaladas, rodeaban un frondoso jardín con la piscina en medio. Junto al agua estaba el restaurante Tapas, en el que los McCann cenaron aquella noche. La puerta de su habitación, la 5A, se abría desde fuera del complejo y no había forma de verla desde el jardín. Los alrededores del hotel, aquel verano fatídico, se habían convertido en lugares fantasmales en los que el paseante nocturno imaginaba dónde podría haber una niña escondida. Un descampado allá arriba, unos contenedores de basura, unas alcantarillas más abiertas de lo normal, una pequeña cueva junto a la ermita. Todo daba escalofríos.

placeholder El complejo de Praia de Luz del que desapareció Madeleine McCann. (Reuters)
El complejo de Praia de Luz del que desapareció Madeleine McCann. (Reuters)

En estos 14 años se ha interrogado a decenas de sospechosos, se han publicado reconstrucciones de cómo sería Maddie, cada año más mayor. Kate publicó también su propio libro en 2011, ‘Madeleine’, una suerte de diario cuya recaudación destinaron a los fondos para mantener abierta la investigación. Los padres de la pequeña siguen buscándola y para ello crearon Find Maddie, la fundación que mantiene viva la llama de esa esperanza que dicen que les aguanta en pie.

Foto: Fotograma del documental de Netflix'. (Netflix)

“Cada mayo es muy duro”, han declarado en la página web de la fundación, su forma de comunicarse con el mundo desde su casi escondite en Rothley, “pero este lo es más porque deberíamos estar celebrando su 18 cumpleaños”. Sienten que les han robado cada mes desde aquel mayo caluroso en el que una cena con amigos se convirtió en su peor pesadilla.

Hace ya 14 años de aquel mayo caluroso en el que Madeleine McCann desapareció. Hoy cumpliría 18. En su escuela en Rothley, Leicestershire, todavía mantienen abierta su ficha por si vuelve un día. Como en casa, donde su habitación sigue intacta. La de una niña de casi cuatro años. Sus padres y sus hermanos gemelos se sienten una familia incompleta desde aquella noche de 2007. Kate y Gerry McCann dicen que viven en la esperanza y que necesitan saber qué le pasó a su pequeña.

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