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Rinocerontes, leones y focas: animales que se extinguieron por culpa del hombre

Estamos tan acostumbrados a oír la expresión "especie en peligro de extinción" que parece que nos hemos hecho inmunes a ella, como si no nos hiciésemos

Este sirenio llegó a medir hasta 10 metros y a pesar 10 toneladas, el más grande que ha existido. Fue descubierto en 1741 y en seguida se convirtió en una apreciada pieza para los cazadores de focas y balleneros, hasta el punto que se data su extinción en 1768, solo 27 años después de haber sido descubierta.

El rinoceronte negro occidental es una subespecie de rinoceronte negro considerada extinta desde 2011. Antiguamente muy abundante en el centro-oeste de África, comenzó a desaparecer a causa de la caza furtiva. Las limitaciones para luchar contra la caza y las sentencias insuficientes de los tribunales a los cazadores contribuyeron a la extinción de estos animales.

El león del Cabo, que vivía al suroeste de Sudáfrica, era la subespecie más grande de las que habitaban el territorio sudafricano. Los machos tenían una característica melena negra. Se extinguieron en la década de 1860. Los responsables fueron los colonos británicos, que lo cazaban por deporte y en represalia por sus ataques al ganado.

El tigre persa fue la subespecie más occidental de tigre, hasta que fue desapareciendo poco a poco de sus territorios: en Rusia, Azerbayán, China e Irán fueron cazados hasta la extinción a lo largo del siglo XX, ya fuera de forma furtiva por su piel o como parte de una política de expansión territorial de distintas poblaciones, que ocuparon y deforestaron sus hábitats.

Aunque se han repetido los avisos de avistamientos, la búsqueda de ejemplares no ha tenido éxito en los últimos años. La foca monje se cazaba habitualmente por su piel y su grasa. En algún momento comenzó a considerarse una amenaza para la conservación de bancos de peces y se organizó una campaña de caza que provocó su extinción, declarada oficialmente en 2008.

Esta especie endémica del lago Atitlán, en Guatemala, comenzó a desaparecer tras la introducción en el lago de dos especies de perca consideradas especies invasivas: redujeron la cantidad de peces y cangrejos de los que se alimentaban estas aves e incluso mataban a sus crías. De 200 ejemplares que había en 1960, solo quedaban 80 en 1965. Sin embargo, el terremoto que sufrió el país en 1976 fracturó el suelo del lago, haciendo caer su nivel de agua y dificultando su supervivencia. La última pareja de zampullines fue vista en 1989.

En 1905 murió el último especímen conocido de lobo de Honshu, que desapareció a causa de la combinación de una epidemia de rabia y de la acción del hombre. La enfermedad empeoró la imagen de la población sobre el animal, y la deforestación de su hábitat causó su cambio de hábitos y el conflicto con los seres humanos, especialmente con los agricultores y ganaderos.

Nola, la rinoceronte muerta esta semana, era una de los últimos rinocerontes blancos del norte, a punto de desaparecer por el acoso humano y los conlfictos bélicos de la zona (República Democrática del Congo y Sudán). Tras su muerte quedan vivos 3 ejemplares, lo que significa su extinción en la práctica. Esculapio/Wikimedia Commons

Esta subespecie de la cebra común vivía en diversas zonas de Sudáfrica. Cazadas por su carne y su piel, el número de ejemplares cayó visiblemente cuando se produjo la colonización del interior del país en el siglo XIX: se mataron miles de animales en una campaña para convertir las tierras en territorio para ganadería. En 1870 se había extinguido en libertad, y en 1883 murió el último ejemplar en cautividad. Es el único animal extinto cuyo ADN ha sido secuenciado en su totalidad, así que una clonación sería, en teoría, factible.

El bucardo es, junto con la cabra montés portuguesa, una de las dos subespecies de cabra montesa extinguida por el hombre. Más grande que la cabra montés común, y con unos cuernos más largos y gruesos, era un trofeo de caza muy apreciado. Hacia el año 1900 se había extinguido en Francia y solo quedaban unos 50 ejemplares en España. La falta de variedad genética y la competición con otros animales por el alimento también contribuyeron a su extinción. El último bucardo, una hembra, se encontró muerto el 6 de enero de 2000.

El loro del paraíso es un ave endémica australiana que fue avistada por última vez en septiembre de 1927. Se cree que una combinación de la sobreexplotación ganadera de su hábitat, el exceso de capturas y la depredación de mamíferos introducidos por el hombre en su territorio, como los gatos y los perros, de los que no estaban acostumbrados a huir causaron la progresiva desaparición del animal.

El tarpán o caballo salvaje euroasiático fue cazado durante siglos como alimento y también porque las manadas causaban daños en pastos y cercados. Además, su hibridación con los caballos domésticos no era ventajosa, puesto que la ascendencia era intrazable. A pesar de ello, para 1880 la mayoría de los llamados tarpanes ya eran híbridos y los caballos salvajes ya eran escasos. El último tarpán en cautividad murió en 1909 en un zoológico ruso.

Original del centro y el oeste de Australia, esta especie de walabí se considera extinta desde 1986. La sobrecaza, unida a la lentitud de reproducción redujo sus números, así como la degradación de su hábitat y la introducción del conejo, una especie invasora con la que competía por el alimento.

No está claro por qué desapareció este animal a principios del siglo XX, pero se cree que pudo deberse a una combinación de la modificación de sus hábitats, la introducción de mamíferos que predaban sobre él y sobre sus presas y a la captura de ejemplares para los museos.

El nombre de dodo proviene de la palabra coloquial portuguesa que significa estúpido. Este ave se llamó así por su torpeza y por lo fácil que era cazarlo: evolucionó en un entorno sin humanos y no los veía como una amenaza. Junto al hombre, llegaron a las islas Mauricio, su hábitat, muchas otras especies, como los cerdos, los perros, los gatos o las ratas, que saqueaban sus nidos, así como nuevas enfermedades. Esto junto a la destrucción de los bosques provocó su extinción completa un siglo después de su descubrimiento

La paloma viajera pasó de ser el ave más abundante de Norteamérica a la extinción en pocas décadas. Se cazaba por sus plumas y también como alimento. Con la expansión del ferrocarril y la migración hacia el Oeste, la caza aumentó y a la vez se puso en peligro su reproducción: estas aves anidan en grandes colonias con muchos nidos juntos, pero cada pareja incuba solo un huevo. Al morir los adultos a un ritmo mayor que el de incubación, los números cayeron muy rápido. La última paloma migratoria salvaje murió tiroteada por un niño en 1900, y el último ejemplar en cautividad murió en 1914.

 

Estamos tan acostumbrados a oír la expresión "especie en peligro de extinción" que parece que nos hemos hecho inmunes a ella, como si no nos hiciésemos una idea de que, efectivamente, algunos animales están desapareciendo. 

Esta semana conocíamos la triste noticia de la muerte de Nola, una rinoceronte blanca que vivía en el zoo de San diego, en California, y que falleció a causa de una infección y de su avanzada edad. Sin ella, ya solo quedan tres ejemplares de su especie en todo el mundo, lo que significa que, en la práctica, es un animal extinguido.

La de Nola es una de las dos subespecies que existen de rinoceronte blanco, y ambas se encuentran prácticamente extinguidas a causa de la caza furtiva. No son las únicas: el ser humano es responsable directo o indirecto de la desaparición de decenas de especies, ya sea por su caza o por la destrucción de sus hábitats.

 

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