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Cuando las portadas de videojuegos eran pequeñas obras de arte

Hace treinta años el videojuego no era la industria dominante del ocio y se podía permitir ciertas dosis de ingenuidad, como encargar portadas a artistas de

Alfonso Azpiri, uno de los grandes nombres del cómic en España, se hizo más famoso entre el gran público gracias a portadas de videojuegos como esta de Lorna.

La adaptación de la obra de Julio Verne fue el gran videojuego de Topo de 1990 y se le encomendó a Azpiri que dio forma a una de sus dos grandes obras maestras.

Luis Royo protagonizó, junto a Azpiri, una pugna por dar forma a algunas de las portadas más sonadas. La de Navy Moves aprovechó el formato panorámico de la caja.

Con Game Over, Dinamic supo tocar todos los resortes del marketing, incluido ese sutil pezón, para convertirlo en un éxito. Nótese la diferencia entre la portada y el acabado del juego.

Fallecido recientemente, José María Ponce se hizo famoso entre los jugadores por ser el portadista de cabecera de MicroHobby. ¿Su sello de fábrica? Esconder la firma en lugares inverosímiles.

Fuera de nuestro país es imposible no fijarse en la trayectoria de Bob Wakelin, el gran ilustrador del videojuego inglés y capaz de cambiar de registro y pasar de lo adorable…

...al cine negro en un abrir y cerrar de ojos. Wakelin está asociado al otro gran nombre del videojuego inglés en los ochenta, el estudio Ocean responsable de un buen número de superventas.

La portada de Green Beret es otra muestra de la versatilidad de Wakelin, que también parió la de Operation Wolf, otro clásico bélico.

La imaginación de los ilustradores logró dar salida a proyectos de la talla de Wizball. ¿Cómo ilustrar un shooter en el que el jugador controla a una bola?

No todo son portadas de los ochenta. Atari, a finales de los setenta, ya popularizó la idea de la ilustración en portada en contraposición al poco detalle gráfico.

La simpleza de Vanguard contrasta con la portada, obra de Ralph McQuarrie, tipo que estuvo involucrado en el diseño artístico de la trilogía original de Star Wars.

Aunque si una portada grita Star Wars a los cuatro vientos, esa es la de Gradius. Japón, a su manera, también lanzó un puñado de portadas para el recuerdo.

Una de ellas es esta versión de Ghouls & Ghosts para Mega Drive que contrasta con lo que tuvimos para Super Nintendo en Occidente.

Alfonso Azpiri volvió al ruedo, de manera puntual, con Dark Souls 2 por encargo de la filial española de Bandai Namco. La comparación muestra a la perfección lo que eran y lo que son las portadas de los grandes videojuegos.

 

Hace treinta años el videojuego no era la industria dominante del ocio y se podía permitir ciertas dosis de ingenuidad, como encargar portadas a artistas de la ilustración para crear pequeñas obras de arte en lugar de los carteles genéricos a los que estamos acostumbrados hoy en día. En España fueron Alfonso Azpiri y Luis Royo los dos grandes nombres, pero también hubo grandes obras en el Reino Unido o en Estados Unidos en los años de Atari.

Todas ellas tenían un rasgo común: el contenido de las ilustraciones tenía que vender el juego al usuario en una época en que el realismo gráfico no existía.

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