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Xinjiang, de la Ruta de la Seda al estado policial chino

Xinjiang, la región de mayoría musulmana del oeste de China, ha sido siempre el puente entre el mundo islámico y el Extremo Oriente. Sus habitantes, de

Un varón uigur se sienta solo en el tren de Hotan a Kashgar, el 22 de marzo de 2017. (Reuters)

Un hombre llega a la mezquita Id Kah, de estilo centroasiático, como las que pueblan toda esta antigua ruta comercial. (Reuters)

Como capital de Xinjiang, Kashgar ha sido siempre una de las paradas clave en la Ruta de la Seda. (Reuters)

Uigures se sientan en una plaza presidida por una estatua de Mao Zedong en Kashgar, la capital de Xinjiang, el 23 de marzo de 2017. (Reuters)

Una mujer camina por una zona en ruinas de la Ciudad Vieja de Kashgar, el 23 de marzo de 2017. (Reuters)

Un hombre se dirige a abrir una mezquita para el rezo en la Ciudad Vieja de Kashgar, el 23 de marzo de 2017. (Reuters)

Un hombre se recorta el bigote en una barbería de la Ciudad Vieja de Kashgar, el 22 de marzo de 2017. (Reuters)

Retratos de varios líderes y teóricos comunistas cuelgan de la puerta de una tienda de antigüedades en Kashgar, el 22 de marzo de 2017. (Reuters)

Un grupo de policías vigila una calle de Kashgar, el 23 de marzo de 2017. (Reuters)

Un policía interroga a dos hombres en una calle de Kashgar, el 24 de marzo de 2017. (Reuters)

Tenderos armados con bastones participan en un ejercicio con las fuerzas de seguridad en Kashgar. (Reuters)

En Kashgar, muchas tiendas tienen el mismo aspecto que hace cientos de años salvo por la presencia de electricidad, como en esta panadería. (Reuters)

Como muchas ciudades centroasiáticas, Kashgar pierde vida al caer el sol. (Reuters)

Un grupo de hombres instala una cámara de seguridad en una calle comercial de Kashgar, el 23 de marzo de 2017. (Reuters)

Un anciano uigur habla por su móvil frente a la mezquita Id Kah en Kashgar, el 22 de marzo de 2017. (Reuters)

Este fotomontaje muestra algunos de los bellos motivos que adornan los edificios de culto en Kashgar. (Reuters)

Unidades paramilitares de la policía participan en una ceremonia en Kashgar, Xinjiang, el 27 de febrero de 2017. (Reuters)

 

Xinjiang, la región de mayoría musulmana del oeste de China, ha sido siempre el puente entre el mundo islámico y el Extremo Oriente. Sus habitantes, de etnia uigur, tienen más en común con los pueblos túrquicos nómadas de Asia Central que con los chinos Han de la costa y centro del país. Sin embargo, la influencia china es notable, como se ve en la cultura, la gastronomía o la arquitectura uigur. Pero al imperio chino siempre le ha resultado difícil dominar a los levantiscos habitantes de esta zona.

En los últimos años, numerosos ciudadanos chinos han sido objeto de apuñalamientos y ataques con cuchillos por parte de uigures, cuya expresión más violenta fueron los disturbios de 2009. Las autoridades chinas acusan a los opositores uigures de vínculos con el terrorismo islámico internacional, una afirmación cierta en algunos casos: militantes uigures han formado parte de grupos extremistas en la región, o se han unido al Estado Islámico en Siria e Irak. Pero disidentes uigures aseguran que estas respuestas violentas son consecuencia directa de las políticas represivas del Estado chino. El último ejemplo: la prohibición, este fin de semana, de usar el velo islámico o llevar barba "larga", como parte de un paquete oficial de medidas para "combatir el extremismo". 

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