Compras, ventas, pelotazos, disputas y protección del patrimonio... He aquí el convulso contexto que envuelve en los últimos meses al Edificio España. Con todo, no es la primera vez que el rascacielos de la Gran Vía madrileña (25 plantas y 117 metros de altura) protagoniza situaciones agitadas. 

Construido entre 1948 y 1953 por la Compañía Inmobiliaria Metropolitana de los hermanos Otamendi (el arquitecto Julián, el ingeniero José María y otros dos hermanos, cuyas empresas estuvieron detrás de las operaciones más importantes de la reconstrucción de Madrid, con el beneplácito del régimen y la generosa financiación de la banca vasca), el edificio tardó quince años en ser aprobado y recibió críticas veladas del municipio por su condición de operación especulativa, como se cuenta en este exhaustivo informe de la asociación Madrid, ciudadanía y patrimonio. 

El Edificio España sufrió incluso robos misteriosos durante su construcción: "varias cantidades importantes de materiales y útiles de trabajo fueron sustraídas por el encargado general de la empresa constructora y un técnico, quienes contando con la discreción de los operarios a sus órdenes los desviaron para otra importante obra a su cargo en la calle del General Pardiñas, 43, con cuyo propietario habían concertado la venta del producto de sus robos en unas 240.000 pesetas", según informó el diario ABC en 1952

Finalmente salió adelante y se convirtió en un símbolo de la autarquía franquista: o cómo el régimen podía construir el rascacielos más alto de Europa sin ayuda externa.