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El cementerio de los trenes olvidados: aquí descansan las locomotoras abandonadas

En pleno altiplano boliviano, en la cordillera de los Andes hay algo más que sal y desierto. Escondido entre sus llanuras y sus lugares inhóspitos se

Aunque ahora es un lugar abandonado y perdido, el cementerio de los trenes olvidados de Uyuni fue durante años un símbolo de Bolivia y su progreso, en pleno altiplano. (Foto: Reuters)

Servía para mover minerales y otros materiales entre la propia ciudad de Uyuni con Antofagasta, pero ahora Antofagasta es parte chilena y el ocaso se cierne sobre esta zona minera boliviana. (Foto: Reuters)

El lugar está lleno de restos de la pujante industria ferroviaria del siglo XIX y da muestras de lo que fue en aquella época lo que ahora es poco más que un desierto. (Foto: Reuters)

Ahora, la zona vive en el olvido pero la esperanza nunca se pierde, y la de los bolivianos de esta zona perdida de los Andes está puesta en los turistas que ahora buscan este lugar por su paisaje casi fantasmagórico. (Foto: Reuters)

En lo que ahora es un cementerio, fue el primer lugar de Bolivia donde se escuchó cómo silvaba un tren. En 1889. (Foto: Reuters)

Uyuni es conocido popularmente por su salar, una gigantesca extensión blanca de sal y litio rodeada de abruptas montañas, pintorescos desiertos y lagunas de colores imposibles que conviven con estos esqueletos. (Foto: Reuters)

Sobre estos vagones recorrían el altiplano los kilos y kilos de plata que iban hacia el puerto situado ahora en tierra chilena. (Foto: Reuters)

El problema fue que mientras unos trenes iban llenos de plata, los que volvían solo lo hacían con gente buscando algo de futuro. Cuando encontraron un lugar más económico que explotar está zona murió. (Foto: Reuters)

 

En pleno altiplano boliviano, en la cordillera de los Andes hay algo más que sal y desierto. Escondido entre sus llanuras y sus lugares inhóspitos se encuentra el llamado cementerio de los trenes olvidados, un lugar que se ha convertido en una especie de museo de lo que un día fue aquella zona minera.

En unos cuantos kilómetros se agolpan locomotoras y vagones de finales del siglo XIX que, tras la pérdida de influencia de esa zona rica en plata, acabaron abandonados. Justo en el mismo lugar donde antaño los reparaban. Ni siquiera se llevaron sus restos para aprovecharlos. 

Ahora, este enclave se ha convertido en un lugar de peregrinación de turistas y curiosos que acuden a la zona para ver los primeros trenes que hicieron sonar sus silbatos en Bolivia y disfrutar de la estampa que presenta el enorme salar en el que esperan desde hace siglos estos trenes.

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