La vida y la herencia de un artista como Federico García Lorca no caben en un álbum de fotos. Harían falta miles de páginas, escritos y testimonios. Muchos de ellos harían referencia a La huerta de San Vicente, la casa de veraneo de la familia desde 1926 hasta 1936, justo después del asesinato de García Lorca en la Guerra Civil.

La huerta significó el reencuentro con el campo, y un lugar de reunión e incluso de inspiración para Federico. Tras el exilio de la familia en 1941 la casa quedó a cargo de una prima, Carmen García, que la habitó hasta finales de los cincuenta. Con el crecimiento urbanístico de Granada en los años sesenta y setenta La huerta se vio amenazada, y el hermano del poeta, Francisco, lideró una serie de protestas para que la casa se conservara.

La llegada de la democracia a España inició la recuperación de la figura de Federico García Lorca y el Ayuntamiento de Granada adquirió la finca en 1985 para convertirla en la Casa Museo del artista. Se inaugura en 1995.

Ahora, La huerta de San Vicente acaba de inaugurar la exposición Álbum, comisariada por Jesús Ortega, y que reúne un conjunto de 350 fotografías, la mitad de ellas inéditas, realizadas en dicha casa entre los años 1926 y 2014. Pertenecientes a fondos propios, colecciones particulares y archivos de diversas instituciones, entre las que destaca la Fundación Federico García Lorca, las imágenes conforman el relato de un espacio contado a partir de la memoria (privada) y la historia (pública), desde la cotidianidad familiar de quienes habitaron un caserío de la Vega de Granada a la progresiva asunción colectiva de la Huerta de San Vicente como patrimonio cultural. Álbum es la biografía en imágenes de un lugar mítico, cuyo destino ha sido marcado por su relación con la vida, la obra y la muerte de Federico García Lorca.

Tres épocas diferentes de la historia de la Huerta, 1926-1939, 1940-1993 y 1995-2014, que recogen desde un gran número de fotografías familiares hasta otras miradas externas a la Huerta y sus habitantes, como la serie realizada por Eduardo Blanco Amor en 1935, o las fotografías de Ian Gibson (1966) y Agustín Penón (1955).

La muestra se cierra con el periodo inaugurado por la apertura al público de la Huerta de San Vicente como casa-museo y como centro de actividades culturales, con la brillante nómina de músicos, artistas, escritores e intelectuales que han acudido a la casa del poeta a mostrar su trabajo.