Crianza positiva: qué es y cómo podemos llevarla a cabo

Hace tiempo que la crianza positiva se ha convertido en una de las opciones más escogidas por los progenitores para educar a sus hijos, sin embargo, esto no hace que las dudas en torno a este concepto sean menores. Se tiende a pensar que esta se basa en una permisividad absoluta, por lo menos desde fuera y por parte de quien no conoce este modo de entender la educación, pero nada más lejos de la realidad.

El tiempo ha demostrado que, si bien las técnicas educativas que dominaban en el pasado tenían su base en el amor, actualmente están desfasadas. Los problemas a los que se enfrentan los niños y adolescentes han cambiado, igual que lo ha hecho el mundo que nos rodea a todos, y muchos adultos no están dispuestos a seguir el camino marcado por sus padres, es el momento de intentar otra cosa, un nuevo enfoque.

La crianza positiva pretende dejar atrás esos métodos que otrora se empleaban y que se basaban en el miedo o el abuso de la fuerza, esta se centra en educar desde la positividad y con firmeza desde una perspectiva basada en las potencialidades y que está libre de violencia. Como hemos dicho, no se basa en la permisividad absoluta, sino en técnicas de crianza que sean amables y firmes a partes iguales.

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Desde Unicef lo tienen claro y definen la crianza o parentalidad positiva como “el conjunto de prácticas de cuidado, protección, formación y guía que ayudan al desarrollo, bienestar y crecimiento saludable y armonioso de las niñas, niños y adolescentes”. Esta toma en cuenta diferentes factores como las facultades del infante, su edad, sus cualidades e intereses, motivaciones y aspiraciones. Es una “decisión consciente de no recurrir a castigos físicos ni a tratos humillantes”, siempre respetando los derechos del menor.

“Los pilares fundamentales del modelo son la comunicación, el amor, el entendimiento y la empatía”, explica Vanessa Civera, pedagoga y terapeuta en Red Cenit. Se busca obtener las herramientas adecuadas para lograr reconducir al niño “con respeto, sin luchas de poder y de forma positiva. Se basa principalmente en el respeto mutuo y la colaboración, con la intención de enseñar al niño competencias básicas para la vida diaria”.

Esto no quiere decir que todo esté permitido o que los padres nunca digan ‘no’ a sus hijos. Esta estrategia educativa establece reglas y pone límites, pero “contando siempre con su participación, fomentando su autonomía y eliminando los castigos tradicionales”, recuerda Civera.

Estrategias más importantes en la crianza positiva

Tal y como hemos visto hasta ahora, esta crianza positiva se apoya en tres estrategias esenciales, que nos describe Cecilia P. Psicóloga infantil y autora del blog ‘Psiente’. Es indispensable la comunicación, pero también la escucha activa, entre padres e hijos. “Un niño educado en un hogar con diálogo abierto, se sentirá importante y valioso, aprenderá a expresar sus opiniones y a negociar las normas de casa, desde el respeto y la responsabilidad”.

Es esencial también la regulación emocional por parte de los padres, ser capaz de controlar los propios enfados para enseñar con el ejemplo. El tercero de los pilares es que, si bien se aleja de los castigos, la disciplina positiva se centra en los límites y las consecuencias. “Se pretende que los niños aprendan a ser auto-disciplinados”.

Consejos para aplicar la crianza positiva

Aunque con las pautas marcadas hasta el momento parece evidente el camino a seguir, conviene señalar algunos consejos que nos muestran desde el equipo de Mundo Psicólogos y que pueden ayudar a los progenitores a tener las cosas un poco más claras y conseguir esa crianza positiva con la que pretenden criar niños seguros de sí mismos, con habilidades sociales, respetuosos y responsables.

Lo principal es tener unas expectativas realistas, todos los niños se portan mal en ocasiones y esperar que el pequeño cumpla siempre con las normas solo dará lugar a frustraciones y decepciones. Es importante ser cariñoso y atento, porque ellos lo necesitan, también aprender a estimularles mentalmente, ofreciendo gran variedad de actividades, para que no se aburran, pero también para que aprendan qué es lo que realmente les gusta.

Conocerles es esencial, sus inquietudes, miedos, temperamento… esto lo podemos conseguir mejor si establecemos con él una buena comunicación, que sienta que puede expresarse y se le tendrá en cuenta. Ponerse a su altura física, agacharnos para hablar con él, puede favorecer el diálogo, dándole confianza y haciendo que sienta que la relación es igualitaria.

No podemos olvidar establecer límites y que estos sean claros, que los niños sepan qué pueden hacer y qué no, pero también cuáles serán las consecuencias si se saltan las normas. Mejor pocas normas y fáciles de seguir. Ante los inevitables arrebatos, lo esencial es mantener la calma e intentar decirle cómo nos gustaría que se comportara. También es importante brindarle atención positiva.

Los niños aprenden con el ejemplo, por lo que la actitud de los padres será esencial para aprender, por eso es tan importante que ambos se cuiden, por dentro y por fuera. Educar no es sencillo, por eso no podemos dejar de lado nuestras propias emociones y problemas.