Beneficios de practicar ejercicio al aire libre cuando hace frío

Durante los meses más fríos del año, lo que más nos apetece es quedarnos en casa, tapados con una mantita y con una taza de chocolate caliente que nos entone el cuerpo. Sin embargo, si hemos decidido llevar una vida más activa y hacer ejercicio físico de manera regular, seguro que nos alegra saber que, entrenar al aire libre cuando hace frío tiene sus propias ventajas.

Cada vez más somos conscientes de la importancia que tiene llevar una vida activa, alejarnos del sedentarismo para sentirnos mejor por fuera y por dentro. Porque el deporte no solo tiene beneficios para el cuerpo, también los tiene para la mente, ayudándonos a desconectar de los problemas del día a día, reduciendo nuestros niveles de estrés y ansiedad y ayudándonos a liberar hormonas que nos hacen sentir mejor.

Todo esto lo podemos conseguir también si entrenamos cuando hace frío, pues seguiremos cuidando nuestros músculos, fortaleciendo nuestros huesos, ayudando a que nuestro cuerpo funcione mejor, reduciendo la posibilidad de padecer algunas enfermedades en el futuro… pero además cuenta con otros beneficios que solo encontramos cuando las temperaturas son un poco más bajas.

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Beneficios del ejercicio cuando hace frío

Entrenar con frío tiene algunas ventajas destacables, por ejemplo, el frío acelera nuestro metabolismo para producir calor, porque nuestros cuerpos trabajan para adaptarse a las bajas temperaturas, lo que hace que suba la presión arterial, provocando un gasto energético que genera calor corporal y acelerando el proceso de la quema de grasa. Esto supone también un gasto mayor de calorías, por lo que, si nuestro objetivo es adelgazar o perder peso, será más sencillo conseguirlo.

Es esencial asegurarnos de que la temperatura no es excesivamente baja, pero en las condiciones adecuadas, podemos conseguir un mejor funcionamiento del sistema inmunológico, el ejercicio al aire libre y con frío aumenta la producción de glóbulos blancos, que son los encargados de defendernos frente a ataques externos.

Reduce el riesgo de deshidratación, algo que en los meses caluroso puede convertirse en un riesgo. Hidratarse es fundamental en todo momento, pero en los meses de invierno, en general, sudamos menos y tenemos menos sed, la pérdida de agua durante el entrenamiento también será menor. Esto no quiere decir que no tengamos que beber agua, nada más lejos de la realidad, mantener una buena hidratación es esencial siempre.

Entrenar al aire libre tiene efectos positivos que se suman siempre, haga frío o calor, porque nos ayuda a salir de la rutina, además, el contacto con la naturaleza nos ayuda a liberar endorfinas (conocidas como hormonas de la felicidad) y reducir los niveles de estrés. Esto ayuda a que nos sintamos más animados.

Es importante escoger bien la hora para entrenar, es mejor salir en las horas centrales del día, sobre todo si tenemos en cuenta que los días son más cortos que en verano y las temperaturas a primera hora o en las horas finales del día pueden ser demasiado bajas. Aprovechar la luz del sol nos ayuda a aumentar nuestros niveles de vitamina D, ideal para nuestros huesos y músculos, por lo que no olvides el protector solar, ni siquiera en los días nublados.