Seis tendencias de movilidad que veremos en la próxima década

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l impulso de las nuevas tecnologías en el sector del transporte y del automóvil van a cambiar la relación entre los ciudadanos y los vehículos en las grandes ciudades

Por Jaume Esteve

La presente década ha sentado las bases de lo que promete ser un cambio radical en la manera en la que nos desplazamos por la ciudad. La apariciones de nuevas modalidades de transporte como el ‘carsharing’ o la popularización de los drones son solo dos ejemplos de cambios que van a afectar a la manera en que nos movemos individual y colectivamente.

Porque el futuro del transporte no solo es eléctrico, si nos atenemos a las legislaciones que ya están poniendo en marcha las sociedades occidentales, sino que va a venir de la mano de una mayor automatización de los procesos así como una nueva forma de entender la relación entre las personas y los vehículos.

Estas son seis de las tendencias que se espera que se afiancen en la próxima década.

1. Conducción autónoma. Los vehículos que se conducen solos no están muy lejos de convertirse en una realidad, aunque todavía tienen que salvar algunos obstáculos, como la posibilidad de moverse en entornos urbanos pudiendo prestar atención a todos los imprevistos que pueden surgir a bajas velocidades. En carretera son numerosos los casos de acciones que los coches pueden hacer por sí mismos.

Una compañía surgida del MIT ha creado unos minibuses autónomos que se pueden mover por recintos industriales para gestionar la movilidad de los trabajadores

En la actualidad, los vehículos más avanzados están en la escala 2 de conducción autónoma, esa que ofrece algunas asistencias al conductor (mantener o cambiar el carril, hacer frenadas de emergencia) pero todavía le queda un trecho hasta llegar a vehículos que no tienen ni volante ni pedales y en los que la figura del conductor habrá desaparecido. Pero ya existen alternativas que pretenden desplazar a las personas en su entorno laboral como esta compañía surgida del MIT que ha creado unos minibuses que se pueden mover por recintos industriales previamente establecidos para gestionar la movilidad de los trabajadores.

2. ‘Carsharing’ y menos propietarios. A medida que desciende el número de jóvenes que se saca el carnet de conducir la industria se pregunta si, con ello, va a desaparecer el número de vehículos en la carretera en los próximos años. Pero la irrupción del ‘carsharing’ en las grandes ciudades apunta a otro fenómeno: el concepto del coche propio se va a difuminar y va a ganar peso la conducción puntual, en vehículos alquilados, gestionada a través de aplicaciones.

Europa contaba con 2,46 millones de usuarios de coche compartido a finales de 2019 y se espera que esa cifra aumente hasta los 15 millones en la próxima década. Lo importante ya no es la propiedad sino el servicio que se contrata: tener un coche cuando quieras, donde quieras para utilizarlo el tiempo que realmente te haga falta.

3. Tráfico inteligente y comunicación entre vehículos. Desde el aspecto más sencillo (vehículos que se comunican entre sí para avisar de cuando hay que acelerar en un atasco o en un semáforo) hasta el más complicado (la gestión de plazas de aparcamiento en la calle), la comunicación entre los coches va a suponer un cambio sustancial en la manera en que entendemos la movilidad. Cada coche va a dejar de ser un ente individual para formar parte de una red en la que está comunicado en todo momento.

Con los llamados sistemas de transporte inteligente cooperativo los coches compartirán datos como el estado de la carretera, el tiempo, su destino o la próxima maniobra que va a efectuar. El resultado debería ser una gestión del tráfico más eficiente lo que debería significar menor congestión y menor necesidad de construir carreteras. Pero la comunicación entre vehículos tiene todavía un gran interrogante que despejar: ¿cómo se comunicaran los coches inteligentes con conductores ‘analógicos’? La respuesta, que ya se anticipa en algunos foros, asegura que esa pregunta solo se resolverá eliminando al conductor de la ecuación.

La comunicación entre vehículos ayuda a aspectos como frenar o acelerar de forma automática en un atasco y otros más complicados como la gestión de aparcamientos en la calle

En la gestión inteligente del tráfico, la colaboración público-privada está siendo fundamental. Un ejemplo es el proyecto Autonomous Ready Spain en Barcelona en el que participa la DGT, el ayuntamiento de la ciudad y decenas de empresas entre las que se encuentra Endesa o Correos. A diario, cerca de 300 vehículos de transporte equipados con tecnologías de asistencia a la conducción y recolección de datos recorren unos 45.000 km por las calles de la ciudad condal registrando información de los usuarios más vulnerables (peatones, ciclistas y motoristas). El objetivo: reducir la accidentalidad y desarrollar un mapa de zonas sensibles en la ciudad. Un proyecto que por el momento ha permitido predecir un 80% de los posibles errores del conductor.

4. Transporte público más inteligente. Cada vez más limpio (las flotas de buses que utilizan gas natural son ya habituales en muchas ciudades) pero también más eficiente para aumentar frecuencias de paso y transportar así a más viajeros. Según Sabrina Soussan, CEO de Siemens Mobility en una charla impartida en el pasado Web Summit de Lisboa, “se puede transportar a un 30% más de viajeros con una infraestructura inteligente” y puso el ejemplo del metro de París, capaz de trasladar a 750.000 viajeros aumentando la frecuencia de paso de los trenes cada 85 segundos.

El uso de nuevas tecnologías está ayudando a lograr esta eficiencia en los tiempos de paso. Una de las que suena en algunos foros es una especie de ‘vía VAO’ para el rodaje de los autobuses autónomos que pueda correr paralela a otras como el carril bici. Otro ejemplo, este ya presente en las calles, son los pantógrafos de carga ultrarrápida para buses instalados por Endesa en la línea H16 de Barcelona. Estos pilares de unos cinco metros de altura, situados al principio y al final de la línea, permiten que los buses carguen hasta el 80% de sus baterías (suficientes para realizar todo el trayecto) en un tiempo estimado de entre cinco y ocho minutos.

5. Mobility as a Service. O la movilidad entendida como un servicio. En la actualidad es habitual que cuando le pides a Google Maps que te lleve a algún lugar te ofrezca diferentes opciones: a pie, en coche, en transporte público, en bici, en tren, en avión… ¿Y si una ‘app’ centralizada fuera capaz de ofrecerte una solución integrada en la que, con un solo pago, pudieras desplazarte de un país a otro cogiendo diferentes medios de transporte?

Esa es la filosofía de la movilidad como servicio y en nuestro país ya hay iniciativas que están estudiando su puesta en marcha, como esta de Renfe. La idea, con una filosofía similar a la del ‘carsharing’, pasa porque simplificar la experiencia de usuario para que la movilidad (ya sea urbana o interurbana) esté centralizada en una sola aplicación y no dispersa en varias.

Una compañía china ya tiene listo un taxi dron biplaza. El obstáculo más urgente para su puesta en funcionamiento es la creación de ‘vertipuertos’ para poder aterrizar y despegar con seguridad

6. Taxis que vuelan solos. Drones autónomos capaces de transportar a pasajeros por las grandes ciudades. La idea suena a ciencia ficción pero ya hay varias pruebas piloto en todo el planeta (Dubai, Los Angeles, Dallas, Singapur) y se estima que se conviertan en una alternativa al transporte aéreo para distancias muy cortas. ¿El año en que se cree que entrarán en funcionamiento? 2023.

Una compañía china ya tiene listo un dron biplaza autónomo para transportar a personas. Los obstáculos más urgentes (además de la obvia necesidad de acumular horas de vuelo con humanos a bordo para validar la tecnología) pasan por la creación de ‘vertipuertos’ para poder aterrizar y despegar con seguridad además de poner en marcha una regulación con las autoridades locales que controle todos los aspectos relacionados con una movilidad que, pasados más de 30 años desde el estreno de Blade Runner, todavía forma parte de las películas de ciencia ficción.