Las cápsulas de café no se reciclan en el contenedor amarillo

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E

n la transición hacia una economía circular, acciones como el correcto reciclaje de productos complejos como las cápsulas de café juega un papel determinante. Para ello hay que partir de una idea clave: no son envases

Por Tomás Muñoz M.

Existe la errónea creencia de que las cápsulas de café se reciclan simplemente abriéndolas y limpiando su interior. Según esta presunción bastante extendida, es posible vaciar el contenido en el lugar destinado a los residuos orgánicos, mientras que el pequeño envase —generalmente de plástico o aluminio— puede terminar en el contenedor amarillo. Sin embargo, este no es un procedimiento correcto y el destino de este desecho debe ser otro si se desea realizar el proceso correctamente.

La importancia del ahorro energético y económico que implica el reciclaje es de sobra conocida, puesto que evita extraer y producir nuevas materias primas. Este axioma cobra una nueva dimensión cuando se analiza el volumen internacional de la mercancía. Teniendo en cuenta que esta bebida estimulante es el segundo producto más demandado en el mundo, solo superado por el petróleo, y que España es el tercer mayor consumidor, tras Estados Unidos e Italia, las cifras son abrumadoras.

La economía circular plantea un modelo basado en el uso de materias primas secundarias, aprovechando al máximo las capacidades de cada producto

Solo en nuestro país se estima que se utilizan a diario entre cuatro y seis millones de cápsulas cada día, y además su crecimiento es constante. De esta situación deriva un problema energético y medioambiental de primer orden —basta pensar en la preocupación que suponen los plásticos en el océano—, razón por la que cada vez más usuarios las obvian a la hora de tomar su dosis diaria o, al menos, intentan realizar una correcta gestión de sus restos.

Un camino de reaprovechamiento diferente

Desde Ecoembes, la entidad española sin ánimo de lucro que gestiona la recogida y separación de recipientes para su reciclado, se aclara que “las cápsulas de café no son envases, sino que están tipificadas por la ley como residuos alimentarios” y, por tanto, “su gestión no entra dentro del ciclo de procesamiento del contenedor amarillo”. Álvaro Otero, coordinador de Asuntos Corporativos de la organización, explica que la Directiva 94/62 de la UE especifica que “quedan fuera de la tipología aquellos depósitos en los que no persiste ningún tipo de poso orgánico”.

En el año 2013, la mencionada normativa europea modificó la Ley 11/1997, texto que sirvió para crear Ecoembes y que estableció las bases iniciales del reciclaje en España. “Desaconsejamos totalmente vaciar el contenido y después tirar el resto al contenedor amarillo. No es una opción, ya que por ley no se considera como un envase doméstico”, reitera Otero quien reconoce que “aunque cada año baja la cantidad de impropios —aquellos desechos que son depositados incorrectamente en un contenedor que no les corresponde— debemos insistir en que su reaprovechamiento tiene que ir por otro camino”.

playa

Este otro camino al que se hace mención desde Ecoembes es la gestión directa por parte de las compañías cafeteras. A pesar de que cada empresa ofrece una alternativa, todas coinciden básicamente en la recuperación de las cápsulas o la entrega en puntos de almacenamiento propios. Es el caso de Nescafé, que pone a disposición de los clientes de su máquina Dolce Gusto una red de más de 1.440 puntos de recogida fijos y móviles o la posibilidad de almacenarlas en la llamada ‘bolsa verde’ para su posterior recolección. Nesspreso, también propiedad de la compañía Nestlé, cuenta con más de 100.000 puntos de almacenaje en todo el mundo, incluyendo sus tiendas y boutiques. Por otra parte, desde Bosch, fabricante de la popular máquina Tassimo, también confirman que sus T-Discs son reciclables, mientras que con el contenido de los mismos se llevan a cabo proyectos de fabricación de compost ecológico.

¿Existen alternativas al reciclaje?

No todos los usuarios tienen el tiempo suficiente para preparar cada día su taza de café mediante una cafetera tradicional, ya sea esta del tipo moka o eléctrica. La rapidez y la comodidad son algunas de las razones por las que los consumidores domésticos se han decantado en los últimos años por las nuevas máquinas que emplean cápsulas para su elaboración. Sin embargo, no es necesario renunciar a ellas aunque se desee evitar el mencionado proceso de reciclaje, ya que existen en el mercado interesantes propuestas verdes.

Compañías como Novell, Halo, Ethical Coffee o Cabú, entre otras muchas, ya comercializan envolturas totalmente biodegradables y compatibles con las máquinas más conocidas y que se pueden depositar en el contenedor destinado a los restos orgánicos sin mayor complicación. Los materiales con los que se fabrican —bioplásticos generados a partir de almidón de maíz o yuca— no requieren procesos de fabricación agresivos con el entorno y generalmente son más baratas, a la par que suponen un menor gasto energético.

Ecoembes: “No es una opción vaciar el contenido de la cápsula y tirar el resto al contenedor amarillo, por ley no se considera un envase doméstico”

También son muy populares las cápsulas recargables, cuyo envase encaja y es compatible con la máquina correspondiente. Se lavan con facilidad y permiten un elevado número de usos, ahorrando quebraderos de cabeza, además de tiempo y gasto energético.

Y como la imaginación es una de nuestras virtudes, hace unos años nació una corriente que plantea realizar manualidades de todo tipo con las cápsulas de café. Las propuestas van desde cortinas, broches, llaveros, pendientes o macetas, hasta adornos para la vivienda, pasando por herramientas, juguetes y maquetas. El ingenio humano es ilimitado y las cápsulas casi también.

La apuesta por los artículos sostenibles con el objetivo de ahorrar energéticamente es un enfoque cada vez más extendido entre la ciudadanía pero también se ha ‘contagiado’ a las grandes compañías que abogan por ampliar la vida de los bienes o su recuperación.