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La lechuga empeora el intestino irritable. Desmontamos el mito
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La lechuga empeora el intestino irritable. Desmontamos el mito

Más del 10% de la población sufre este trastorno y la dieta es primordial para controlar los molestos síntomas. Prescindir de alimentos (como vegetales de hoja verde) no es una buena opción salvo que lo recomiende el médico

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Dolor e hinchazón abdominal, gases, alternancia de diarrea y de estreñimiento son síntomas de un malestar digestivo que repercute negativamente en la calidad de vida. Es un estado desagradablemente familiar para las personas que sufren intestino irritable, un problema muy habitual que afecta a entre el 3,8 y el 9% de la población mundial. La incidencia en España es aún más alta, y según los datos que maneja la Sociedad Española de Patología Digestiva (SEPD), entre el 8 y el 16% de lo población padece este trastorno.

La dieta es muy importante en el tratamiento, pero corresponde al médico indicar si es necesario evitar el consumo de ciertos alimentos

Como los síntomas se desencadenan, a menudo, después de comer, los enfermos quitan, ponen o limitan determinados alimentos de su dieta, aunque la verdad es que no es una buena idea hacerlo sin consejo profesional. La doctora Anna Accarino, presidenta de la Asociación Española de Neurogastroenterología y Motilidad (Asenem), destaca que “la dieta y los hábitos alimenticios de estos pacientes tienen un papel muy importante en su tratamiento, por lo que es fundamental que reciban un asesoramiento profesional integral e individualizado acerca de la conveniencia de restringir o no ciertos alimentos en su vida diaria". Y añade: "Solo habrá dietas de exclusión cuando lo indique un especialista, quien se ocupará de la supervisión de la misma y marcará además su duración aconsejada y el momento preciso de la reintroducción de los alimentos restringidos".

Razones para la mala fama

Por ello, más que suprimir comidas, lo aconsejable es seguir una “dieta equilibrada, variada, en cantidades moderadas, evitando el exceso de proteínas, grasas, alimentos procesados, y sin tabaco ni alcohol, que puede ser igualmente eficaz que una más restrictiva como la dieta pobre en FODMAP", asevera la especialista.

Uno de los alimentos estigmatizados es la lechuga; muchos pacientes sostienen que es la causante de su malestar digestivo y muchos médicos no desmienten la idea, incluso recomiendan evitar este vegetal.

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Foto: iStock.

¿De dónde le viene la mala fama a la lechuga? Hay varias explicaciones:

Contenido en fibra

Tradicionalmente se ha aceptado que la fibra empeora los síntomas, y sobre todo la fibra insoluble, que tiene la cualidad de atraer agua a las heces, lo que las hace más fáciles de evacuar (esto, teóricamente, no es muy aconsejable cuando hay diarrea). Sin embargo, el contenido en fibra de la lechuga es muy bajo, de 1,5 g en 100 gramos (mucho menor que en otros vegetales, por ejemplo, la mitad que las judías verdes), y con esa cantidad es poco probable que se desencadenen los síntomas.

Presencia de FODMAP

Estas partículas (oligosacáridos, disacáridos, monosacáridos y polioles fermentables, FODMAP) son realmente fibras de cadena corta, solubles y con gran capacidad para fermentar en el intestino. Cuando se digieren, liberan una enorme cantidad de gas en él y causan los molestos síntomas asociados a la hinchazón. Por esta razón, se propone que adoptar una dieta libre de FODMAP, como recoge un artículo publicado en 'World Journal of Gastroenterology', es recomendable en el tratamiento del intestino irritable.

Foto: La dieta Fodmap permite las carnes, pescados, huevos o quesos. (iStock)
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¿La lechuga contiene FODMAP? Sí, pero en cantidades muy pequeñas, y por esto se la considera una alternativa a otros vegetales con más contenido en estos compuestos, como son alcachofas, repollo, brócoli, remolacha o espárragos.

No comer esto

Sin perder de vista la indicación de la doctora Anna Accarino de comer de todo, hay que tener presente que las personas con intestino irritable digieren peor:

  • Alimentos ricos en grasas: fritos, carnes, lácteos enteros, huevos, aguacates, nueces.
  • Bebidas con cafeína: café, té y chocolates.
  • Picante: pimientos, ajo, comidas muy especiadas.
  • Alimentos abundantes en FODMAP: legumbres, miel, edulcorantes, lácteos.

Con todo, la sensibilidad y la reacción a la ingesta de alimentos es individual, por ello los médicos recomiendan a los afectados llevar un diario de comidas para detectar las que les sientan mal

Alternativas a la lechuga

Los afectados por este trastorno saben bien que no existe un tratamiento mágico para su mal, y deben aceptar que les va a acompañar a lo largo de su vida. Es verdad que la investigación arroja algunas soluciones, y lo aceptado es una combinación de tratamientos que incluye medicamentos (espasmolíticos para el dolor, laxantes para el estreñimiento, ansiolíticos, etc) y adoptar medidas higiénico-dietéticas:

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  • Evitar comidas pesadas, bebidas con gas, alcohol y chocolate.
  • Controlar el estrés.
  • Hacer ejercicio regularmente.
  • Limitar (no eliminar) los alimentos con FODMAP (aquí hay una tabla detallada sobre los más indicados).

Todo lo anterior desmonta el mito de que intestino irritable y comer lechuga son incompatibles. Pero es que, además, en el mercado hay una amplia variedad de lechugas, por lo que hay alternativas a la clásica romana, y todas ellas tienen en común su bajo contenido en fibra. Si, a pesar de todo, todas provocan malestar gástrico, hay excelentes opciones de vegetales de hoja verde –espinacas, rúcula o acelgas– para preparar ricas ensaladas, a las que se pueden añadir zanahorias, pepino, berenjena o tomates.

Dolor e hinchazón abdominal, gases, alternancia de diarrea y de estreñimiento son síntomas de un malestar digestivo que repercute negativamente en la calidad de vida. Es un estado desagradablemente familiar para las personas que sufren intestino irritable, un problema muy habitual que afecta a entre el 3,8 y el 9% de la población mundial. La incidencia en España es aún más alta, y según los datos que maneja la Sociedad Española de Patología Digestiva (SEPD), entre el 8 y el 16% de lo población padece este trastorno.

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