Marc Bohan, el diseñador más desconocido de una de las grandes maisons de la moda

Maria Grazia Chiuri, la actual directora creativa de Dior, acaba de asombrar al mundo con su último desfile en la India. El año pasado nos dejó perplejos en Sevilla y lleva ya siete años haciendo lo propio en París, en las semanas de la alta costura y del prêt-à-porter. Está a punto de superar en años al frente de la casa a Gianfranco Ferré, que estuvo ocho, y a mitad de camino de John Galliano, que lideró durante 14 años la maison parisina. Pero ninguno de ellos ha sido el diseñador que más tiempo ha estado al frente de la casa. Ni el mismísimo Christian Dior ostenta ese récord, ya que falleció en 1957, diez años después de haber lanzado el New Look.

¿Quién posee entonces el título de creador más longevo en la casa? Está claro que Raf Simons, que solo estuvo tres años, no puede tenerlo, lo mismo que Yves Saint Laurent, que pese a ser uno de los más conocidos, quizás con Galliano, sucesores de Dior, tampoco llegó a los cuatro años al frente del timón de este trasatlántico de la moda.

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De todos los genios que se han dirigido la casa, Marc Bohan es posiblemente el más desconocido, pero, sin embargo, es a él a quien más le debemos el haber conservado el relumbrón de su fundador. Con Yves Saint Laurent, y tras haberse formado en Piguet, Molineux y Patou, fue uno de los candidatos a sustituir a Dior tras su fallecimiento, pero al final fue Laurent quien se alzó con ese puesto. Él tuvo que esperar a cumplir 34 años para que una crisis de nervios del joven Yves y una colección de escándalo después fuera encumbrado a lo más alto de la casa. Y, por si había alguna duda, pudo suceder a dos talentos como Dior y Saint Laurent obteniendo además críticas muy halagadoras.

“Dior vuelve ‘chez’ Dior”, decían los titulares tras la presentación de su primera colección en 1961. En aquel desfile de dos horas de duración, el creador impuso el ‘slim-look’ como nueva silueta de la casa, con vestidos más ceñidos, y hasta se adelantó a Yves Saint Laurent presentando la feminización el esmoquin, en un diseño en satén negro. En 1964, asistir a sus desfiles ya se consideraba como una “obligación moderna” y él llegó a definir la casa como "el Rolls Royce de la moda".

El olvidado Bohan estuvo 29 años al frente de la casa, hasta que el nuevo propietario, Bernard Arnault, decidió cambiarlo en 1989 por Gianfranco Ferré, abriendo así la casa a diseñadores extranjeros. Karl Lagerfeld o Christian Lacroix pusieron entonces el grito en el cielo, y no era para menos.

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Bohan le dio a Dior momentos de gloria tales como el vestido con el que Elizabeth Taylor recogió su Oscar por ‘Una mujer marcada’ en 1961, la túnica que lució Farah Diba el día de su coronación o el vestido de novia de Silvia de Suecia. Sus clientas se contaban entre lo más destacado de la jet set del momento: de Wallis Simpson (el Museo del Traje conserva uno de los diseños que Bohan le hizo a la duquesa de Windsor) a Sophia Loren, Natassja Kinski o la Princesa de Kent, todas recurrían a Bohan para destacar en elegancia, aunque con quien formó un tándem de éxito fue con la joven Carolina de Mónaco.

Antes de que la princesa cayera en los brazos de Karl Lagerfeld y Chanel, Bohan fue su mano derecha (la izquierda era Hubert de Givenchy). De hecho, él la vistió para sus dos primeras bodas: el vestido boho chic con el que contrajo matrimonio delante de 800 personas con Philippe Junot y el sencillo wrap-dress con el que dio el 'sí, quiero' a Stefano Casiraghi también llevaban su firma. Posiblemente, Bohan también fue uno de los que mejor pudo consolar a Carolina tras el fallecimiento de su madre: él había perdido a su mujer en un accidente de tráfico 20 años antes.

Con Bohan se consolidó el imperio que había montado Christian Dior en los años 50, cuando la casa llegó a tener hasta 59 licencias. Estaba al frente de una compañía que también contaba con líneas de hombre y de bebé y que, por ejemplo, en 1966 facturaba más de 700 millones de pesetas (de aquellos tiempos). En 1982, la cifra superaba los 60.000 millones.

En 1986, el creador estuvo en Madrid para la apertura de la boutique de la firma en la capital, pero lo cierto es que el diseñador pelirrojo pasó casi inadvertido para la prensa, que prefirió recrearse en otros invitados como Sofia de Habsburgo, Carmen Martínez-Bordiú (Rossi en aquel momento), el duque de Huéscar o la marquesa de Cubas.

El comunicado de su destitución en 1989 fue un jarro de agua fría para este creador, que acabó refugiándose en la firma británica Harnell, confiando en que toda su clientela se mudara con él a Londres, pero la cosa no salió tal y como él se esperaba. Tras él llegaron a Dior los años de Ferré y, sobre todo, de Galliano, que volvió a darle relumbrón a la alta costura eliminando prácticamente todo rastro de cualquier otro diseñador anterior a él en la maison.

Pero el legado de Bohan, que creaba los diseños en un sencillo despacho gris en el que destacaba una cigüeña hecha con pequeñas tijeras, merece ser reconocido. Porque si Dior es Dior, es en parte gracias a este maestro que supo pilotar una empresa que durante su 'reinado' cambió dos veces de propietario sin que nadie se diera cuenta, siendo fiel a un estilo que él había aprendido del mismísimo Dior.