El paraíso de leyenda que eligen los príncipes de Gales para sus vacaciones

Aunque hace días que el colegio ha terminado para los príncipes George, Charlotte y Louis y ya están oficialmente de vacaciones de verano, los deberes reales de sus padres les han impedido marcharse aún de vacaciones. Sin una confirmación oficial de sus planes de relax para las próximas semanas, sus posibles destinos pueden ser el icónico castillo de Balmoral en Escocia, el lugar donde la reina Isabel II pasaba sus vacaciones desde que llegara al trono en 1952, o también la isla privada caribeña de Mustique, un paradisiaco lugar al que los príncipes de Gales acuden desde el año 2008 y que conocen a la perfección, además de ser hogar de más de un escándalo real.

Pero un tercer competidor por ser el destino de los royals y sus tres hijos es el diminuto archipiélago de las islas Sorlingas, que el príncipe Guillermo heredaba recientemente desde que se convirtiera en propietario del ducado de Cornualles al que pertenecen. Los príncipes han visitado esta tranquila localización en dos recientes escapadas junto a los pequeños en 2020 y 2021.

Debido a su belleza y privacidad, las islas son muy populares entre la familia real británica y otras celebridades, ya que con espacio para tan solo 5.000 turistas, son perfectas para unos días de relajación en plena naturaleza y rodeados de exuberante vegetación.

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Las islas Scilly, como se las conoce en inglés, o Ynysek Syllan en córnico, la lengua celta hoy casi olvidada que se hablaba en la zona, destacan por un microclima que hace que haya una eterna primavera. Situadas en el extremo suroeste de Inglaterra, señalan el confín occidental del canal de la Mancha cuando se abre al océano Atlántico. El archipiélago tan solo mide 10 km de largo y 5 km de ancho y desde el aire se asemeja a un mosaico compuesto por 140 islotes, de los que solo cinco son lo bastante grandes para albergar una población permanente de poco más de 2.000 habitantes.

Parece que los antiguos cartagineses y griegos ya las conocían como las islas Casitérides y llegaban a la región para comprar el estaño que utilizaban para fabricar sus aleaciones de bronce. Luego los romanos las bautizarían como las islas del Sol, debido a su clima idílico. Calentado por la corriente atlántica septentrional del Golfo, el archipiélago disfruta de temperaturas suaves todo el año, sin apenas nieve ni heladas.

La leyenda, desarrollada por los romances artúricos, sitúa la gran isla de Lyonnesse, de la que se dice que Tristán fue príncipe, no lejos de allí, antes de que se la tragaran las olas. Este relato mitológico se basa en una realidad geológica. Hacia el siglo V, el nivel del mar subió, sumergiendo parte de las islas, que antes habría formado un único territorio llamado Ennor o la Gran Isla.

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Inicialmente parte del reino celta de Dumnonia, las islas Sorlingas pasaron a formar parte de la historia común de Inglaterra a partir de la época del rey sajón Atheslstan, hacia 930. A principios del siglo XII, Enrique I Plantagenet concedió el feudo a la abadía de Tavistok, que estableció allí un priorato. Sin embargo, los isleños siempre mantuvieron su feroz independencia. La zona, con sus peligrosos arrecifes, ha sido temida durante mucho tiempo por los marineros. Por ejemplo, en 1707 seis barcos de una flota de la Royal Navy que viajaba de Gibraltar a Portsmouth se estrellaron contra los acantilados del archipiélago. Cuatro de ellos volcaron y se hundieron, cobrándose 1.450 vidas.

Dependientes desde la Edad Media del ducado de Cornualles, las islas Sorlingas han sido administradas a lo largo de los siglos por gobernadores que las poseían y arrendaban. La familia Godolphin, y más tarde sus descendientes, ocuparon este cargo de 1568 a 1831, hasta George Osborne, sexto duque de Leeds. En la actualidad, el empresario Horace Dorrien-Smith sigue siendo el 'arrendatario' de la isla de Tresco, en cuyo desarrollo trabajó con su amigo el príncipe de Gales, hoy Carlos III.

Es en esta isla donde se ha visto en las últimas ocasiones a Guillermo, Kate y a sus hijos, disfrutando de paseos en bicicleta y charlando amistosamente con los lugareños. Este lugar le trae además buenos recuerdos al príncipe, ya que exploró estas islas salvajes por primera vez en junio de 1989 con su hermano, el príncipe Harry, y sus padres, Carlos y Diana. Sin duda, un lugar mágico para crear recuerdos en familia que ahora comparte con sus propios hijos.

Aunque el archipiélago goza de un alto grado de autonomía, con un consejo elegido de 16 miembros, el actual duque de Cornualles, Guillermo, sigue siendo el propietario de la mayor parte del territorio, con algunas excepciones, como una gran parte de la capital, Hugh Town, en St Mary's, que fue vendida a la ciudad en 1949. No obstante, todas las parcelas deshabitadas, por su interés ecológico, están gestionadas por el Isles of Scilly Wildlife Trust, que las alquila por un alquiler simbólico de un narciso al año.