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Mulas y ladrillos: la interminable reconstrucción de la Gran Muralla China

Hace algo menos de un año, en septiembre de 2016, China se indignó ante lo que consideró una chapuza de dimensiones monumentales. La Gran Muralla, uno

Los problemas con la polución han llevado al gobierno a cerrar la mayoría de fábricas de ladrillos. En la imgen, un par de operarios esperan la llegada de un cargamento de material de construcción. (Reuters)

Situado al norte de Pekín, esta sección de la Gran Muralla ofrece vistas privilegiadas a sus visitantes. (Reuters)

"Las cuestas son tan empinadas y las montañas tan altas que sólo las mulas pueden transportar los ladrillos", explica uno de los trabajadores de la obra. (Reuters)

Los trabajadores encargados de la reconstrucción de la muralla descansan en el mismo monumento. (Reuters)

La niebla cubre este tramo de la Gran Muralla a primera hora de la mañana. (Reuters)

"Debemos amoldarnos al formato original, los materiales originales y las ténicas de construcción originales para preserver los valores históricos y culturales de la muralla", ha expresado Cheng Yongmao, el ingeniero que lidera la restauración. (Reuters)

Este tramo concreto es muy joven en comparación con otros que cuentan con dos milenios de antigüedad. Se construyó durante los últimos años de la dinastía Ming. (Reuters)

Es una de las principales tareas a la que se enfrentan los responsables de la restauración, ya que las escaleras se han erosionado con el paso de los años.

El progreso es lento debido a las dificultades que los operarios se encuentran sobre el terreno. (Reuters)

Picos, palas y chiseles se encuentran entre los objetos que utilizan los trabajadores ya que la inestabilidad del terreno no permite el uso de objetos más sofisticados. (Reuters)

Los trabajadores tienen que enfrentarse a complicadas rampas por las que deben cargar no sólo con los ladrillos necesarios para la reconstrucción sino también con las herramientas que necesitan para acometer la reforma.

 

Hace algo menos de un año, en septiembre de 2016, China se indignó ante lo que consideró una chapuza de dimensiones monumentales. La Gran Muralla, uno de los símbolos del país, había sido objeto de una obra de restauración que no respetaba la estética de la construcción.

Aquel tramo, entre Liaoning y Hebei, al noreste del país, no era el único que se estaba restaurando. En Jiankou, una región a unos 70 kilómetros de Pekín, se está restaurando un tramo de unos veinte kilómetros con la ayuda de herramientas rudimentarias. El motivo, lo agreste de un terreno dominado por empinadas pendientes que imposibilitan la entrada de maquinaria convencional.

Se considera que algo más de un 8% de la Gran Muralla se encuentra en buen estado a pesar de que la Unesco la declaró Patrimonio de la Humanidad en 1987. En este tramo en concreto, los operarios están utilizando algunos de los ladrillos originales que se han desprendido de la muralla durante los últimos años.

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