Sus desnudos suaves y eróticos, sus imágenes publicitarias, sus primeros trabajos abstractos y su pleitesía al color han hecho de Paul Outerbridge el gran alquimista del deseo en la fotografía. El artista estadounidense quería crear "paraísos artificales" con un toque surrealista y una superficie seductora de texturas y tonos en las que el color era una pieza tan clave como su compleja técnica carbro-tricomática.

Taschen dedica una monografía a este fotógrafo que llegó a ser el fotógrafo comercial mejor pagado de Nueva York y acabó retirado en Hollywood en los años cuarenta tras un escándalo suscitado por su fotografía erótica, que apenas pudo exhibir en vida. En sus imágenes se convirtieron en fotos fetichistas que fueron tildadas de indecentes. No distaban en exceso de las que hacía su colega Man Ray en blanco y negro pero el color brillante  y cuidado fue demasiado para la moral de la época.

Outerbridge fue un pionero en explotar el potencial expresionista y comercial de la fotografía en color, coqueteó con las vanguardias, especialmente con el cubismo y el surrealismo pero también con la abstracción, y se adelantó a su época en su mirada sobre la fotografía erótica. "El desnudo es, de lejos, el más difícil de todos los temas", aseguró el artista amante del componente plástico del cuerpo humano.