Tras más de un mes en cuarentena, es normal que nos sintamos tensos o irascibles. Varios consejos nos pueden ayudar a dominar esta situación
Nos enfrentamos a un desafío sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial. El coronavirus está impactando directamente en nuestra forma de vida y su alto grado de propagación ha obligado a tomar medidas extremas que han limitado considerablemente el movimiento de las personas. Un parón que nos ha permitido empezar a doblegar la curva de contagios y ha tenido efectos colaterales positivos para el medio ambiente. Pero el aislamiento también puede suponer un riesgo para la salud mental de los ciudadanos.
Es normal que la duración y la dureza del confinamiento puedan desgastarnos. Vivimos tiempos de incertidumbre y cambios muy rápidos y todo lo que dábamos por hecho, hasta los detalles más comunes como dar un paseo o ir a tomar un café, ya no forman parte de nuestra rutina. Y, por supuesto, nos vemos afectados por el dolor que provoca la gravedad de esta crisis sanitaria, con el aditivo de la preocupación por nuestros familiares, amigos y vecinos.