Aterrizo en Rabat un mes después del robo. Allí he quedado con Rebeca Hortigüela, corresponsal de El Confidencial en el reino alauita, quién se suma a la búsqueda. Viajamos hasta Sidi Slimane, la ciudad donde se activó por última vez mi teléfono, a una hora y media en coche del aeropuerto. Las carreteras son nuevas, pero hay que estar alerta porque la gente cruza sin mirar, y los carros de caballos o burros aparecen cuando menos te lo esperas. El GPS nos lleva hasta una avenida enorme donde se suceden las vitrinas con teléfonos de segunda mano. La mayoría Android, pero también iPhones. Los bazares de teléfonos de segunda mano comparten mercado con viejos badulaques, mostradores sucios, animales muertos colgando al aire libre, telas, joyas...
El modelo que me robaron en Madrid no está en ninguna vitrina. Preguntamos a Hakim, uno de los jóvenes que trapichean con los móviles entre tienda y tienda, quien nos asegura que los modelos más caros no están en la calle, sino dentro de los establecimientos. Nos pide que le acompañemos y tras caminar unos metros llegamos a una especie de pequeño centro comercial donde hay cuatro tiendas de electrónica.
Casi todo la población marroquí tiene smartphone a pesar de que el sueldo medio mensual es de 200 euros
“En Slimane ahora mismo solo hay un iPhone X de 256 gb”, insiste. El corazón me da un vuelco. “¿Será el mío?”. El joven alarga la mano para que podamos encenderlo. Está reseteado. Miro en la carcasa, lo reviso. En la pantalla aparecen las características y…. nada, no es mi número de serie. No ha habido suerte. Hakim me asegura que se vende por 800 euros. Es la primera cifra de un vendedor acostumbrado a regateos agresivos y ya parte muy baja: en España oscila entre los 1200-1300. Logramos bajarlo hasta los 650, pero no es mi terminal, así que no me puedo arriesgar: si el teléfono entrase en España se bloquearía de inmediato. Recorremos alguna tienda más y nos damos cuenta de que, efectivamente, es el único iPhone X de 256 gb a la venta. Rebeca y yo decidimos poner rumbo al norte, a Larache, la meca de los teléfonos robados.
El valor de tu disgusto
Larache
En esta ciudad playera es donde mis compañeros de Teknautas entrevistaron hace casi un año a Luis Herreras, un español que localizó su teléfono, así como al hombre que lo vendía: Hassan Boudioun, propietario de una tienda de reparación y venta de productos electrónicos. Intento localizarlo para empezar por algún sitio. Su anuncio aún está en Facebook, pero su tienda ha desaparecido. Ni rastro.
Continuamos tienda por tienda. Llevamos un listado con seis negocios donde podrían vender teléfonos similares al que me robaron. Son pequeños puestos, que en su mayoría conviven con otras tienduchas y en ninguno aparece nuestro teléfono. Entramos a la medina por la Plaza de España, donde aparece la misma estructura: puestecillos ambulantes con varios modelos, pero pocos de Apple. Preguntamos a los tenderos y nos aseguran que allí no encontraremos ninguno con tantos GB, máximo de 128. Nos entretenemos regateando con otros modelos, reduciendo el precio a una tercera parte de lo ofertado en un principio.
Según la gendarmería marroquí, “hay teléfonos robados, pero como en todos los países”
A nuestro alrededor todo el mundo tiene un smartphone, no todos de gama baja a pesar de que el sueldo medio marroquí es de 200 euros mensuales. Pero los marroquíes son muy dados a comprar en un mercado de segunda mano que reduce muchos los precios y que en España muchas veces ni nos planteamos si no es a través de aplicaciones o internet. Es curioso que mucha gente vive reutilizando cosas de segunda mano, sin la necesidad de que sean nuevas ni ser ellos los primeros en estrenarlas.
Cuando paseas por cualquier medina -ciudad antigua- o mercadillo popular te encuentras decenas y decenas de puestos de segunda mano. De todo los objetos habidos y por haber. Incluso el artilugio más raro y la reliquia más curiosa: un sacacorchos antiguo (prácticamente de los primeros modelos que se inventaron), baterías de móviles usadas, zapatos, un sifón de gaseosa, cables de todo tipo, electrodomésticos, luces de neón, gafas de ver e incluso tazas de water. Este “Wallapop marroquí” no está contabilizado ni regulado. “¿Cuántos de estos objetos serán robados?”, me pregunto.
Con los móviles pasa lo mismo. Lo modelos más antiguos suelen estar en la calle, sobre una manta o una vieja vitrina. Los nuevos suelen aparecer en tiendas de mejor aspecto. Aunque no hay cifras exactas acerca de cuántos de los móviles que han sido robados en España o en Europa entran en Marruecos, los agentes de aduanas encontraron a principios de febrero 300 móviles en el puerto de Tánger Med. Los smartphone estaban escondidos en los asientos delanteros y traseros de un vehículo con matrícula española.
El 50% de los vehículos robados en España acabaron en Marruecos
*Cada coche representa 200 vehículos robados en España en 2018.
El hombre que intentaba cruzar la frontera con los teléfonos, un marroquí que reside en el extranjero, no había declarado el material. Algo estrictamente necesario si atraviesas la frontera marroquí con cantidades que obviamente son para el comercio y no para uso personal. Durante el mes de octubre del año pasado, se incautaron, 920 smartphone, 7 tablets y 133 teléfonos antiguos. Estaban también en el interior de un vehículo que intentaba cruzar el puerto de Tánger Med, el que más tráfico tiene de todo el norte de África.
Es muy difícil saber qué porcentaje de los teléfonos robados en Europa acaban en Marruecos, pero sí hay datos sobre coches que cruzan el Estrecho. Se estima que más del 50% de los vehículos robados en España por la mafia hispano - marroquí se venden en el mercado negro en Marruecos. Por ejemplo: el año pasado, se robaron 40.000 vehículos en España, de los cuales 20.000 acabaron en Marruecos.
Puedes comprar uno de los últimos modelos de iPhone por unos 700 euros, si regateas bien
Mientras me entero de todas estas cosas, mi teléfono sigue sin aparecer. En Marruecos es difícil encontrar zonas con wifi, pero sus datos funcionan con tarjetas (la mayoría de las compañías pertenecen al Rey) que van recargando cuando los acaban. Recorridos todos los puestos de la medina empiezo a resignarme. Uno de los vendedores nos asegura que la mayoría de los móviles robados de alta gama están en las ciudades grandes, como Rabat. Nos pilla de camino al aeropuerto, así que vamos para allá.
Rabat
En la medina hay una zona específica solo para aparatos electrónicos: una calle de al menos un kilómetro donde las tiendas y puestos ambulantes con ruedas comparten luz con otros locales. Son establecimientos muy viejos donde también se reparan los terminales o vitrinas que empujan cuando llega la hora de cerrar.
En Rabat no hay ni una sola Apple Store. Las ventas de la marca californiana solo funcionan vía internet y a través de tiendas locales. Seguimos probando, sin suerte. Recorremos las estrechas callejuelas y llegamos a un mercado: Joutia Bab El Had, un laberinto repleto de teléfonos móviles de segunda mano. “¿Cuántos serán robados?”, volvemos a preguntarnos.
En Rabat no hay ni una sola Apple Store. Las ventas de la marca californiana solo funcionan vía internet y a través de tiendas locales
Todos los que probamos no tienen mi IMEI y también están reseteados. Algunos me los ofrecen con caja, otros sin ella. Los hay impecables y otros con signos de desgaste. Mientras repetimos la operación, un amigo me escribe desde Madrid. Dice que a él también le han robado el teléfono y ha aparecido en Marruecos. Elevamos una pregunta a la gendarmería marroquí donde nos aseguran que no les consta la existencia de ninguna organización que revenda los iPhone sustraídos en España. “Obviamente hay teléfonos robados y los revenden, pero es es igual que en otros países”.
En el camino de vuelta me termino de hacer a la idea. El avión aterriza en Madrid y enciendo mi nuevo teléfono comprado en España. Un Android.