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El carbón será historia: ¿qué hacemos con las centrales?

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Planta nuclear en pleno rendimiento
Planta nuclear en pleno rendimiento

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n los próximos años cerrarán definitivamente todas las centrales térmicas de carbón operativas en España. El reto es pensar cómo reconvertir las centrales

Por Tomás Muñoz M.

Cualquier usuario con interés suficiente puede conocer el origen de la electricidad que llega a su casa leyendo la factura de la luz o preguntando a su compañía proveedora. Actualmente, en España se trabaja para que esta procedencia sea íntegramente verde, aunque en la mayoría de los casos todavía existe una mezcla de fuentes renovables y combustibles fósiles. Entre estos últimos se encuentra el carbón, utilizado por su poder calorífico en centrales térmicas convencionales, un tipo de instalación que tiene los días contados.

En nuestro país, el número de plantas de carbón trabajando a pleno rendimiento se ha reducido de forma drástica en menos de dos años. A principios de 2019, había 14 distribuidas por toda la geografía, entre las que se encontraban algunas de las más contaminantes de Europa. Sin embargo, un importante cambio en las condiciones del mercado, motivadas por la decidida apuesta ecologista de la Unión Europea, derivó en que utilizar este combustible dejará de ser rentable. De esta forma, se alcanza la recta final de un proceso que ha durado décadas: en 1990 la potencia eléctrica instalada procedente del carbón en la península suponía el 24,5% del total, mientras en 2020 es menor al 9%.

En 1990 la potencia eléctrica instalada procedente del carbón en la península suponía el 24,5% del total

Uno de los hitos recientes en la historia de la descarbonización en España tuvo lugar a mediados de diciembre de 2019. Entre los días 13 y 15 de ese mes, se apagaron todas las centrales térmicas de carbón de la península —en algunos casos de forma temporal por mantenimiento—, lo que provocó que por primera vez en la historia no se produjera electricidad de origen carbónico durante 45 horas. Para poner de relieve la magnitud del dato, es necesario recordar que en nuestro país siempre ha habido alguna instalación de este tipo funcionando ininterrumpidamente desde 1949, lo que supone más de 25.000 días consecutivos emitiendo CO2 a la atmósfera.

Este mes de junio, echaron el cierre definitivo las plantas de Compostilla II en León y Andorra en Teruel, Puente Nuevo en Córdoba, Narcea en Asturias, La Robla en Léon y Meirama en A Coruña y Velilla en Palencia. Las restantes tienen dos fechas límite. Por un lado, se encuentran las dos centrales de Asturias (Aboño y Soto de Ribera) que producirán hasta 2030, mientras que los grupos 3 y 4 de Alcudia en Mallorca y Litoral en Almería, así como Los Barrios en Cádiz, tienen como fecha límite un año más cercano en el tiempo: 2025.

Placas solares dentro de un parque eólico

Vida útil más allá del carbón

El apagón plantea cuestiones relacionadas con la reutilización o adaptación de las plantas, así como la minimización del impacto ambiental. Algunas compañías, como es el caso de la energética Endesa, ya se han puesto manos a la obra. La central de Andorra se convertirá en una instalación fotovoltaica y eólica con tecnología de almacenamiento que generará íntegramente energía verde. En Compostilla, la energética está ultimando un concurso internacional para la reindustrialización de la zona con proyectos de economía circular.

Una de las renovables que gana enteros como alternativa al carbón es la biomasa, es decir, toda la materia orgánica a la que se le puede aplicar un proceso químico para obtener energía. Aunque se clasifica en varios tipos según su procedencia —ganadera, industrial, urbana, acuosa, agrícola— es la forestal la que más interesa para la reconversión de las plantas de carbón. Según destaca Margarita de Gregorio, directora de Biomasa de APPA y coordinadora de las Plataformas Tecnológicas de la Biomasa (Bioplat), “nuestro país es el tercer país europeo en recursos absolutos de esta fuente energética y también de recurso forestal. De hecho, se da la circunstancia de que este se encuentra predominantemente en las áreas geográficas de las cuencas mineras”.

Entre los beneficios de la biomasa no solo se encuentra la generación de electricidad sino que “sirve para mantener limpio el monte y evitar los incendios”

No obstante, es un error pensar que se puede quemar residuo forestal al mismo ritmo que el carbón: “Su poder calorífico es menor y el primer principio de la biomasa es alimentar la central únicamente con lo que se recoge en el área de aprovisionamiento y nunca traerla de lejos para evitar las emisiones que produce el transporte”, aclara De Gregorio. “Hay que cambiar el chip. Se pasa de un modelo en el que muy pocos actores generaban una gran cantidad de energía, a otro en el que tienen que participar muchos agentes para alcanzar los mismos niveles. Esta transición requiere, entre otras cosas, que los trabajadores se reciclen y formen, ya que antes conocían la mina y ahora deberán familiarizarse con el monte”, asegura.

Entre los beneficios de la biomasa, no solo se encuentra la generación de electricidad con menor emisión de gases, sino que “igualmente sirve para mantener limpio el monte y evitar los incendios en verano”. La representante de APPA subraya que “en las comarcas mineras la reconversión puede generar numerosos empleos directos ligados a la operación y funcionamiento de la instalación y otros muchos vinculados al aprovisionamiento con combustible de la propia zona” y pone el ejemplo de la bioeconomía finlandesa donde, además de obtener energía, “también fabrican productos verdes procedentes de la biomasa”.

Planta creciendo

Almacenamiento y uso de las emisiones

Pese a que el carbón está en claro retroceso en la mayoría de los estados miembros de la Unión Europea, algunos investigadores estudian posibles fines alternativos para el CO2. “Sobre todo en aquellos países que han basado su desarrollo en la producción de energía barata para poder crecer exponencialmente”, señala Benito Navarrete, catedrático del departamento de Ingeniería Química y Ambiental de la Universidad de Sevilla. “En China se llegaron a instalar hasta dos plantas térmicas cada semana en la década entre los años 2000 y 2010, lo que da una pista sobre la magnitud de sus emisiones”, remarca.

El experto explica que “una alternativa a estos casos tan extremos podría ser la captura y almacenamiento del dióxido de carbono para darle una utilidad y, por lo tanto, sacarlo de la atmósfera”, pero advierte que “estamos hablando de que se producen cantidades tan ingentes de este gas que cualquier uso normal se agotaría rápidamente”. Y pone un ejemplo: “Con el CO2 producido en una única central de tamaño normal podríamos carbonatar toda la Coca-Cola del mundo”.

“Con el CO2 producido en una única central de tamaño normal podríamos carbonatar toda la Coca-Cola del mundo”

Desde el punto de vista de Benito Navarrete, “la solución más viable sería almacenarlo en el único lugar donde hay capacidad para hacerlo de forma inocua: el subsuelo”. La técnica consiste en “inyectar el CO2 en yacimientos de petróleo y gas natural para movilizar las últimas cantidades de estos recursos y aprovecharlos en su totalidad, a la par que el controvertido gas queda almacenado”. No se trata de una práctica nueva, sino que en algunas zonas de EEUU y Canadá se lleva a cabo desde hace décadas. “Además, tanto la Agencia Internacional de la Energía como el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), le dan cierta cabida a esta tecnología como algo necesario para cumplir con los objetivos marcados para el año 2050. Se trata de otra herramienta más a utilizar junto con las renovables y el ahorro de energía”, matiza el catedrático.

El catedrático recuerda que las plantas térmicas de carbón “no son las únicas instalaciones que emiten grandes cantidades de dióxido de carbono, sino que también lo hace la industria” y apunta que Europa continuará produciendo cemento y acero: “Los altos hornos no tienen muchas alternativas a los combustibles tradiciones, así que su única forma de controlar el CO2 será capturarlo y almacenarlo o quizá darle un uso”.