Logo El Confidencial

Plan para reducir las emisiones de CO2 en tu casa y empresa

Powered by

Una manifestación de protesta contra la contaminación ambiental
Una manifestación de protesta contra la contaminación ambiental

D

os expertos nos dan las claves para adoptar sencillas medidas que permiten realizar un uso más adecuado de la energía que consumimos en nuestros hogares y empresas, lo que se conoce como descarbonización

Por Tomás Muñoz M.

La gran batalla de nuestro tiempo —con permiso del coronavirus— se libra desde hace décadas contra el cambio climático. Detrás del calentamiento global se encuentra la emisión de gases de efecto invernadero y más concretamente de CO2. Parece un agente enorme que solo se puede combatir desde las grandes corporaciones, las que más CO2 emiten, pero lo cierto es que la lucha también se libra desde nuestras casas y empresa.

Entre las 14 claves para cumplir con la descarbonización presentadas por Deloitte, se encuentran tres referentes a los sectores residencial, servicios e industria:

-

Definir un plan para la rehabilitación de edificios para reducir al máximo el consumo energético y aumentar la eficiencia energética.

-

Promover incentivos para las inversiones dentro del sector terciario para que reduzcan sus emisiones

-

Fomentar el cambio de energía dentro de las industrias a través de ventajas fiscales u otros instrumentos de apoyo.

“Donde no haya necesidad de gastar energía, es posible recortar las emanaciones nocivas”

Mientras los planes de incentivos y financiación llegan para rehabilitar y cambiar el modelo energético, los usuarios a nivel individual pueden dar pequeños pasos para reducir su emisión de CO2. ¿El primero? Consumir menos. “Donde no haya necesidad de gastar energía, es posible recortar las emanaciones nocivas”, apunta el profesor Benito Navarrete, catedrático del departamento de Ingeniería Química y Ambiental de la Universidad de Sevilla. “Para ello tenemos muchas herramientas centradas en tres planos: el transporte, la electricidad y el calor”.

El vehículo personal todavía es uno de los elementos contaminantes por excelencia y, prescindir de él, una de las formas más eficaces para mermar las emisiones. “Tenemos alternativas como el transporte público, la bicicleta o el patinete eléctrico y, además, podemos comprar coches eléctricos o híbridos”, recalca el docente. Entre las buenas prácticas personales en materia de movilidad que a menudo se incluyen en las guías de descarbonización se encuentran el uso prioritario del tren frente al avión o subir las escaleras en lugar de coger el ascensor; menos consumo de energía, menos emisión de CO2.

Tras el transporte, la energía es otro de los ámbitos a combatir. Fomentar el autoconsumo dentro de la vivienda particular hoy día es más fácil ya que “el impuesto al sol se liberó y cualquier usuario puede instalar placas solares, lo que implica un consumo totalmente renovable”, explica el profesor. Pero, ¿y si no podemos hacernos cargo de esa inversión? Los usuarios tienen la posibilidad de encargar a su compañía eléctrica “un recibo verde, cuya energía proceda exclusivamente de fuentes 100% renovables”. A ello se puede sumar la utilización de electrodomésticos eficientes, la instalación de bombillas led, el empleo de lavadora y lavavajillas únicamente cuando estén llenos, optar por ducha en lugar de baño o instalar regletas con interruptor para evitar que los aparatos continúen funcionando en modo ‘standby’. Al final es ir sumando pequeños granos de arena para formar una montaña.

Respecto a la calefacción, otro de los grandes problemas de la emisión de CO2, Benito Navarrete lamenta de que “todavía existan muchas calderas de carbón que deberían ser sustituidas por gas natural, ya que, pese a ser un combustible fósil, emite mucho menos CO2 a la atmósfera”. Su recomendación definitiva para calentar una casa es “la bomba de calor alimentada por electricidad limpia”, sistema que “aporta tanto calor en invierno, como frío en verano”. Existen más opciones ecológicas interesantes desde su punto de vista, tales como “el uso de biomasa, que emite un CO2 que se considera dentro del ciclo normal”, explica.

Un puesto de verduras en un mercado

Cómo consumimos también cuenta

Los expertos coinciden en que es un error pensar que contamina más la actividad empresarial o la industria que el uso doméstico y el transporte, por eso el profesor Navarrete recuerda que estas actividades “están funcionando, en gran medida, para solventar la demanda doméstica. El consumidor es el responsable de toda la cadena de CO2 y la industria solo resuelve la necesidad del ciudadano en lo que a servicios y productos se refiere, así que no están en planos diferentes”.

Todos los productos que entran en nuestros hogares tienen una procedencia que puede conllevar una mayor o menor aportación de gases a la atmósfera y, por lo tanto, se pueden acortar las emisiones optando por unos mejores hábitos como cliente. En esta dirección, para Mariluz Castilla, ’trusted senior advisor’ en Sostenibilidad y aspectos ESG para la Alta Dirección y el Consejo, “consumir alimentos de proximidad, por ejemplo, implica menos transporte y, por lo tanto, menos huella de carbono”. Lo mismo sucede con qué tipo de alimentación demandamos: “Se puede colaborar comiendo menos carne, ya que la ganadería genera altas cantidades de CO2 y, por supuesto, evitando los envases innecesarios”, destaca la especialista.

Paneles solares sobre un techo

¿Qué se puede hacer en el entorno laboral?

Parece obvio que una parte importante de las iniciativas concretas sobre gasto energético, climatización o movilidad que se pueden llevar a cabo en una vivienda también son válidas para muchas compañías. “Pero además, cada vez hay más ayudas del tipo reducción fiscal, apoyo a la rehabilitación o subvenciones para vehículos no contaminantes”. Mariluz Casilla aconseja tener en cuenta los futuros fondos de reconstrucción de la Unión Europea, ya que “están ligados en buena parte a la sostenibilidad”.

“Lo primero que debe hacer una empresa es medir su huella de carbono y, una vez se conoce, se deben adoptar decisiones concretas y un compromiso firme para disminuirla”. Para la experta, “las organizaciones pueden ser más eficientes energéticamente de muchas formas: cambiando los combustibles que utilizan, mejorando su flota de vehículos, optimizando cargas o autogenerando energía renovable”. Pero apunta a que las compañías “son asimismo responsables de las emisiones que causan sus productos”.

Los puntos básicos que toda empresa debe abrazar como propios si quiere descarbonizar son: “Plantearse objetivos de reducción que, si no se cumplen, deberán ser compensados, implicar a los empleados e involucrar a sus consumidores”. Castilla considera que “muchos sectores pueden impulsar proyectos verdes entre varias empresas o incluso apostar por la colaboración público-privada. Todo ello sirve para desarrollar procesos más eficientes y mejores infraestructuras”. Y recuerda que “es un buen momento para repensar la recuperación de la crisis en clave de sostenibilidad y aprovechar las ayudas que vienen”.