Soluciones eficientes para ahorrar en calefacción este invierno

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plicar nuevos criterios arquitectónicos, apostar por la tecnología y cambiar los hábitos diarios son claves para reducir nuestra factura

Por Tomás Muñoz M.

Es cierto que los seres humanos no hibernamos como hacen otros mamíferos cuando arrecian las inclemencias meteorológicas, pero sí invernamos cada año en nuestras viviendas. Nuestra casa se convierte en un refugio cuando el frío se intensifica. Sin embargo, mantener la casa caliente en invierno conlleva un gasto que, en muchas ocasiones, no se corresponde con los parámetros de la eficiencia. En los últimos años, han proliferado los sistemas y tecnologías nos ayudan al ahorro de energía, a la par que preservan el medio ambiente e implican un menor desembolso.

Es posible que nuestra vivienda no sea una ‘passivhaus’ o casa pasiva, pero siempre se pueden tomar ciertas medidas próximas a la filosofía de este movimiento arquitectónico. El primer y mejor ejemplo es intentar aprovechar las horas de luz para calentar la casa. Si bien es cierto que no todos los edificios tienen ventanales orientados hacia el sur, ni que en todos los lugares la radiación solar es la misma, sí que puede suponer un incremento térmico el simple hecho de levantar al máximo las persianas durante el día y bajarlas durante la noche. Las cortinas también pueden contribuir si se utilizan de una forma similar. Asimismo, es recomendable realizar la ventilación siempre en las horas centrales del día, cuando la temperatura exterior es más alta —de 12:00 a 16:00 horas— y nunca manteniendo abierto durante más de diez minutos.

Actualmente tienen gran relevancia los criterios bioclimáticos a la hora de proyectar viviendas de nueva construcción

Actualmente tienen gran relevancia los criterios bioclimáticos a la hora de proyectar viviendas de nueva construcción, sobre todo parámetros como las condiciones meteorológicas de la zona o la vegetación que rodea el domicilio —los árboles de hoja caduca aportan sombra en verano, mientras que permiten la entrada de sol en invierno—. En este sentido, los arquitectos comprometidos se inspiran en la edificación tradicional de cada área, lo que se denomina arquitectura vernácula, ya que los materiales y técnicas empleados se han ido perfeccionando generación tras generación. El objetivo es aminorar el impacto ambiental y reducir la demanda y el consumo de energía sin renunciar a calentar la casa. Para conseguirlo todo cuenta, desde la mencionada orientación, los niveles de humedad o las horas de luz recibidas, hasta las posibilidades de ventilación cruzada y aislamiento térmico.

Ahorro todo el año

Muchos usuarios solamente tienen en cuenta estos aspectos cuando se aproxima una ola de frío polar que provoca un incremento en el gasto eléctrico y de combustible, pero lo cierto es que con medidas sencillas se puede ahorrar en la factura durante todo el año. El primer paso es, precisamente, comprobar si se tiene contratada una tarifa de gas o electricidad adecuada para las necesidades de nuestra vivienda. Del mismo modo, es fundamental contar con una instalación en buen estado. No basta con purgar y sacar el aire de los radiadores cada año, en muchas ocasiones debe ser un equipo técnico el que se encargue del correcto mantenimiento del circuito de calefacción.

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En muchas ocasiones la casa cuenta con las mejores condiciones para su aclimatación e incluso dispone de una calificación del tipo A en su etiqueta energética, pero tiene un aislamiento deficitario con filtraciones o grietas que permiten que se escape el aire caliente. Aún así, la estanqueidad y los radiadores de bajo consumo no son los únicos factores que pueden servir para equilibrar la temperatura de un hogar; puede resultar determinante el simple hecho de adaptar la sensación térmica a cada estancia según el uso que se le vaya a dar, como también lo será apagar el sistema por la noche o la sencilla puesta en marcha de un termostato —según los expertos, esta medida puede reducir la factura entre un 8% y un 13%—.

Mejora la tecnología y aumentan las alternativas

Cada vez son más habituales las iniciativas individuales o colectivas para ahorrar en calefacción. Las energías fotovoltaica y solar térmica se han convertido en dos tecnologías habituales de las comunidades y residencias particulares españolas, sobre todo por el hecho de que nuestro país recibe entre 2.500 y 3.000 horas de luz al año. La reciente derogación del llamado impuesto al sol y la continua bajada de precios han abierto un interesante camino a la instalación de placas y paneles. En muchas ocasiones, la solar sirve de apoyo a otros métodos con los que combina oportunamente como, por ejemplo, el suelo radiante. Este mecanismo funciona a base de conducciones de agua y reparte el calor de forma uniforme desde el piso de la casa, aunque existe otra alternativa similar denominada zócalo radiante o muro bajo radiante que lo hace desde las paredes y actúa de barrera térmica multiplicando su eficiencia..

La tecnología más novedosa y que está ganando más adeptos en los últimos años es la aerotermia

Sin embargo, la opción más novedosa y que está ganando más adeptos en los últimos años es la aerotermia. Esta tecnología se basa en el uso de una bomba de calor reversible que recoge del aire exterior su energía térmica y la dirige a un circuito con refrigerante. Después, un intercambiador transmite la energía al circuito de calefacción. Pero lo más impactante de este proceso es que gracias a su reversibilidad se puede invertir su funcionamiento generando igualmente frío en verano. Además, no emite al entorno CO2 ni otros gases contaminantes y puede suponer una mengua en el desembolso de hasta un 70% en la factura, según los expertos.

Finalmente, no se puede pasar por alto el método más infalible para ahorrar en invierno: cuidar los hábitos. Cuando se trata de un espacio como el hogar, en el que pasamos la mayor parte del tiempo de noviembre a marzo, cada gesto, iniciativa o decisión puede resultar determinante. Medidas tan sencillas como programar la caldera a 45 grados y evitar que el agua exceda los 35 puede suponer un ahorro crucial, siempre sin necesidad de pasar frío. También será menor el gasto utilizando en la cama sábanas de franela y edredones nórdicos, colocando alfombras para mantener la temperatura, evitando permanecer en la vivienda en manga corta o con ropa de verano o no dejando secar la ropa encima de los radiadores porque bloquearán la emisión de calor. La lógica siempre funciona cuando se trata de reducir el consumo energético.