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Una ‘app’ para regalar lo que no usas y cambiar hábitos de consumo

Tomás Muñoz M.

Los usuarios de Gratix ofrecen productos que ya no utilizan para darles una segunda vida y fomentar su reutilización

S

i hace algunos años los estudiantes memorizaban en colegios e institutos el mantra ecologista de las tres erres, hoy el paradigma aboga por ampliar a siete los conceptos a tener en cuenta a la hora de realizar un consumo responsable. A las ya clásicas reducir, reutilizar y reciclar, hay que sumar reflexionar, rechazar, redistribuir y reclamar para contribuir a la preservación del medioambiente. Sin embargo, aunque se acepte, comparta e intente aplicar esta forma de pensar, en muchas ocasiones existe desconexión entre los valores y las acciones. Este fue el motivo por el que José María García, un exdirectivo de Google, decidió aparcar su exitosa carrera en el sector de las nuevas tecnologías para embarcarse en la tarea del emprendimiento social.

José María y su equipo acaban de lanzar la aplicación para móviles Gratix, materializando de este modo “un proyecto vital que se había convertido en una preocupación”, tal y como él mismo reconoce. Su premisa es sencilla: “Todos compramos a veces cosas que no siempre necesitamos y las almacenamos sin llegar a usarlas —explica— y quizá puedan resultarle útiles a nuestros amigos o vecinos, del mismo modo que podríamos ser nosotros los que precisáramos productos que permanecen en el olvido”. Terminar con esta situación y abogar por la reutilización es su contribución para “paliar la situación de emergencia climática en la que nos encontramos”.

Utilizar la ‘app’ es muy sencillo. Su creador detalla que tras descargarla de manera gratuita y registrarse, “ya se puede empezar a hacer regalos o crear una lista de deseos”. La plataforma también permite crear una comunidad de amigos o participar en grupos. Su funcionamiento general es similar al del software de compra-venta de segunda mano, pero sin dinero de por medio. “Regalar sienta muy bien. Gratix sirve para cambiar artículos por experiencias y estas, a su vez, resuelven necesidades; con esto poco a poco cambiará la forma de consumir”, subraya.

Los usuarios comparten cualquier tipo de producto o servicio, el único requisito es que las cosas se encuentren en buen estado. En este sentido, José María aclara que “no se busca reciclar, sino que se trata de actuar previamente y reutilizar”, por eso “es importante que lo donado esté en un estado óptimo para que tenga una segunda vida y alguien lo disfrute”.

“Muchos artículos quedan obsoletos cuando se tiene un hijo pequeño, ya que crece muy deprisa”

Entre los objetos con más éxito se encuentran los relacionados con el hogar o la familia: “Por ejemplo, muchos artículos quedan rápidamente obsoletos cuando se tiene un hijo pequeño, ya que crece muy deprisa y deja de requerir determinados elementos mientras aumenta la demanda de otros”. Los libros, los instrumentos y los muebles igualmente ocupan un espacio importante en el escaparate de Gratix. “Asimismo, tienen gran éxito los vehículos como bicicletas y similares, e incluso en una ocasión se regaló un coche a una persona que lo necesitaba”, recuerda satisfecho su fundador, quien admite que “recientemente está aumentando la oferta de servicios, tales como sesiones de fotografía o clases de canto”.

Para evitar posibles abusos, el software cuenta con un sistema de reputación asentado en la noción oriental del karma: “A las personas que hacen cosas buenas, les pasan cosas buenas”. Este método se basa en identificar a los participantes que más contribuyen y premiar su labor. “Parte de nuestro trabajo consiste en crear un entorno de confianza —comenta el emprendedor— y por eso la plataforma también dispone de un modelo de puntuación complementario al mencionado karma. Estos puntos recompensan la generosidad y, por el contrario, limitan los comportamientos abusivos. Además pueden ser transferibles si alguien está necesitado”. José María confirma que, por si esto fuera insuficiente, “la propia comunidad es muy activa a la hora de denunciar los malos usos”.

“Tienen gran éxito los vehículos como bicicletas y similares. En una ocasión se regaló un coche a una persona que lo necesitaba”

A pesar de que el lanzamiento oficial de la ‘app’ tuvo lugar durante el pasado mes de septiembre, ya existe una amplia audiencia repartida por toda España. “Arrancamos en la ciudad de Madrid que es donde más penetración tenemos, pero el colectivo crece a muy buen ritmo y hay gente implicada de igual forma tanto en Barcelona como en Valencia, así como en ciudades más pequeñas y en zonas rurales”. El fundador admite que si bien la mayoría de los usuarios son particulares, del mismo modo “serán bienvenidas las empresas que deseen regalar aquello que ya no necesitan o las fundaciones que precisen productos y servicios para su funcionamiento”.

El mejor ejemplo de la filosofía de Gratix se encuentra en su oficina central, ubicada a pie de calle en una transitada zona de la capital. “Se trata de un local que ha tenido muchas funciones. Antes de ser nuestro centro de trabajo fue una cafetería y más recientemente se convirtió en un ‘coworking’”. José María reconoce que estaba en “muy buenas condiciones” y decidieron darle una segunda oportunidad sin apenas realizar cambios para que “encajara con el principio de la reutilización”. Salvo la colocación de algún logo y la mano de pintura correspondiente, Gratix Café —así se llama el emplazamiento— respeta la instalación original. “Nuestro objetivo es llevar la economía circular a todo lo que hacemos y, por eso, estamos muy contentos de predicar con el ejemplo en nuestra oficina”. “Además —concluye— durante unos minutos cada día, también recogemos y entregamos desde allí algunos de los obsequios que ceden nuestros usuarios”.

El Confidencial, en colaboración con Banco Santander, tiene como principal objetivo dar a conocer los proyectos de personas que transforman la sociedad e impulsan el progreso.

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