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Un biomarcador que alerta del riesgo de padecer Alzhéimer

Alfonso Álvarez-Dardet

Científicos españoles y japoneses colaboran en un proyecto cuyo fin último es poder administrar medicamentos ante de que aparezcan los primeros síntomas

U

no de los mayores miedos a los que se enfrenta una persona cuando llega a la vejez es la posibilidad de desarrollar alzhéimer, una enfermedad neurodegenerativa que se caracteriza por la pérdida de memoria y que afecta también al pensamiento y el comportamiento. Su detección precoz es crucial para frenar en todo lo posible su avance y ofrecer al enfermo una mejor calidad de vida.

Un grupo de investigadores españoles y japoneses han creado la forma de detectar en etapas tempranas esta enfermedad. “El Centro Nacional de Geriatría de Japón tenía los datos y nosotros unos fantásticos algoritmos para analizarlos”, explica Fernando Maestú, director de este proyecto, director del Laboratorio de Neurociencia Cognitiva en el Centro de Tecnología Biométrica y Catedrático de la Universidad Complutense de Madrid. El objetivo es localizar un biomarcador que pueda ser identificado mucho antes de que se manifiesten los primeros síntomas de la enfermedad y permita a los médicos anticiparse.

“El diagnóstico precoz es importante porque, aunque actualmente se han desarrollado muy buenos fármacos y muy buenas terapias quizás no estén funcionando lo suficientemente bien debido a que se están prescribiendo a personas que ya han desarrollado demencia. Sus cerebros están algo deteriorados, por eso no funcionan con la eficiencia que deberían tener”, explica Maestú. “Ahora se piensa que, si estos fármacos se pueden utilizar en las primeras fases de la enfermedad, e incluso en fases preclínicas, se podría tener una alternativa distinta. Esa es la investigación que estamos desarrollando, buscar un biomarcador que de forma temprana sea capaz de indicar qué personas están en alto riesgo de desarrollo”, explica acerca de la importancia de su investigación.

La presencia de un biomarcador muestra un incremento del riesgo para desarrollar la enfermedad pero no garantiza que esta vaya a manifestarse: “Su presencia quizás ya sea suficiente como para pensar en aplicar terapias o cambios en el estilo de vida de personas que pueden desarrollar el alzhéimer”, asegura. El estudio de Maestú ha demostrado que cuando hay una acumulación de la proteína beta-amiloide en personas que todavía no han presentado síntomas, aparece una hiperactivación ya descrita en muchas investigaciones anteriores, por eso se las puede considerar de riesgo.

“Estamos viendo a familiares de enfermos que puedan tener cierto riesgo genético”

El alzhéimer es una enfermedad que afecta a más de 45 millones de personas en todo el mundo y cada año la cifra aumenta, según datos de Alzheimer´s Disease International. Los primeros síntomas pueden manifestarse incluso hasta 25 años después de padecerla.

Hay casos en los que algún gen la inicia en edades más tempranas, pero lo habitual es que se presente entre los 65 y 75 años. Para realizar su estudio, Maestú ha elegido a personas con un rango de edad entre los 50 y los 85 años. “Estamos viendo a familiares de enfermos que puedan tener cierto riesgo genético, que puedan tener esa proteína en su cerebro y ver sus biomarcadores fisiológicos con magnetoencefalografía y con electroencefalografía para que puedan dar información mucho antes de que aparezcan los síntomas”.

“Solo con un cambio de dieta se ha llegado a retrasar hasta en diez años la aparición de los primeros síntomas”

En el caso de que la persona esté dentro del llamado grupo de riesgo, Maestú proporciona al paciente una serie de pautas para redefinir su estilo de vida basado en tres factores fundamentales: “La dieta, la que mejor ha demostrado su eficacia es la Mediterránea y la estamos olvidando en nuestro país; el ejercicio físico diario, pero no vale matarse a hacer deporte un día y no hacer nada durante meses, tiene que ser poco pero constante; y el entrenamiento cognitivo, es decir, la relación de exigencia cognitiva a lo largo de nuestra vida es muy importante porque genera reserva, sinapsis y, en definitiva, un cerebro mejor protegido para una enfermedad como esta”, asegura Maestú.

De hecho, el catedrático centra ahora su investigación en observar cómo afecta el cambio de estos tres factores en la vida de una persona con alto potencial de padecer alzhéimer. El objetivo es retrasar el máximo posible la aparición de las primeras señales: “Se ha demostrado que solo con un cambio de dieta se ha llegado a retrasar hasta en diez años la aparición de los primeros síntomas. Esto supondría, también, minimizar el coste de la propia enfermedad tanto para las familias como para los estados y, por supuesto, dar mayor calidad de vida a las personas que la padecen”.

El Confidencial, en colaboración con Banco Santander, tiene como principal objetivo dar a conocer los proyectos de personas que transforman la sociedad e impulsan el progreso.

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