Hacia un futuro mejor Powered by

De autistas a especialistas detectando errores en sistemas informáticos

Natalia Lázaro Prevost

Las personas con Trastornos del Espectro Autista han encontrado una oportunidad de trabajo en Specialisterne, una empresa de pruebas de software que emplea adultos con autismo y Asperger

E

xiste un perfil de profesionales invisibles sin el cual la tecnología que utilizamos no sería tan brillante. ¿Sabías que todas las funcionalidades de tu teléfono móvil han sido revisadas 50 veces por una sola persona antes de que puedas comprarlo? ¿Que los bancos o las empresas de comercio electrónico necesitan profesionales que revisen miles de ficheros con datos para detectar posibles errores y así mejorar su software? ¿O que cuando se da por terminado un videojuego hay personas que, sin ser programadoras o ingenieras, son capaces de identificar errores gracias sus habilidades especiales?

“La duda que había antes era si existía un perfil capaz de hacer este tipo de tareas. Ahora este talento ya sabemos dónde está y las empresas no paran de llamarnos. Si tienes síndrome de Asperger o autismo y te gusta la informática tenemos una cola de clientes y trabajo para ti”, indica Francesc Sistach, director general de Specialisterne en España. Este proyecto llegó a nuestro país en 2013 gracias al danés Thorkil Sonne, padre de un hijo con autismo, que lo puso en marcha en Dinamarca en 2004. Su idea fue convertir las desventajas en una ventaja competitiva en los negocios para dar oportunidades laborales a adultos con síndrome de Asperger y autismo de alto funcionamiento.

“Tienen una gran capacidad de concentración, tenacidad para hacer tareas repetitivas, capacidad para establecer patrones”

Así se creó Specialisterne –‘los especialistas’ en danés–, una empresa de pruebas de software que evalúa y emplea adultos con Trastornos del Espectro Autista (TEA). “Tradicionalmente nadie les había dado una oportunidad. Aunque son muy valiosos, rompen con la armonía y normalmente no superan las pruebas de recursos humanos porque son ‘demasiado raros’. Los llaman los ‘frikis’, ponen el foco en lo que no saben hacer y los descartan”, lamenta Sistach. Una realidad que se refleja en los datos. Según el Centers for Disease Control and Prevention de Estados Unidos, la tasa de desempleo de este colectivo alcanza el 85%.

Sin embargo, en Specialisterne no encajar es algo bueno. “Es importante dejar de hablar de las personas con TEA pensando en sus dificultades y poner en valor sus habilidades especiales que les pueden hacer brillar”, reflexiona Sistach. El autismo está considerado un trastorno neurológico y psiquiátrico de origen genético con cerca de 200 genes ya identificados. Afecta a más hombres que mujeres y, aunque cada caso es diferente, los expertos han detectado una serie de cualidades que se repiten. Se habla de espectro porque existen distintos grados de afectación.

Revisan apps, redes informáticas, herramientas de ciberseguridad e incluso videojuegos

Hablamos de “una auténtica pasión por los detalles, una gran capacidad de concentración, tenacidad para hacer tareas sistemáticas y repetitivas, capacidad para establecer patrones donde otras personas solo ven el caos, mucha memoria y competencia visual o una alta intolerancia al error”, enumera Sistac. Además, agrega, “son muy honestos porque la mentira es una habilidad social que no suelen tener”.

Valor social y económico para las empresas

Specialisterne ha demostrado que las personas con trastornos del espectro autista pueden aportar no solo valor social sino también económico al mercado laboral. Sus clientes incluyen desde empresas del sector informático hasta bancos u otras organizaciones que necesitan tratamiento masivo de datos. Revisan apps, redes informáticas, herramientas de ciberseguridad e incluso videojuegos. Por ejemplo, algunos se formaron y buscaron todo tipo de errores en videojuegos para PlayStation 4 creados en nuestro país para que los desarrolladores pudiesen corregirlos y pasar así el control de calidad que exige Sony.

“Hemos encontrado un nicho de mercado con mucha demanda -el ‘software testing’-, que nadie quiere hacer y que a estas personas les encanta y lo hacen muy bien”, explica Sistach. De hecho, gracias a sus altas capacidades, gigantes tecnológicos como Microsoft o SAP ya cuentan con personas con autismo en sus plantillas. La colaboración con estos especialistas trasciende la responsabilidad social. Sistach destaca que uno de los beneficios colaterales “es que normalmente los clientes tienen altos conocimientos técnicos pero no están formados en gestión de personas y equipos. El hecho de incorporar personas con TEA provoca un cambio de chip, no solo sobre los nuestros sino sobre todo su equipo, y la atención pasa a estar en las personas”.

“En la mayoría de casos es el primer trabajo que tienen y, para los demás, la primera vez que encuentran un lugar donde encajar”

Según el Ministerio de Sanidad, se estima que en España hay unos 450.000 afectados por TEA, cifra que se eleva a un millón si se considera que afecta a todo el entorno familiar. Más allá de su contribución al resto de la sociedad, ¿cómo han mejorado sus propias vidas? “En la mayoría de casos es el primer trabajo que tienen y, para los demás, la primera vez que encuentran un lugar donde encajar. Esto supone ofrecerle una oportunidad a personas que nunca antes nadie les había dado. Muchos padres piensan que van a morir sin ver a sus hijos trabajar. Algunos de ellos tienen una carrera, casi un doctorado y nunca habían encontrado un trabajo. Ahora son cracks del ‘software testing’ y están bien reconocidos en una compañía”, celebran en Specialisterne.

Comienzan a identificarse a sí mismos como ‘especialistas’ en lugar de ‘autistas’ pero Sistach advierte con claridad que “no somos la solución a todas las personas con TEA”. Están presentes en Estados Unidos, Brasil, Argentina, Portugal, Singapur, Australia, India, China y otros países del mundo. En España tienen oficinas en Barcelona y Madrid y el desafío más importante que afrontan “no es tanto encontrar más clientes sino localizar a estas personas. Muchas de ellas no tienen un diagnóstico claro, no están vinculadas a asociaciones, universidades y suelen tener pocas relaciones sociales”.

Artículos relacionados