Es la fecha a la que hay que remontarse para hallar el último reporte del Ministerio de Defensa de Rusia sobre el número de bajas en la “operación militar especial”, el eufemismo que utiliza el Gobierno de Vladímir Putin para referirse a la invasión a gran escala de Ucrania. La cifra proporcionada entonces fue inferior a los 6.000 muertos, un número que resulta difícil de tomar en serio, dado que múltiples estimaciones internacionales apuntan a que ese número pudo haberse alcanzado tan solo en el primer mes de la guerra.
El secretismo del Kremlin no es ninguna sorpresa, dado que es una parte integral de la doctrina rusa. El primer reconocimiento oficial de la magnitud de las bajas soviéticas en Afganistán se produjo una vez la guerra había terminado en 1989, una década después de su inicio. Incluso a día de hoy, más de tres décadas después de la caída del muro de Berlín, existen disputas sobre la veracidad de los reportes oficiales de Moscú sobre este conflicto, considerado como uno de los catalizadores más importantes de la desintegración de la URSS.
El 24 de marzo de 2022, El Confidencial publicó un reportaje titulado “¿Cuántos soldados rusos han muerto en Ucrania?”, en el que establecía un intervalo de confianza del ritmo al que estaban falleciendo las tropas del país y visualizaba sus pérdidas de equipamiento militar. Dos años después, los últimos datos revelan que las estimaciones realizadas entonces se han cumplido, con un resultado devastador para Moscú. Aunque Putin siga negándose a calificar su “operación militar especial” como una guerra, esta ya se ha cobrado más vidas y equipo militar que la suma del resto de los conflictos en los que ha participado desde la Segunda Guerra Mundial.