Pilotos de Eurofighter

La poesía del método

Pilotos de Eurofighter: la poesía del método
Texto Kike A. Pretel
Fotografías Sergio Beleña
Diseño Marina G. Ortega
Desarrollo Luis Rodríguez

El método

El 24 de febrero de 2022, cuando las tropas del Kremlin reventaron las fronteras de Ucrania —y con ellas los últimos resortes del orden internacional pos Guerra Fría—, el teniente (hoy ya capitán) del Ejército del Aire y del Espacio Rodrigo Escarza Pareja se mostraba tranquilo. A 50 millas de la frontera de Ucrania, Escarza patrullaba el espacio aéreo de la OTAN, en Bulgaria y Rumanía, a los mandos de su Eurofighter Typhoon del Ala 14. “Estábamos allí cuando empezó la guerra. Había mucha incertidumbre y no sabíamos qué iba a pasar. Pero estábamos listos, en calma. Todos preparados”.

Probablemente, esta no sea la escena en la que un observador casual espera encontrar ecos de poesía alguna. Pero ahí está, sutil y tecnificada. Una lírica discreta y compleja nacida del rigor del método. ¿Les parece que exagero? Déjenme contarles primero el método y, si llegan hasta el final, la poesía.

El teniente Rodrigo Escarza Pareja (hoy ya capitán) del Ejército del Aire y del Espacio

La llamada

“Cuando entré en bachillerato, ya lo tenía claro: quería ser piloto de cazas”

Eurofighter Typhoon del Ala 14

El método no es casual o arbitrario. Comienza temprano. No muchos sienten la llamada y no todos llegarán al final del camino.

“Yo no tengo familia militar. Al principio me daba un poco de vergüenza decirlo. A mi madre le chocó, incluso se asustó un poco; luego fue un pilar para mí. Se volcó, buscando información por foros en internet, pendiente de las convocatorias. De hecho, no me gustaba tanto el mundillo militar, del que tenía una idea equivocada, muy alejada de la realidad. Vamos, lo que habíamos visto en las películas de Antena 3 un sábado por la tarde en las que el protagonista es un piloto de helicóptero. Pero, desde chaval, me atraía el mundo de la aviación. Me gustaban la acción, la aventura y el deporte. Todo encajaba. Cuando entré en bachillerato, ya lo tenía claro: quería ser piloto de cazas”.

La academia

El método es severo y limitado. Apenas 60 de aspirantes formaron parte de la promoción del capitán Escarza en la Academia General del Aire de San Javier, Murcia. Te deja claro desde el primer momento que estás o no estás. Es inflexible y exige entrega.

Academia General del Aire de San Javier
Insignia del Ejército del Aire | Ala 14

“Después de esa primera semana, ya era una persona diferente. Hasta mis amigos me lo decían”

Material diverso encima de una mesa dentro de la academia
Casco de los pilotos del Eurofighter

“Entrar en la academia [San Javier, Murcia] te cambia la vida. La primera semana, lo que se conoce como el campamento, fue un antes y un después. Son días duros para un chaval. Ahí ves si estás preparado para lo que viene: la disciplina, el rigor, la exigencia. Algunos abandonan”.

“Después de esa primera semana, ya era una persona diferente. Hasta mis amigos me lo decían. La vida en la academia puede parecer dura, pero te ayuda a asentar la cabeza rápidamente y ofrece una estabilidad imprescindible para estudiar. A las 22:20 formábamos en la plaza de armas y a las 22:30 se apagaban las luces. A las 6:30 sonaba la alarma. Ese era el ritmo de vida. También mucho deporte. Los dos primeros años dormíamos 40 juntos en un pabellón. Te tienes que acostumbrar a no molestar y a no molestarte. A convivir. Ayuda a formar el carácter”.

El teniente Rodrigo Escarza Pareja (hoy ya capitán) uniformado

Los estudios

El rigor del método es gradual, pero inexorable. De los 60 que entraron, la mitad tendrá plaza de vuelo. Los aspirantes saldrán el último año con el grado de teniente, el título de ingeniero de organización industrial y experiencia de vuelo en tres aeronaves. En el último año, se elige especialidad. Solo los 10 mejores podrán entrenar para ser pilotos de caza.

“El aprendizaje es muy progresivo. Hay que ser paciente y constante. Cada curso es más difícil, con más información para procesar. Los primeros vuelos en la Pillán (50 h) son bonitos, pero hay mucha presión. Me sentía enlatado. El C101 es un salto importante, coges soltura y confianza (100-120 h). En 5.º, con la especialidad, te vas a Talavera la Real (Badajoz) con 10 compañeros todo un año a volar el F5. Ahí el salto es bestial, con mucha más complejidad en cabina y una potencia muy superior.

La especializaciónespecialidad

“Pilotar un caza no es como montar en bicicleta, en cuanto llevas un tiempo sin volar eres peor piloto”

Los aspirantes tomando apuntes en la academia

El método aspira a la excelencia. Al finalizar sus estudios en la academia, el piloto de caza tendrá que superar un nuevo curso centrado en un solo sistema de armas: el F-18 o los Eurofighter. Ahora, el único objetivo será la perfección; y la única competencia, con uno mismo.

“Pilotar un caza no es como montar en bicicleta, en cuanto llevas un tiempo sin volar eres peor piloto. Por eso practicamos tres o cuatro veces a la semana. Yo llevo unas 750 horas de vuelo y ahora tardo más en oxidarme. La característica de nuestro trabajo es buscar todos los días ser mejor que el anterior, a unos niveles exagerados. Ese es un buen resumen de nuestro trabajo: hacer mejor lo que hiciste ayer bien. Siempre hay margen de mejora.

La base

El método no tiene nada que ver con el imaginario colectivo de unos pilotos en constante frenesí, microcosmos marcado por los egos, una permanente pulsión adrenalínica. En la Base Aérea de los Llanos, hogar del Ala 14, se respira más bien un ambiente abacial, con una rutina dictada por horarios, planes y procesos. Aquí operan entre 15 y 20 pilotos de Eurofighter bajo el mando del coronel Ignacio Zuleta Martín.

Se arranca a las 7:30 con el informe matinal: meteorología, estado de la red de ayudas, situación de otros aeródromos y otra información de interés. Tras el briefing, desayuno. Luego se planea el vuelo, se identifica el objetivo del entrenamiento y los pasos para hacerlo. Antes de volar, se chequean de nuevo los parámetros de la práctica.

El teniente Rodrigo Escarza Pareja (hoy ya capitán) preparado antes del vuelo

Después se vuela, se ejecuta el ejercicio y se regresa a base para el debriefing, una última reunión en la que se analizan los errores y aciertos, potenciales mejoras y lecciones aprendidas. Así, un día tras otro. Planear, volar, revisar. Planear, volar, revisar. Y es en esa aparente monotonía donde nace la magia del método.

“La aviación de combate es un cúmulo de situaciones que hace que todos los días sean distintos. Siempre hay algún matiz que te puede afectar al vuelo, a veces de forma grave. Por eso es fundamental hacer que todos los procesos sean lo más automatizados posible, procedimentales y sistemáticos. Yo tengo mis checklists, mi planeamiento de vuelo, tengo una serie de hitos y procesos a cumplir. Todas estas reuniones (briefings) nos ayudan a fijar estas acciones en la cabeza para que podamos hacerlo sin pensar, ni dudar. Cuantos más procesos pueda automatizar, más capacidad de reacción tendré ante lo imprevisto y más margen de maniobra. Y ahí radica la excelencia del piloto”.

El compañero

El método va más allá del piloto. Para volar se requiere de toda una base. Es un proceso complejo en el que mucha gente que tiene un papel que jugar: el comandante, los meteorólogos, los armeros, el personal de tierra, la torre. Una vez a la semana, todo el personal peina la pistas de despegue y aterrizaje para limpiarlas de piedras o restos que puedan poner en peligro el vuelo. Todo medido al detalle. Todo el mundo implicado.

Personal de tierra
Piedra recogida en la pista

“Volar forja sólidas amistades, pones tu vida en sus manos y tienes que confiar plenamente”

Desayuno antes de planear el vuelo
Antes de volar, se chequean de nuevo los parámetros de la práctica
Puesta a punto del chaleco

“Siempre volamos en parejas para tener apoyo mutuo en caso de imprevistos. Volar forja sólidas amistades, pones tu vida en sus manos y tienes que confiar plenamente. Compartes tareas muy exigentes, con mucha presión, cosas nuevas y desconocidas. Hay una relación alumno-maestro con tu compañero; unos me han enseñado a mí y ahora yo enseño a otros. Todo eso genera una gran conexión”.

La misión

Hoy, la misión es de tiro aire-tierra con el cañón Mauser de 27 mm sobre un blanco inmóvil en el Polígono de las Bardenas, en Tudela (Navarra). Será una sesión especial. El Eurofighter del teniente Escarza cargará munición real, algo que sucede una o dos veces al año. Tendrá 25 disparos para este vuelo.

“La idea es practicar aquellas maniobras que en la vida real haríamos a ojo, pero teniendo en cuenta que, en una situación operativa, el sitio sería distinto y todas las referencias visuales cambiarían. Así que buscamos técnicas para afinar y mejorar la puntería, y acostumbrarnos a utilizar armamento real, que es algo que impone mucho y obliga a extremar las precauciones. La idea es ponernos en situaciones extremas, distintos escenarios de conflicto abierto y amenaza de nuestro espacio aéreo, que es nuestra misión 24/7”.

Subiendo las escaleras hacia el Eurofighter
El teniente Escarza preparándose antes de la misión
El teniente Escarza subido al Eurofighter

Las maniobras

El método revela su valor en las situaciones más intensas. Con 27 años, el capitán Escarza ya ha realizado tres despliegues internacionales. El primero, en 2021, como parte de la famosa “policía del Báltico” de la OTAN apoyando a Lituania para controlar su espacio aéreo frente a la (entonces todavía potencial) amenaza rusa. En esa misión, llegó a interceptar y escoltar dos cazas rusos Sukhoi 24 (“algo rutinario allí, dentro de lo que cabe”). La segunda vez fue en Bulgaria, cuando estalló la guerra en 2022 y sucedió la escena que abre esta historia. La tercera, en agosto de ese mismo año, integrados en la operación de un destacamento alemán para practicar la interoperabilidad (plug & play) con los aliados en Estonia.

“Ahí es cuando todo lo que has estado aprendiendo, durante tanto tiempo, entra en juego. No siento nervios, porque es para lo que me he entrenado toda mi vida. Cuando llegas a la situación real, estás preparado. Todo fluye”.

La poesía

Vista área del Eurofighter

El método dicta que nada de esto se ve. Nadie aplaudirá en un estadio cuando el teniente Escarza reviente el blanco asignado con precisión quirúrgica. Tampoco analizarán las décimas de sus tiempos como en la Fórmula 1, ni celebrarán sus mejores maniobras pese a que en alguna ocasión lo hayan puesto al borde del desastre. Todo sucederá en la más discreta intimidad. También la muerte.

El teniente Escarza bajando del Eurofighter

“Siempre hay riesgo de morir, especialmente en ciertas maniobras. He estado en varias situaciones cerca de estrellarme, sobre todo en el proceso de aprendizaje. Con la experiencia, va pasando menos, pero me ha sucedido a mí y a mis compañeros. Todos lo tenemos más o menos presente. Alguna vez he tenido pesadillas de que me estrellaba. No es recurrente, pero me ha pasado. Como somos una comunidad pequeña, los muertos nos afectan mucho. Son instructores, compañeros o alumnos. Es nuestra tradición honrar a los compañeros caídos. Y es nuestro carácter asumir estos riesgos hasta sus últimas consecuencias”.

Esta es la poesía.