El método aspira a la excelencia. Al finalizar sus estudios en la academia, el piloto de caza tendrá que superar un nuevo curso centrado en un solo sistema de armas: el F-18 o los Eurofighter. Ahora, el único objetivo será la perfección; y la única competencia, con uno mismo.
“Pilotar un caza no es como montar en bicicleta, en cuanto llevas un tiempo sin volar eres peor piloto. Por eso practicamos tres o cuatro veces a la semana. Yo llevo unas 750 horas de vuelo y ahora tardo más en oxidarme. La característica de nuestro trabajo es buscar todos los días ser mejor que el anterior, a unos niveles exagerados. Ese es un buen resumen de nuestro trabajo: hacer mejor lo que hiciste ayer bien. Siempre hay margen de mejora.
El método no tiene nada que ver con el imaginario colectivo de unos pilotos en constante frenesí, microcosmos marcado por los egos, una permanente pulsión adrenalínica. En la Base Aérea de los Llanos, hogar del Ala 14, se respira más bien un ambiente abacial, con una rutina dictada por horarios, planes y procesos. Aquí operan entre 15 y 20 pilotos de Eurofighter bajo el mando del coronel Ignacio Zuleta Martín.
Se arranca a las 7:30 con el informe matinal: meteorología, estado de la red de ayudas, situación de otros aeródromos y otra información de interés. Tras el briefing, desayuno. Luego se planea el vuelo, se identifica el objetivo del entrenamiento y los pasos para hacerlo. Antes de volar, se chequean de nuevo los parámetros de la práctica.
Después se vuela, se ejecuta el ejercicio y se regresa a base para el debriefing, una última reunión en la que se analizan los errores y aciertos, potenciales mejoras y lecciones aprendidas. Así, un día tras otro. Planear, volar, revisar. Planear, volar, revisar. Y es en esa aparente monotonía donde nace la magia del método.
“La aviación de combate es un cúmulo de situaciones que hace que todos los días sean distintos. Siempre hay algún matiz que te puede afectar al vuelo, a veces de forma grave. Por eso es fundamental hacer que todos los procesos sean lo más automatizados posible, procedimentales y sistemáticos. Yo tengo mis checklists, mi planeamiento de vuelo, tengo una serie de hitos y procesos a cumplir. Todas estas reuniones (briefings) nos ayudan a fijar estas acciones en la cabeza para que podamos hacerlo sin pensar, ni dudar. Cuantos más procesos pueda automatizar, más capacidad de reacción tendré ante lo imprevisto y más margen de maniobra. Y ahí radica la excelencia del piloto”.