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Monitorización aeronáutica al servicio del campo vallisoletano

Galo Martín Aparicio

Qampo genera recomendaciones a partir de los datos que monitoriza, procesa y analiza. Una herramienta que aumenta la sostenibilidad y la productividad y calidad del cultivo

E

n la ciudad y el campo casi todo el mundo está conectado. Enganchado. Los urbanitas a las redes sociales, a conocer gente, al debate. Los agricultores, desde hace poco, a una aplicación que les predice lo que va a ocurrir en los próximos días. La información es poder y la anticipación es clave para la cosecha. Algo que saben bien Antonio Sainz, miembro de una familia de agricultores y CEO de Qampo, y su socio, Francisco Huidobro, director técnico de la empresa.

La herramienta de la empresa, que Sainz y su socio llevan introduciendo desde 2017 en el campo de Valladolid, no está llamada a ser un sustituto del conocimiento tradicional e instintivo de los agricultores, sino un complemento para ayudarles a aumentar su producción a nivel cuantitativo y cualitativo. La idea es aplicar los conocimientos de la tecnología de monitorización y control del mundo industrial y aeronáutico en la agricultura. El resultado es la creación de un algoritmo que automatiza la interpretación de datos derivados del viento, la lluvia, el sol, la temperatura y la humedad, así como imágenes de satélites recogidos por sus estaciones agroclimáticas y constelaciones satelitales de observación de la Tierra. Qampo procesa y analiza esa información y genera recomendaciones, pronósticos del tipo, por ejemplo, de cuándo, cuánto y a qué ritmo hay que regar una planta.

Sainz asegura que “el mejor sensor del campo es, precisamente, la planta. Escuchándola e interpretándola le podemos dar lo que necesita en cada momento, desde el punto de vista del riego, de la fertilización, además de pronosticar el riesgo que corre de padecer una enfermedad”. Del mismo modo, el CEO de Qampo aclara que “no somos proveedores de sensores, tampoco de tecnología de datos. Somos proveedores de información”. Información que recogen en el ambiente sus sensores distribuidos de manera estratégica en varias parcelas. El valor añadido de esta empresa con sede en Valladolid, además del equipo de profesionales que lo compone, es que crean una interpolación de datos con varias de sus estaciones agroclimáticas generando así un dato preciso de una parcela concreta. Esta herramienta no genera pronósticos generalistas.

El agricultor, en un principio reacio al uso de esta herramienta, empieza a entender que la tecnología les puede ayudar. Eso y el relevo generacional están facilitando que los sensores de Qampo se reproduzcan en las tierras de muchos nuevos clientes de la empresa. Antonio Sainz dice que la tecnología les aporta datos objetivos con los que pueden tomar decisiones de forma anticipada. Datos que por sí solos no sirven de nada, es la información interpretada a partir del análisis de los mismos lo que le interesa al agricultor.

La información e interpretación de datos es capaz de predecir la productividad o los riesgos asociados a una finca

Los clientes potenciales que buscan a Antonio y a los que él visita están interesados en mejorar el rendimiento de su producción, la calidad y la sostenibilidad medioambiental de cualquier cultivo, ya sea de regadío, de secano, de invernadero y/o cielo abierto. El beneficio colateral es la reducción de los costes productivos en agua, energía o productos agroquímicos. Ahora mismo están centrados en dar servicio a colectivos: a denominaciones de origen, cooperativas y asociaciones de productores. “Nuestro sistema permite dar servicio a un volumen muy grande de clientes con una infraestructura mínima”. No obstante, la información e interpretación de datos que generan no solo sirve para el manejo de un cultivo durante su ciclo productivo, también es capaz de predecir la productividad o los riesgos asociados a una finca; a cualquier inversor que quiera comprar o alquilar un terreno esta herramienta le es de utilidad. Del mismo modo que lo es para una compañía de seguros que no quiere caer en un ‘under rating’ al cotizar una póliza a una finca.

Clientes todos ellos ‘enganchados’ a la aplicación móvil que Qampo les provee y que les avisa del estado de su finca al instante y en cualquier lugar del mundo. App que no requiere conocimientos técnicos ni avanzados de interpretación de datos para entender la información que comunica. Tan sencillo como es instalar los sensores que se le envía por correo sin manual de instrucciones. Son más fáciles de montar que un mueble sueco; van con un código de colores.

La condición de ser un producto tecnológico de control remoto ha permitido a Qampo mantener los contratos suscritos durante la pandemia. En cambio, sí han tenido un hueco de facturación en cuanto a la inversión en innovación de aquellas empresas con proyectos en agricultura de precisión que tenían pensado hacerlo durante los meses duros de la pandemia en 2020. Algo que parece que se está reactivando, según las palabras de Sainz. El Fondo Smart de Banco Santander, que acompaña a las empresas en sus iniciativas —especialmente a las que demuestran su impacto social por ser sostenibles, innovadoras, digitales y promueven la generación de empleo— ha sido capital en esta tarea. Les ha ayudado a invertir en I+D y seguir desarrollando el producto. También ha sido importante para apostar por el marketing con el fin de que su presencia a nivel nacional e internacional crezca.

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